Lo significativo, lo que une a la cadena Playa con Riu y Tui, y con otras que verá en breve, es que todas ellas lo hacen para pasar de propietarios a inquilinos. Estamos ante una decisión estratégica, pero no de Ortega, sino de las cadenas, y que tiene un único fin, y no me equivoco cuando digo único, y este es mejorar la solvencia de sus empresas. Lo que hoy quiero decirle, y déjeme que sea directo, es que la crisis de liquidez del sector hotelero ya ha mutado, y lo ha hecho para ser de solvencia. Un cambio cualitativo total.
Veremos, a partir de ahora, como las cadenas venderán muchos de sus hoteles, pero no los mejores, sino aquellos que les aporten un mayor incremento patrimonial. Porque la principal meta será reconstruir la estructura de los fondos propios. Cada pérdida, y han tenido muchas, ha de ser compensada por una aportación de capital. Si el accionista principal no tiene capacidad de capitalizar, algo natural en las empresas familiares de perfil inversor, entonces han de vender sus activos, maximizar el incremento patrimonial y destinarlo a reservas. Una vez estabilizada la estructura de capital se disipan las causas de disolución, se aleja el fantasma de la insolvencia, que camina siempre de la mano del concurso de acreedores, se adquiere liquidez y, en última instancia, se vuelve a recuperar el acceso al crédito bancario. El corazón vuelve a latir.