La otra cara de la emigración de Venezuela

Héctor Estepa

MERCADOS

Luis Eduardo Noriega A. | EFE

Un informe del Fondo Monetario Internacional revela que, en los próximos siete años, el éxodo de venezolanos incrementará el PIB en 4,5 puntos en varios países de la zona

29 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de siete millones de venezolanos han dejado su país en los últimos ocho años huyendo de la crisis económica, política y social. La gran mayoría de ellos, seis millones, se han establecido en otros Estados de la región latinoamericana, que han invertido, durante años, parte de su presupuesto en acoger a los recién llegados. Y no todo es gasto, según un informe publicado recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino todo lo contrario: varios países de la región podrían ver como su PIB crecer hasta 4,5 puntos hasta el 2030 gracias a la llegada de trabajadores extranjeros, sostiene la institución con sede en Washington. La migración venezolana, sin precedentes a nivel latinoamericano, y que a nivel mundial llega a superar a la proveniente de Siria, no es homogénea y ha tenido diferentes oleadas.

La primera, iniciada hace una década, fue protagonizada por profesionales de un nivel adquisitivo superior. A ellos les siguieron los jóvenes universitarios de clase media, y a partir del 2021, comenzaron a llegar a los países, la mayoría sudamericanos, personas con ingresos bajos y de nivel educativo inferior. La acogida e integración de todas esas personas ha llegado a costar casi medio punto del PIB anual al principal país de acogida, Colombia, y un 0,3 % a otras naciones de gran afluencia como Ecuador y Perú.

Destaca especialmente el caso del país vecino de Venezuela. Colombia ha recibido a dos millones de venezolanos, dando permisos de trabajo a la práctica totalidad de los mismos y llegando a invertir 600 dólares por cada inmigrante en el 2019, el principal año de llegada, para atender cuestiones relativas a salud, vivienda, empleo, educación y cuidado de menores. El FMI, sin embargo, asegura que el coste de integrar a los inmigrantes se reduce con el tiempo, a medida que se integran en la fuerza laboral, y acaba produciendo importantes beneficios a medio plazo en cuestiones de productividad y crecimiento, produciéndose un incremento de la fuerza laboral y un mejor alineamiento del capital humano de los extranjeros y sus puestos de trabajo.

Parte importante de los venezolanos, además, llegan a crear empresas. El Observatorio de la Diáspora Venezolana asegura que el 20 % de quienes emigran son emprendedores, el 14 % estudiantes y el resto empleados. Se nota, por ejemplo, en las calles de cualquier barrio de una gran ciudad colombiana. Los inmigrantes han abierto tiendas de abasto, talleres, peluquerías o negocios de reparación de productos electrónicos, entre muchas otras actividades, destacando también las tecnológicas.

Los países que se ven más beneficiados son aquellos que reciben a los emigrantes venezolanos más cualificados con respecto a la población local. Perú tendría un crecimiento de hasta 4,5 puntos porcentuales de su PIB hasta el 2030 gracias a la llegada de venezolanos; Colombia podría alcanzar los 3,7 puntos, y Ecuador y Chile, 3,5 y 2,5, respectivamente. Para ello, esos países deberán, según el FMI, continuar apoyando a los inmigrantes con medidas como la exención de visado o el acceso a servicios sociales, aspectos que Colombia ha continuado fomentando, mientras otros han puesto trabas o se plantean hacerlo. La emigración de venezolanos se ralentizó durante el 2020 y el 2021 por la pandemia de coronavirus, pero ahora se ha reactivado, a pesar de la mejora económica en el país de origen —Venezuela crecerá más de un 17 % este año, después de haberse dejado el 75 % del PIB entre el 2013 y el 2021— y la cifra total de emigrantes podría superar los 8,5 millones en el 2025. Una parte importante de esa nueva ola de migración, eso sí, se dirige a EE.UU. y también a España. El FMI no arroja datos de cómo afectará económicamente su llegada a nuestro país, que ya acoge a 410.000 venezolanos, cuando hace una década eran apenas 60.000. De ellos, 5.000 son médicos y 7.000 arquitectos e ingenieros.