Sube el pan, baja la caña

MERCADOS

Esta panadería ofrece bolos e barras, de centeo ou trigo, e de diferentes tamaños.
Esta panadería ofrece bolos e barras, de centeo ou trigo, e de diferentes tamaños. Paula Álvarez

24 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En estas semanas de enchentas veraniegas, sean churrascadas, sardiñadas o atracones de marisco, resulta difícil hablar del hambre, pero debemos ser previsores y hacer caso a los avisos que nos vienen de todo tipo de expertos, think tanks e instituciones económicas. Y esas alarmas prevén un invierno difícil en todo el mundo, especialmente en África, que por muy aislada que parezca está inmersa, aun a su pesar, en la economía global.

El parón de la pandemia, la guerra de Ucrania y el atasco de las redes de suministro internacionales ya venían encareciendo los precios de los alimentos; el más básico, el pan, se ve afectado directamente por la imposibilidad de Ucrania para dar salida a sus importantes existencias de trigo debido al bloqueo ruso; Rusia, por su parte, ha limitado las exportaciones. Entre los dos países en conflicto producían cerca de un tercio del cereal que se consume en todo el mundo. En previsión de un posible desabastecimiento interno, otros países exportadores, como la India (segundo productor mundial), Bulgaria o Serbia han prohibido la venta de trigo al exterior. Y, por encima, las expectativas de aumento de la demanda con una oferta decreciente alimentan la especulación en los mercados de futuros. En un reciente reportaje de televisión se oían las quejas de una panadera artesanal del interior de Marruecos, porque perdía clientes que no podían pagar los precios más altos a los que vende sus tortas. En España, según las asociaciones de panaderos, el precio del pan, que en abril pasado oscilaba en torno a 35 céntimos el kilo, llegará en diciembre a los 70 céntimos. Mientras tanto, el aguardiente de uva gallego se encuentra estancado desde hace años en torno a los 6 euros por litro; descontando la inflación, el precio ha bajado. ¿A qué viene esto? A que la historia está haciendo realidad aquella legendaria proclama de Betanzos, cuando el candidato a alcalde preguntó: «Betanceiros, ¿que queredes?», y el pueblo respondió: «¡Que suba o pan e baixe a caña!». Hoy, esta promesa de un paraíso borrachuzo suena más bien a maldición.