El progresismo liberal, motor de institutos

antonio prado gómez LUGO

LUGO

cedida

Creía que el Seminario tenía profesores con simpatías carlistas y usaba textos desfasados

17 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El movimiento revolucionario de septiembre de 1840 significó el triunfo del progresismo liberal y con ello una reactivación de las iniciativas de mejora social, entre ellas, por supuesto, de las de índole educativa. La Junta Revolucionaria que tomaba las riendas del gobierno provincial y que estaba controlada por los líderes del progresismo lucense (como José Ramón Becerra o José Arias de la Torre) tomaría en consideración los aspectos de desarrollo económico y social, y dentro de estos últimos, de una forma muy especial, los de índole cultural y educativo.

Ya en octubre de 1840, uno de los miembros de la Junta Revolucionaria, José Fariña, había expuesto un pesimista análisis de la situación de la enseñanza en la provincia, destacando la imperiosa necesidad de mejorar la instrucción pública. La labor educativa que realizaba el Seminario conciliar no satisfacía a estos liberales que consideraban que en ese centro se utilizaban textos de autores desfasados y que la docencia era impartida por profesores cuando menos sospechosos de tener simpatías con el carlismo.

Otros intereses

No era, por lo tanto, la educación que los liberales deseaban para sus hijos. Por eso, además de proponer la reforma y difusión de la enseñanza primaria, se pretendía instalar Institutos en Lugo, Monforte y Ribadeo cuyos gastos se cubrirían con las rentas de las instituciones eclesiásticas existentes en esas localidades, a las que se unirían los derechos de examen y matrícula de los alumnos. Incluso, si fuese necesario, se propondrían algunos arbitrios provinciales para reforzar su financiación. Cada uno de estos centros tendría un gabinete de lectura dotado con los fondos bibliográficos de los conventos suprimidos, un gabinete de física y química y un jardín botánico; en el caso del instituto monfortino se añadiría una cátedra de agricultura y mecánica y en el de Ribadeo otra de navegación y comercio.

Informe

Este informe de los miembros de la Junta Revolucionaria lucense sería aprobado y remitido al Gobierno de la nación, pero, desafortunadamente, la mayoría de sus proyectos quedaron en el papel.

Sin embargo, las inquietudes educativas de estos liberales lucenses prosiguieron en los meses siguientes, proponiéndose a principios de 1841 la instalación de una biblioteca pública que tendría como base los libros de la episcopal, aunque los eclesiásticos se opondrían a semejante expolio alegando que los volúmenes eran propiedad particular de los obispos frente a la afirmación de los liberales de que se habían adquirido en pública subasta. Al final se impondría el traslado y con ello se abriría la primera biblioteca provincial de Lugo que quedó instalada en dependencias del Seminario y que nombró como bibliotecario al farmacéutico Manuel Anselmo Rodríguez. De todas formas, este establecimiento vivió una confusa situación durante al menos dos décadas, tensionado por las responsabilidades que sobre sus fondos se atribuían la Diputación y el Obispado.

Impulso a la Sociedad Económica de Lugo

Otra muestra de la propicia actitud de la Junta Revolucionaria ante el desarrollo cultural y educativo fue la revitalización de la Sociedad Económica de Amigos del País de Lugo (con antecedentes en 1783 y 1834) que se reinstalaría el 2 de julio de 1841 con la intención de apoyar el desarrollo económico y cultural de la provincia. Una de sus secciones, presidida precisamente por Manuel Anselmo Rodríguez, se orientaba de forma explícita a la promoción de la instrucción pública. En esta su tercera etapa la SEAPL estaría controlada por la burguesía liberal y, por lo tanto, sería una institución dispuesta a colaborar en sus iniciativas educativas.

1842 será, como adelantamos, un año particularmente significativo en el terreno educativo pues en él se concretaron las aspiraciones de formación y de secularización de los liberales lucenses con la creación de dos centros escolares en la capital: la Escuela Normal de maestros y el Instituto provincial de segunda enseñanza

*Antonio Prado Gómez es doctor en Historia. Catedrático jubilado del IES Lucus Augusti

La creación de la Escuela Normal de Maestros

La creación de la Escuela Normal de Maestros hay que conectarla con el Real Decreto de 31 de agosto de 1834 -inspirado por el prestigioso pedagogo Pablo Montesino- en el que se solicitaba que cada provincia del Estado enviase a Madrid dos individuos que deberían formarse en la Escuela Normal central para luego reintegrarse a sus distritos y fundar las Escuelas Normales provinciales, lo que era una forma de uniformar y generalizar la enseñanza primaria por todo el país.