Dumpin chino a los tomates

Valentina Saini VENECIA

MERCADOS

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El empresario Francesco Mutti, dueño de una empresa que factura más de 600 millones, pide a Bruselas que proteja los de la competencia desleal de China.

03 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El tomate, en todas sus formas, es indispensable en la cocina de cualquier hogar italiano y un ingrediente fundamental de muchos de los platos tradicionales del país transalpino, como los espaguetis con salsa de tomate y albahaca, la pizza o la caprese, la famosa ensalada de tomate y mozzarella. Italia es el principal productor europeo de tomates, y el tercero a nivel mundial tras China (que este año generará en torno al 23 % de todos los tomates del mundo) y Estados Unidos. En el país transalpino, el sector de la transformación de esta planta mueve más de cinco mil millones de euros, y la salsa italiana se exporta al resto de la UE, a Norteamérica, Australia, etcétera.

Sin embargo, en la industria del tomate hay cada vez más preocupación por la competencia de China, a la que muchos acusan de no cumplir las normas medioambientales, de calidad y de respeto de los trabajadores a las que están sujetas la industria italiana y europea. Sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de estas frutas chinas se cultivan en Xinjiang, una región autónoma del noroeste de China, donde varios medios y ONG internacionales acusan al Gobierno chino de violar masivamente los derechos humanos de los uigures y otras poblaciones musulmanas locales, recurriendo incluso a sofisticados sistemas de vigilancia y campos de «reeducación».

«Deberíamos detener la importación de pasta de tomate de China o añadir un impuesto del 60 % para que su coste no difiera tanto del de los productos italianos», declaró hace unos días Francesco Mutti, director general de la empresa italiana de producción de salsas y tomates en conserva Mutti, fundada en 1899 y con un volumen de negocio de más de seiscientos millones de euros, al diario económico británico Financial Times.

Según Mutti, quien asegura que su empresa solo utiliza tomates italianos, la UE debe «salvaguardar» a los agricultores transalpinos de la competencia «desleal» de China y devolver la «dignidad» a los tomates italianos. El directivo también señaló que es necesario «enseñar a los agricultores italianos a cultivar mejor», pero al mismo tiempo hay que intervenir, «de lo contrario, el resultado final no será mejorar el medio ambiente, sino trasladar nuestra producción al extranjero, donde el medio ambiente no está protegido».

Las palabras de Mutti causaron sensación en Italia. Los eurodiputados de la Liga (un partido de extrema derecha tradicionalmente muy crítico con China) presentaron una interpelación a la UE instando a frenar las importaciones de productos a base de tomate desde el país asiático.

Los medios del país transalpino señalaron que en el Reino Unido y en Estados Unidos la importación de estos productos procedentes de Xinjiang lleva años prohibida debido a las graves violaciones de derechos humanos. En el pasado, los agricultores estadounidenses también acusaron a China de competencia desleal, por ejemplo, en lo que respecta al ajo: muchos agricultores quebraron debido a la importación de ajo chino y solo los aranceles impuestos por Donald Trump durante su presidencia lograron frenar este fenómeno. La industria textil europea también sufrió la competencia china.

Sin embargo, China no es la única preocupación de los productores italianos de tomate. También causan inquietud las importaciones desde Egipto, Turquía e Irán. Los expertos del sector afirman que existe una brecha entre la forma de trabajar de los productores de la UE y la de los extraeuropeos, a los que no se aplican las mismas normas en materia de fitosanitarios, sostenibilidad, y trazabilidad y que, en varios casos, pagan mucho menos por la mano de obra. En una época marcada por la emergencia de nuevas potencias comerciales, estos problemas serán cada vez más frecuentes.