El jurado destaca su innovación conceptual y constante búsqueda
18 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.La búsqueda de soluciones constructivas que resuelvan las necesidades que plantea cada edificio nuevo ha llevado al arquitecto japonés Toyo Ito (Seúl, 1941) a desplegar una diversidad de registros tan amplia como los programas que se le han requerido. Este proceso ha desembocado en un lenguaje arquitectónico tan personal como depurado en el que Ito ha empujado los límites de su disciplina para ponerla al servicio de los usuarios de sus construcciones.
Es esta singular combinación de sintaxis arquitectónica, ingenio estructural y técnico, y claridad formal la que ha convencido al jurado del premio Pritzker, dotado con 100.000 dólares, de que Ito era el profesional adecuado para recibirlo. «Diferentes circunstancias conducen a diferentes respuestas», han destacado al hacer público ayer su fallo. También subrayaron el «profundo conocimiento» del japonés de su oficio, lo que le permite levantar edificios «aparentemente sin esfuerzo», pero que son el resultado de una habilidad para abordar los diferentes aspectos de la arquitectura simultáneamente. Así, la innovación conceptual convive con una ejecución inmaculada.
Lo doméstico y lo público
Ito comenzó su carrera en la década de los setenta del siglo pasado investigando en el ámbito doméstico. Una de sus casas, proyectada para su hermana, que acababa de perder a su marido, llamó la atención sobre una claridad formal que emanaba del profundo entendimiento de las necesidades de la habitante. Ito fue capaz de trasladar el espíritu de la U Blanca, como se denominó la casa, a proyectos públicos, entre los que se cuentan su celebrada mediateca de Sendai (2000) o la biblioteca universitaria especializada en arte de Tokio (2007). A Coruña pudo contar también con un proyecto de Ito, ya que se presentó al concurso para la futura estación intermodal; finalmente el ganador fue César Portela.
Toyo Ito encuentra su inspiración en la naturaleza y su arquitectura sigue la tradición japonesa de desdibujar los límites entre interiores y exteriores, además de evidenciarse en las formas orgánicas de algunos de sus edificios. Pero en el fondo siempre está la persona usuaria y habitante de su arquitectura en el centro del programa, algo que llevó a primer plano con sus espacios comunales para los afectados por el terremoto del 2011.