Los gorrillas vuelven al hospital de Lugo con mascarilla y mayor discreción

María Guntín
maría guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

Imagen sacada este jueves en las inmediaciones del hospital lucense
Imagen sacada este jueves en las inmediaciones del hospital lucense ALBERTO LÓPEZ

Trabajadores del hospital denuncian «extorsiones» y se sienten «desprotegidos»

22 ago 2020 . Actualizado a las 19:36 h.

La pandemia de coronavirus provocó que desde marzo los gorrillas del HULA desapareciesen del entorno del hospital durante algunos meses. Pero regresaron en cuanto la actividad sanitaria se empezó a retomar y ahora, ataviados de mascarilla y con un poco más de discreción, ya han vuelto a «regular» el tráfico de la zona.

El modus operandi de los gorrillas ha cambiado. Llegan al HULA más temprano de lo habitual, puesto que es entonces cuando aún hay plazas libres «que colocar». Sobre las doce de la mañana aumenta notablemente la actividad en el centro sanitario, por lo que los huecos empiezan a escasear. Es ahí cuando deciden marcharse. Este jueves por la mañana, tres de estos aparcacoches ilegales merodeaban por la zona exterior del hospital haciendo indicaciones a todo aquel conductor que pasaba por delante.

Sin embargo, el panorama ha cambiado si se compara con el que se presenciaba a principios de año. Y no solo porque ahora los gorrillas hagan uso de la mascarilla. Son más discretos, cambian de ubicación con más frecuencia y, según explican algunos sanitarios que trabajan en el hospital, son siempre los mismos e incluso se organizan entre sí. Tal y como comentan algunos usuarios, «xa non se poñen no medio da calzada interrompendo o tráfico. Agora están entre os coches e, cando te ven, sacan a man ou, como moito, medio corpo».

Los gorrillas son un «problema» para los pacientes que acuden al HULA, pero también para los trabajadores del centro, puesto que muchos de ellos no utilizan el párking del personal y dejan sus vehículos en la zona exterior. «Yo no traigo mi coche, vengo en el de mi hermana que es más viejo porque en alguna ocasión me han amenazado con rayármelo cuando me he negado a darles dinero», explica una enfermera del hospital. A esto, añade una «situación de desprotección constante», a la que se enfrenta cada día. «Saes da casa pensando xa en onde vas aparcar porque lles tes ata medo», añade.

Vuelta al leira párking

Los gorrillas también han vuelto al leira párking del HULA para pedir dinero a los usuarios. «Algunas veces te dignas a darles un euro y te desafían para pedirte más. No te amenazan directamente, pero es como si te dijeran que si no haces lo que te dicen tu coche pagará las consecuencias», comenta otra sanitaria del HULA que siente a diario que es «extorsionada» en su lugar de trabajo.

La estimación es que los gorrillas pueden ganar hasta 50 euros en un día. Es decir, más de 1.000 euros al mes.

Destrozos en los coches

Algunos usuarios explican que a veces, al salir del hospital, se encuentran con que su ventanilla del coche está rota. Aunque en ocasiones no presentan la correspondiente denuncia en la comisaría al considerar que esta no va a tener recorrido, creen que los gorrillas podrían estar detrás de estos sucesos. «Se la rompieron a una amiga mía porque se negó a darles la voluntad. Es mucha coincidencia que el mismo día que tuvo el encontronazo ocurra esto», comenta una paciente que acude semanalmente al hospital lucense.

Sin embargo, el número de gorrillas podría haberse reducido notablemente si se compara con el que había antes de que se decretase la pandemia de coronavirus. En algunas ocasiones, agentes de la Policía Local de Lugo llegaron a identificar hasta a siete en un día, todos hombres. Ahora, «non hai máis de tres ou catro en todo o entorno» y por las tardes, es difícil toparse con alguno.

«Non pode haber un coche da policía constantemente vixiando o entorno do hospital»

El jefe de la Policía Local, Jesús Piñeiro, comentaba hace aproximadamente dos semanas que el descenso en el número de pacientes derivó también en que bajase la cifra de gorrillas. «Houbo moitísima presión pola nosa parte e tocamos todos os paus que puidemos: dende actas por infracción ao regulamento de circulación á ordenanza municipal, desobediencia de lei de seguridade cidadá, algún atestado por desobediencia e incluso remitimos informes á Xunta por se era incompatible que se desenvolvese esta suposta actividade co cobro da Risga», explicaba Piñeiro, que también asume que los agentes de policía no pueden actuar de otra manera ni endurecer las medidas «posto que non están cometendo ningún delito».

Así, seguirán haciendo vigilancia e incrementando la presencia policial. «O cidadán non denuncia moito, quere que haxa un coche alí permanentemente, e é imposible», sentencia Piñeiro.