Un radical cambio ambiental testimoniado por las aves en Distriz

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

<span lang= es-es >Cuatro especies emparentadas</span>. Ejemplares de papuxa das amoras o curruca capirotada (Sylvia atricapilla), papuxa común o curruca zarcera (Sylvia communis), papuxa cabecinegra o curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) y papuxa picafollas o curruca mosquitera (Sylvia borin).
Cuatro especies emparentadas. Ejemplares de papuxa das amoras o curruca capirotada (Sylvia atricapilla), papuxa común o curruca zarcera (Sylvia communis), papuxa cabecinegra o curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) y papuxa picafollas o curruca mosquitera (Sylvia borin). c. d. romai< / span>

Las jornadas ornitológicas de Monforte revelan una pérdida de biodiversidad

08 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las jornadas de observación y anillamiento de aves que organizaron el pasado fin de semana en la parroquia monfortina de Distriz la Sociedade Galega de Ornitoloxía y el grupo naturalista Hábitat han puesto de relieve la importante transformación que han sufrido las poblaciones de aves y el paisaje tradicional de la zona en las últimas décadas. Las actividades se llevaron a cabo en las mismas áreas donde el importante ornitólogo británico Christopher Mead realizó una serie de estudios de campo en 1965 y 1967. La comparación de los datos obtenidos entonces por este investigador y los que se acaban de registrar ahora indica «un cambio radical» en la avifauna y la vegetación, según indica Cosme Damián Romai, uno de los promotores de estas jornadas.

En los años sesenta, Mead registró la presencia en esta zona de 96 especies de aves. En los pasados días solo pudieron inventariarse 46 especies. Los investigadores capturaron un total de 79 ejemplares de quince de estas especies con el fin de examinar su estado, realizar mediciones y colocarles anillas identificativas para seguir sus movimientos migratorios. Las demás fueron censadas mediante la observación visual y la identificación de sus cantos.

Los investigadores relacionan esta pérdida de biodiversidad con los cambios ambientales que se han producido en la zona en las últimas décadas. «As observacións que fixo Mead no seu día e as explicacións dos veciños indícannos que a paisaxe da zona era entón un mosaico moi variado composto de terras de cultivo, matogueiras e zonas boscosas», apunta Romai. «Hoxe en día a maioría dos cultivos están abandonados e desapareceron moitas sebes que separaban os terreos e que servían de refuxio a moitas especies de aves», agrega.

Espacios más cerrados

Los ornitólogos señalan que esta transformación del paisaje es análoga a la que se ha dado en muchas otras zonas de Galicia. «Antes definíanse estas paisaxes tradicionais como mosaicos agro-silvo-pastorais -señala Romai a este respecto- e agora fálase de mosaicos silvo-agro-pastorais, que son espazos moito máis pechados onde predomina o monte e os cultivos e prados ocupan un lugar secundario».

Todo apunta a que este paisaje mucho menos variado que el que predominaba hace décadas - dicen los expertos- ha acarreado una fuerte disminución de las comunidadades de aves, que ahora están formadas por un número mucho menor de especies, lo que supone una importante degradación medioambiental.

Comunidades de zonas de bosque y de matorral

Los profundos cambios que se ha registrado en el paisaje tradicional de la parroquia de Distriz desde los años sesenta, según los organizadores de las jornadas ornitológicas del pasado fin de semana solo parecen haber beneficiado a ciertas aves vinculadas a las zonas de bosque, como los agateadores y carboneros. «Estas especies non só non só desapareceron, senón que agora parecen máis abundantes que cando as rexistrou Mead», dice Cosme Damián Romai.

No obstante, los ornitólogos puntualizan que la pérdida del paisaje tradicional no ha sido tan extrema como en otras partes de Galicia. La prueba -añaden- es que pudieron capturar ejemplares de cuatro especies de papuxas o currucas, vinculadas a zonas de matorral. Christopher Mead también identificó cuatro especies de este tipo en la zona, pero no eran exactamente las mismas. Ahora está presente en Distriz la papuxa picafollas o curruca mosquitera (Sylvia borin), que colonizó Galicia en los años ochenta. En los pasados días no se registró la presencia de la papuxa real o curruca mirlona (Sylvia hortensis), que fue vista por Mead. En la actualidad, esta especie es muy escasa en Galicia y al parecer solo nidifica en la sierra de Enciña da Lastra.

En todo caso, en opinión de los investigadores, la presencia de las referidas especies indica que en Distriz, pese a los cambios de las últimas décadas, no ha desaparecido del todo el paisaje tradicional al que están ligadas. «En moitas outras zonas de Galicia este medio extinguiuse por completo, que foi o que sucedeu na Costa da Morte, por exemplo, por causa das plantacións de eucaliptos», agrega Romai.

En los años sesenta aún se podían ver en las cercanías del casco urbano de Monforte diversas aves que frecuentan los campos de cereales y las tierras de barbecho, como el sisón (Tetrax tetrax), la codorniz (Coturnix coturnix), la perdiz roja (Alectoris rufa) y la perdiz pardilla, llamada charrela en gallego (Perdix perdix). La presencia de estas cuatro especies fue registrada en su día en Distriz por el equipo de investigadores de Christopher Mead. Ninguna de ellas pudo ser avistada durante las observaciones que se realizaron el pasado fin de semana en la misma zona.

En la actualidad, la perdiz pardilla es una especie seriamente amenazada que está confinada en Galicia a algunas áreas de montaña. Mead pudo avistar un grupo de diecinueve ejemplares en Distriz en septiembre de 1967. Las poblaciones de sisón también se han reducido drásticamente y se limitan a unas pocas parejas en ciertas zonas de la Terrá Chá y la comarca ourensana de A Limia. Esta escasez actual contrasta con el elevado número de ejemplares que registró en Monforte el ornitólogo británico: veintisiete en 1965 y 58 en 1967.

Abandono de los campos

La pérdida de estas especies ligadas a los paisajes agrarios tradicionales se vincula al abandono de los cultivos de cereal, antes muy abundantes en Distriz y en otras partes del valle de Lemos, que se puede atribuir en gran parte a la emigración y a la despoblación de las zonas rurales. «Christopher Mead indicou no seu traballo que ese abandono dos cultivos xa se notaba naquela época, así que é probable que a avifauna ligada a esas zonas fose aínda máis rica en épocas anteriores», comenta Romai.

Los cultivos abandonados fueron en gran parte invadidos por la vegetación silvestre, pero en otros casos se sustituyeron por plantaciones de pinos que no son capaces de sostener a estas poblaciones de aves. Fue lo que ocurrió en el monte llamado Costa do Medio, a escasa distancia de las zonas donde Mead realizó las observaciones que se han repetido en los pasados días. Romai añade que otras zonas antaño dedicadas a cultivos cerealísticos tradicionales se convirtieron en plantaciones de maíz. «No municipio de Bóveda hai algunhas zonas que en teoría poderían albergar sisóns, pero hoxe están plantadas de millo e esa especie non pode manterse neste tipo de cultivos», concluye.