Vida virtual y vida laboral

Juan Carlos Martínez APUNTES JUAN CARLOS MARTÍNEZ

MERCADOS

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No tenemos siete vidas como los gatos, pero sí que tenemos varias vidas simultáneas y a veces contradictorias. Una es la vida civil y otra es la vida laboral. Si hay iniciativas para lograr la conciliación entre ambas, eso significa que no están conciliadas, que en ocasiones son divergentes y hasta se dan de patadas. Ahora hay una tercera vida, también simultánea a las otras, y es la vida virtual, en las redes o en la nube (que no es lo mismo que vivir en las nubes).

La vida en la nube, como su mismo nombre indica, es ligera y carente de gravedad. O al menos eso creíamos. Como muestra el reportaje que se publica en este mismo suplemento, la actividad de los ciudadanos en las redes se observa con cuidado por los departamentos de recursos humanos de las empresas, para reclutar empleados o para controlar a los ya reclutados.

Vemos a diario casos de cómo la levedad de la conducta en las redes adquiere gravedad en la vida laboral. Hace muy poco, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia confirmó el despido de un trabajador de baja por enfermedad que, en ese mismo período, colgaba en las redes fotos suyas en diversas fiestas bien movidas. Otro tanto hizo el Superior de Asturias con una trabajadora aquejada de las cervicales que, sin embargo, se dejaba ver en Facebook agitándose en una despedida de soltera y en un parque temático. Con el reclutamiento ocurre lo mismo: esas fotos tirados en una colchoneta, haciendo los cuernos con las dos manos, con la camiseta mojada y en la cabeza un casco de obra con dos botes de cerveza sujetos con cinta aislante pueden hundir una entrevista de trabajo en la que uno argumente fervientemente acerca de la propia seriedad. Es verdad que despotricar sobre los jefes lo libera a uno del estrés; pero para un nuevo empleador, leer mensajes de ese tipo en boca de un aspirante puede ser una señal de alarma. Hay que ser cuidadosos y cultivar el respeto. Estamos expuestos a miles de ojos digitales. No permitamos que el muro de Facebook se convierta en paredón de fusilamiento.