Reforma laboral contra el «karoshi»

María Puerto TOKIO / LA VOZ

MERCADOS

DAVID COLL BLANCO

El Gobierno nipón pone en marcha una nueva ley para frenar las tasas de mortalidad generadas por las largas jornadas de trabajo y las horas extraordinarias sin remuneración

12 may 2019 . Actualizado a las 05:14 h.

La cultura del trabajo en Japón tiene efectos perniciosos para la salud y, de hecho, en el país se ha inventado una palabra, karoshi, para definir la muerte por exceso de trabajo. Desgraciadamente, no son casos excepcionales. Las cifras oficiales del Gobierno reconocen cerca de 200 muertos al año, mientras que las asociaciones de afectados multiplican por diez estos datos. La persistencia del problema y algunos casos muy mediáticos han obligado al Ejecutivo nipón a promulgar la primera reforma laboral en 70 años, creando un nuevo reglamento que no contenta ni a las empresas ni a los que denuncian el exceso de trabajo.

 En abril entró en vigor la nueva ley, que sitúa el número de horas extras que un trabajador puede hacer en 45 al mes y 360 en el total del año. Pero, de momento, la medida solo afecta a las grandes empresas y también permite que en momentos excepcionales, cuando se necesite aumentar la producción, el límite se pueda ampliar a 100 horas al mes y a un total de 720 por ejercicio. Es un primer paso. El año que viene, el reglamento también se implementará en las pequeñas y medianas firmas. Pero la reforma no afecta por igual a todos los asalariados, ya que los altos cargos o profesionales con mayor cualificación seguirán sin tener límites en sus jornadas laborales.

Los críticos consideran que la nueva ley no es suficiente, pues las horas extras autorizadas siguen siendo muchas y la multa para las compañías que violen la norma muy baja: 2.500 euros. Las empresas pequeñas temen que, al limitar la carga de trabajo en las grandes corporaciones, ellas se vean obligadas a asumir la producción y repercuta en sus empleados. La nueva legislación pretende acabar con una cultura laboral que prima largas jornadas de trabajo sin apenas descansos y con mucha presión. El resultado son muertes por infartos, derrame cerebral o suicidios. El primer caso registrado de muerte por exceso de trabajo es de 1969, pero hasta 1987 el Gobierno no reconoció la existencia del fenómeno karoshi.

 Los datos recogidos en el libro blanco que elaboró el Ejecutivo antes de redactar la nueva ley son desoladores: alertan de que una quinta parte de los trabajadores ponen en riesgo su salud. Cerca de una cuarta parte de las compañías niponas reconocen que tienen a sus empleados trabajando más de 80 horas extra al mes, en ocasiones sin remuneración. Es el caso del fabricante de automóviles Subaru, que tras una inspección por un caso de suicidio el pasado enero reconoció públicamente que durante dos años (2015-2017) no pagó las horas extras realizadas a cerca de 3.400 empleados.

Pero cambiar la cultura del trabajo nipona será difícil. En Japón no cuenta tanto la productividad como otros valores muy arraigados en su tradición, por ejemplo, el respeto a la jerarquía. Está muy mal visto abandonar el trabajo antes que el jefe, o ser el primero en salir de la oficina. El resultado es que la jornada laboral se alarga interminablemente y es prácticamente imposible conciliarla con la vida personal.

Y después viene el nomikai, la costumbre, prácticamente obligación, de salir a tomar copas con los compañeros después del trabajo. Evidentemente, tampoco es posible retirarse antes que el jefe.

Las vacaciones tampoco están bien valoradas y la mayoría ni siquiera coge los pocos días a los que tiene derecho. El pensamiento nipón encuentra poco considerado abandonar el puesto de trabajo, ya que perjudica a los compañeros. La prueba ha sido las vacaciones históricas de diez días que el Gobierno decretó con motivo de la abdicación y proclamación del nuevo emperador. Diferentes sondeos indicaban que cerca del 50 % de la población estaba en desacuerdo y las redes sociales se llenaron de mensajes desconsolados de personas que no sabían qué hacer con tanto tiempo libre. Una mayoría aseguró que algunos días acudiría al trabajo.