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El marisqueo heroico de O Vicedo

Lucía Rey
LUCÍA REY O VICEDO / LA VOZ

SOMOS MAR

Xaime Ramallal

Nueve mujeres y un hombre extraen ostra en la orilla lucense de la desembocadura del Sor en condiciones muy duras

19 mar 2018 . Actualizado a las 23:16 h.

Pasan cinco minutos de las ocho de la mañana y el termómetro marca seis grados cuando las mariscadoras de O Vicedo -quedan 9 mujeres y 1 hombre, aunque en este momento hay 2 de baja- inician un peligrosísimo descenso a través del monte hacia las rocas de A Mexilloeira, donde extraen ostra. Alrededor de 1.200 kilos en un día. El paisaje es espectacular en la orilla lucense de la desembocadura del río Sor, pero el desnivel, que ronda el 80 %, más los temporales de lluvia y viento de las últimas semanas, han convertido el estrecho y serpenteante sendero que discurre entre la maleza y los eucaliptos en una auténtica pista de patinaje. En esas condiciones, llegar al nivel del mar sin haber sufrido una caída o un buen susto ya supone un logro.

Una vez abajo, Dina, Rosa Martínez, María Elisa, Marita, Remedios, Azucena, Fina y Santi «se arman» con martillos y cinceles y empiezan a picar. Como si estuvieran en una cantera. «Hai que ter moito coidado porque a ostra rompe con moita facilidade e corta coma un coitelo, pero o máis duro con diferenza é carretalas, sacalas do mar e traelas polo monte arriba en sacos de 30 quilos para o coche no que as levamos pesar á confraría. ¡Parecemos os portadores de Jesús Calleja!», bromea Marisol Martínez Río, que preside la asociación que agrupa a las profesionales de un municipio donde en la década de los noventa llegó a haber alrededor de cien mariscadores.

Pero eran otros tiempos. La coquina, un bivalvo que en la zona también se llama «navalla», iniciaba entonces su época dorada por dos razones: abundaba en bancos naturales como Arealonga y O Lombo das Navallas, y sufría una revalorización espectacular en el mercado, llegando a cotizarse a 42 euros el kilo a partir del 2002. «Ás veces chegabamos á praia de noite e en tres ou catro horas collíamos a taxa, de 3 a 5 quilos. Foron uns anos bárbaros. Pero desapareceu toda, e ao final pasabamos toda a mañá para coller un quilo», evoca con nostalgia Marisol, que explica que esa misteriosa desaparición, para la que aún hoy los biólogos no encuentran una explicación definitiva, les obligó a reconvertir la actividad y les hizo localizar nuevos bancos de marisqueo en las playas de Modelos, Cresemil, Vidreiro y Caolín, o en Calzada. En casi todos hay ostra, y en algunos algo de almeja japónica e incluso de berberecho; pero la producción es escasa. 

XAIME RAMALLAL

Van cuatro o cinco días al mes

Su plan de explotación para el 2018, aprobado por la Consellería do Mar, prevé 50 días de trabajo. «Estamos indo 4 ou 5 ao mes. Vimos só nas mareas máis grandes, cando o mar baixa 80, 85 ou 90 centímetros», comentan. «Case todas padecemos dos ósos ou temos artrose nas mans, pero a min gústame mariscar. Insisto en que o peor é carretalas, que ata tivemos que atar unha corda a un eucalipto para non caer», comenta Marisol mientras observa la lancha que transporta por mar a las mariscadoras de O Barqueiro hasta las rocas de la orilla coruñesa del Sor. La embarcación les ahorra el trabajo más pesado: el de subir los sacos a cuestas. ¿Por qué unas sí y otras no? «Elas móvense moito, e o noso é tamén algo de abandono porque ningunha quere facer os cursos para pilotar a lancha», reconocen, y lamentan la falta de Faustina Solloso, que fue una de las primeras patronas mayores de Galicia y que murió hace dos años. «Ela movía todo».

«Cando había coquina podíanse gañar ata 2.000 euros ao mes, pero desapareceu toda»

Les pagan el kilo a 0,80 euros

Podría decirse que las mariscadoras de O Vicedo se juegan la salud casi a cambio de nada, puesto que, pese a los riesgos que corren cuando bajan a las rocas de A Mexilloeira para extraer ostras, lo que ganan apenas les alcanza para pagar las cotizaciones a la Seguridad Social. «E algún mes nin iso, pese a que pagamos pouco máis de 194 euros porque temos subvencionado o 40 %», apuntan. ¿Cuál es el motivo? Los intermediarios les pagan el kilo a ochenta céntimos. «O máximo que nolo pagaron foi a un euro», indican. La ostra extraída en O Vicedo se vende a través del puerto de Celeiro y va destinada a Cambados. «A máis pequena pídennola para criadeiros, como inversión. E a máis grande vai para as depuradoras», señala Marisol, que destaca el apoyo que les está dando la bióloga adscrita a la Cofradía de Pescadores de O Vicedo, que va a integrarse en la de Celeiro

Sin depuradora

Las profesionales vicedenses no disponen de depuradora, algo que encarecería el precio. «É que aínda que nola monte algunha Administración, logo non a poderiamos manter», indican. Con este panorama, la mayoría continúan en la actividad con la meta de pagar las cotizaciones, porque los ingresos que reciben hoy no son suficientes para vivir del marisqueo.