El enlace con la carretera de Lugo se postergó en un primer momento a la espera de que se definiesen los planes de modernización en los que trabajaba la Xunta. También la conexión con la N-120 podía verse afectada en un futuro por la A-76, pero en este caso el horizonte parecía bastante más lejano. Sin embargo, el trazado de la futura autovía acabó por condicionar la comunicación con el puerto seco.
Los 850 metros pendientes desembocan en un tramo de la carretera estatal por el que en principio discurrirá la autovía. Esta circunstancia obligó a la Xunta a adaptar el enlace del puerto seco a las exigencias de Fomento. El proceso de revisión del proyecto se inició a finales del 2015 y hasta el 2018 no se presupuestaron fondos para la ejecución de las obras. La Xunta reserva desde entonces 750.000 euros para la última fase de la conexión con la N-120, que a estas alturas no tiene autorización. ADIF la supedita ahora a que la Xunta costee la supresión de un paso a nivel de una pista del regadío.