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La cachucha eclipsa a la lubina

e. abuín / a. gerpe REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

ana gerpe

La temporada de cocido hace bajar la demanda de pescado en un momento que hay mucho y bueno

04 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Irene, de Pescados Irene, se contuvo el viernes pasado al comprar en la lonja de Ribeira. Después de una semana muy, muy parada en la plaza de abastos de Boiro, decidió arriesgar y llenar su puesto de pescado, pero no tan a rebosar como otros sábados. Incluso se atrevió a pujar por marisco. Su sorpresa fue que a las dos de la tarde apenas le quedaban por vender sobre el mostrador cuatro merluzas y cuatro sollas. «E iso que tiña medo, sabendo que están preparados os autobuses para saír para Lalín e o cocido», respiraba este sábado Irene aliviada, contenta de haber acabado también almejas, berberechos e incluso todas las centollas que puso a la venta.

Porque con el carnaval a la vuelta de la esquina y las cacholas, los lacones y los chorizos en primer plano de los expositores, las pescaderías trabajan más relajadas de lo que les gustaría. Se percibe en las plazas de abastos y en los supermercados, donde las colas ante charcutería y carnicería deja en evidencia al puñado de clientes que se reúnen delante del mostrador de pescadería. Por más que febrero sea mes con erre, al pescado se le apaga definitivamente la estrella, que venía perdiendo luz desde diciembre. «Estas datas nunca foron boas para a venda de peixe». Y no solo por don Carnal, «a costa de xaneiro, o frío...», explica Sinda Muñiz, que tiene un puesto de pescado en el mercado de abastos de Ribeira.

Y, sin embargo, es buen momento para consumir pescado. Hay mucho en cantidad y en variedad. A pesar del mal tiempo, las descargas en lonja son abundantes y, como la demanda es menor, el precio no está de saldo, pero casi. «La meiga está tirada; el lenguado, bajo de precio; la lubina, muy barata...» Marcos Sendón, de pescados Marc del Norte, en A Coruña, resalta, no obstante, que es algo habitual. Después de un diciembre alto, un enero contenido y un febrero parado. «Eso ya se sabe».

Sendón tenía este sábado lenguado a 15,95 euros; merluza, a 4,95, y meigas pequeñas a 4,95, dos euros más en kilo si era de talla mediana. También Irene destacó la bajada de precio en especies como el abadejo, el lenguado, que ayer vendía en Boiro a 12 euros, y de la lubina.

Abundancia de robaliza

En el caso de la robaliza, la temporada de cocido se confabula para coincidir justo con su temporada alta, cuando la especie se acerca a la costa porque viene a desovar y cae en los aparejos de las artes menores. Así que, eclipsada por la cachucha, obtiene cotizaciones impensables en otras fechas del año para un pescado que, en su versión salvaje, escasea en el caladero el resto del año y en las mesas por los altos precios -en julio pasado el precio medio en las lonjas fue de 19 euros el kilo-. En Marc del Norte, la lubina se vendía ayer a 11,95, un euro más bajo que el precio que tenía por la semana.

Sin embargo, especies como el chopo y el pulpo se mantienen. Altos, especialmente en el caso de este último.

Tampoco están precisamente de saldo las especies del cerco. Con la mitad de la flota de la provincia de A Coruña en el varadero y casi al completo la de Pontevedra, xurelos, bogas y cabalóns escasean. «El poco jurelito que hay está caro. Si antes valía la caja a 15 euros, ahora se para a 25», dice Sendón. Y algo parecido ocurre con el jurel grande, ese que una pieza pesa 800 gramos y da para tres raciones, se paga en lonja «casi a 50 euros», cuando en septiembre y octubre se ofrecían 18, comenta Eduardo Carreño, armador de uno de los cerqueros que ahora está en el astillero.