Los datos que oculta Roomba

MERCADOS

ABRALDES

14 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ya veinte años que unos pequeños electrodomésticos, los robots aspiradores circulares, han ido ganando espacio en los hogares de medio mundo. Un espacio que estas máquinas utilizan precisamente para encargarse de una de las labores más tediosas de las tareas domésticas: la limpieza de los suelos. La llegada al mercado del primer Roomba supuso toda una revolución, un punto de partida de las aplicaciones comerciales que traería aparejada la robótica, una parcela de la ciencia que agrega varias tecnologías para crear dispositivos simulando la inteligencia humana. De eso sabe bien Colin Angle, el que está considerado el padre de la robótica, todo un genio en inteligencia artificial, cuando se propuso facilitar la vida de la gente. Lo ha logrado como creador del popular aspirador del que se han vendido 40 millones de unidades en todo el mundo y cuya empresa acaba de traspasar al gigante del comercio electrónico Amazon por 1.700 millones de dólares en la que está considerada la operación tecnológica del verano. Aún así seguirá al frente de iRobot como director ejecutivo.

No se trata de una alianza más, protagonizada por las grandes cifras de la operación. Están en juego las intenciones que podría haber detrás del acuerdo, ante el agujero de privacidad que se abriría entre los millones de usuarios del Roomba. Porque, precisamente, son las características del dispositivo de iRobot las que podría ayudar a entender la motivación de Amazon por los robots aspiradores de la compañía americana pese al gran abanico de firmas que ya operan en este negocio. iRobot es toda una veterana en electrónica del hogar y la compañía que fundó el ingeniero del Instituto Tecnológico de Massachussets fue la primera en lanzar al mercado un dispositivo completamente autónomo capaz de limpiar todas las estancias de una casa por medio de un algoritmo muy sencillo en sus inicios. Nada que ver con los modelos actuales capaces de mapear toda la vivienda con cámaras y sensores. De hecho, hace unos cinco años, el creador de Roomba —que realizaba una gira por Europa para vender las bondades de su dispositivo— hizo crecer como la espuma el valor de las acciones de la compañía cuando en una entrevista dejó caer que estaría dispuesto a vender los mapas que crean sus aspiradores a grandes tecnológicas como Google o Amazon. La intromisión en la privacidad de los usuarios estaba en juego y Angle empleó todas sus energías en aclarar que la intimidad de sus clientes estaría por encima de cualquier buen acuerdo. «Nunca violaremos la confianza de nuestros clientes vendiendo o haciendo un mal uso de sus datos».

Colin Angle, con la venta de la compañía, ha hecho el negocio que no le habían reportado otros inventos. Que no fueron menores, ni mucho menos. Ideó robots para explorar la Luna, para explotaciones de gas y petróleo, además de dispositivos para el Ejército norteamericano que detectasen minas antipersona. Aplicó la inteligencia artificial a distintos segmentos de la industria hasta llegar a la doméstica. Y ha sido ahí donde se produjo el gran despegue de la compañía y la capacidad financiera para crecer hasta el extremo que lo ha hecho.

Con Roomba, Angle perseguía mejorar la calidad de vida de la gente, darle más tiempo para sus aficiones, mientras el robot aspiraba no solo la suciedad, sino cada rincón del hogar, anotando en su memoria el tipo de suelo, el número de estancias o la cantidad de muebles a sortear. Un gran valor oculto que ahora ha quedado al descubierto y que alimentará, aún estar por ver, la gran maquinaria de uso de datos personales que Amazon lleva tiempo poniendo en marcha.

Casado en segundas nupcias con Erika N. Ebbel, 14 años menor que él, el espíritu científico podría decirse que es la base del matrimonio. Ella, fundadora de una organización de ciencia para científicos con sede en Boston y graduada, como Angle, en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). Él un apasionado de la robótica desde los 11 años, cuando se propuso construir un R2-D2 de la mítica Star Wars.