Hay vida más allá de los pinares para sacar rentabilidad al monte

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

Un foro plantea en Monforte usos alternativos para reducir el riesgo de incendios

10 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La oleada de incendios forestales del pasado año ha puesto en evidencia una problemática que viene de lejos. El despoblamiento del mundo rural y el consiguiente abandono de la actividad agrícola, la proliferación descontrolada de nuevas edificaciones y una política forestal que olvida la diversidad de cultivos dibujan un escenario cada vez más complejo. De estas y otras cuestiones se habló ayer en Monforte durante una jornada sobre prevención del fuego promovida por la eurodiputada Lidia Senra.

Frente al potencial de especies como pinos e eucaliptos para la propagación de las llamas, los cortafuegos que se practican en los montes son de muy escasa utilidad. La alternativa por la que abogan los expertos que participaron en esta jornada son las barreras verdes. Algo así como cortafuegos de frondosas -castaños y robles, sobre todo- y árboles frutales intercaladas entre coníferas y otras especies propagadoras de los incendios.

Claudio Quintillán, técnico de explotaciones forestales y miembro de la Asociación Galega de Comunidades de Montes, cree que la única solución frente al problema de los incendios es conseguir un monte multifuncional. «Hai que romper coa continuidade dunhas repoboacións que veñen da época franquista e que non mudaron dende entón. Cada comarca ten que sacar partido das súas potencialidades, diversificar o aproveitamento do monte», apunta Quintillán.

Un monte multifuncional, según su definición, es aquel que no solo saca provecho de la madera, sino también de la miel, de las setas, de las plantas aromáticas e incluso del patrimonio. «Hai experiencias que funcionan noutros lugares. Aquí e inviable facelo da noite á maña, pero pódense dar pasos para facelo progresivamente», explica este técnico forestal.

Felipe Castro, agente medioambiental de la Xunta, se centró en su intervención en la prevención del fuego en las proximidades de los núcleos habitados. Según su criterio, la ordenación tradicional del monte ha dado paso a un descontrol que condiciona en muchas ocasiones los operativos de extinción. «A protección dos núcleos habitados colapsa moitas veces os medios, que teñen que centrarse neles aínda que nese momento non haxa risco de que se vexan afectados polo lume», señala.

El principal problema, a su juicio, es que en la década de los cuarenta del pasado siglo la proliferación de pinares rompió con un ordenamiento tradicional «no que o monte estaba onde tiña que estar e non pegado ás casas». Castro incide en la necesidad de recuperar usos del suelo que permitirían proteger las zonas habitadas mediante un cinturón verde de especie arbóreas no propagadoras del fuego.

El cinturón vegetal que se aplicará en Vigo tuvo un precedente fallido en Salcedo

El cinturón verde del que habló Felipe Castro pudo haber sido una realidad en Salcedo, en A Pobra do Brollón, con el gobierno bipartito de la Xunta. La iniciativa obtuvo entonces el apoyo económico de la Dirección Xeral de Montes, pero acabó en un simple esbozo por las dificultades que surgieron en la práctica. «Non é un problema só da administración, tamén hai que convencer á sociedade da necesidade de actuar», afirma Castro. El plan que se frustró en Salcedo consistía en articular un anillo verde en torno al pueblo, la solución que se baraja ahora en Vigo para evitar que se repitan situaciones como la que generaron los incendios del pasado año.

En el caso del interior de Galicia, los expertos asumen que no resulta fácil aplicar este tipo de medidas. Variedades arbóreas como el castaño, ideal para ese tipo de barreras, están afectadas por todo tipo de plagas. Y el envejecimiento poblacional supone, por otro lado, un enorme lastre. «Hai dez ou quince anos para facer algo, porque se non a ver que nos queda nas aldeas», dijo alguien del público.

La obsesión por reforestar

Claudio Quintillán tiene claro que para prevenir con eficacia los incendios no bastan los desbroces que exige la Xunta. «O monte non é un xardín. Non chega con limpalo, hai que darlle uso», subraya este técnico. Para Diego Sánchez Agra, ingeniero forestal, la obsesión por reforestar el monte por completo «é unha barbaridade aínda que sexa con especies autóctonas». «O monte -añade- tivo tradicionalmente pastizais e incluso prado».