Retención de líquidos: qué es y cómo puedes tratarla

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

La retención de líquidos es más frecuente entre mujeres que en hombres.
La retención de líquidos es más frecuente entre mujeres que en hombres. La Voz de la Salud

Sus causas pueden ser variadas y realizar una dieta baja en sodio no siempre es la mejor alternativa

19 sep 2022 . Actualizado a las 15:59 h.

El edema, más conocido popularmente como retención de líquidos, es el aumento de volumen del líquido en el intersticio que se manifiesta clínicamente por un hoyuelo al presionar la piel. «Se manifiesta sobre todo en los pies y las piernas, por una cuestión postural y favorecido por la gravedad. Con menos frecuencia puede aparecer en otras localizaciones como los brazos, la cara o el abdomen», explica la cardióloga Pilar Mazón Ramos, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Es decir, la acumulación de líquido es más evidente en las regiones del cuerpo donde abunda el tejido laxo como los tobillos o los párpados. 

¿Por qué se produce? «Puede ser por dificultad del retorno venoso y otras veces por cambios en la presión intravascular, que favorece la salida del líquido al espacio intersticial», comenta. Incluso se puede dar una combinación de varios factores. 

¿Cuáles son las causas de la retención de líquidos?

La aparición de retención líquidos puede deberse a múltiples causas, «como enfermedades del corazón, pero también del riñón, el hígado o la tiroides». En palabras de Mazón, no solo tiene que ver con patologías, también «se sabe que el excesivo consumo de sal se puede acompañar de retención de líquidos o en ocasiones, se puede deber a problemas nutricionales como el déficit de proteínas». 

En cuanto a las patologías cardiovasculares con las que se relaciona, una de ellas es la insuficiencia cardíaca: «Fundamentalmente cuando hay un aumento de presión en las cavidades derechas el corazón, se dificulta el retorno venoso y aparece el edema, sobre todo en las extremidades inferiores». Otra es la hipertensión arterial, «ya que la alteración de la función renal o el aumento del consumo de sal pueden provocar retención de líquidos y, además, hay algunos medicamentos antihipertensivos que pueden favorecer la aparición de edemas». De esta forma, los fármacos vasodilatadores utilizados en el tratamiento de la hipertensión arterial, así como otos medicamentos como los corticoides, también se han asociado con retención de sal y líquidos.

La doctora señala que también se asocia con el embarazo, en personas que están mucho tiempo de pie, cuando nos encontramos en ambientes calurosos, tras viajes prolongados sin cambiar de postura o por la dilatación vascular en las piernas. «A veces no se identifica una causa concreta y se interpreta como insuficiencia venosa», precisa.  

Síntomas más comunes de retención de líquidos: 

  • Sensación de pesadez.
  • Hinchazón.
  • Piel estirada o brillante. 
  • Fóveas: depresión en la piel que se mantiene durante un tiempo después de presionar con un dedo sobre la zona en la que se presente edema.

¿Cuáles serían las señales de alarma? Mazón advierte que debe interpretarse como una seria advertencia cuando los síntomas antes mencionados se acompañan de mareos o dificultad para respirar. También cuando se dan signos en la exploración física como hinchazón abdominal o de las venas del cuello que no tengan relación con el calor o posturas. Además, añade: «Siempre es importante hacer una analítica general para descartar enfermedad renal, hepática, tiroidea u de otro tipo».

¿Cómo tratar la retención de líquidos?

Lo primero sería identificar la causa. «Si es provocado por un problema de insuficiencia cardíaca, el tratamiento son los diuréticos. Fármacos que hacen orinar con más frecuencia y eliminan líquidos del organismo. Si es efecto de algún fármaco, se valorará si se puede sustituir por otro. Cuando se debe a un problema nutricional hay que intentar que se haga una dieta adecuada evitando el exceso de sal. En los casos de enfermedad real, hepática o tiroidea, se indicará el tratamiento específico», explica la doctora. 

Aparte de estos tratamientos específicos existirían unas medidas generales de tratamiento en las que se incluirían la práctica de ejercicio físico, acudir a un fisioterapeuta, utilizar medias de comprensión o hacer reposo con una pequeña elevación de las extremidades. 

¿Cómo debe de ser nuestra alimentación si sufrimos retención de líquidos?

«La retención de líquidos puede deberse a varios factores, desde problemas cardíacos a renales. Es verdad que la nutrición puede ayudar, pero dependiendo del problema de base habrá que enfocarlo de una manera o de otra. Por ejemplo, si se trata de una cardiopatía, muchas veces hay que proponer tratamiento farmacológico y otro dietético», aclara Saúl Sánchez, nutricionista. «La hidratación y la alimentación son dos piezas fundamentales en la retención de líquidos para el equilibrio electrolítico entre sodio y potasio», considera Paula Martín Clares, también nutricionista. 

Sánchez considera que, en líneas generales a lo que nutrición respecta y dejando a un lado si existe patología subyacente (que requiere un manejo mucho más preciso), normalmente la retención de líquidos se suele generar «por aportes insuficientes o excesivos de líquido, es decir, de agua y minerales». Sin embargo, recalca que un consumo excesivo de sal en personas que están predispuestas genéticamente, puede dar lugar a retención de líquidos, «sobre todo en mujeres, porque es un problema más frecuente entre mujeres que en hombres». Pero no siempre tiene por qué darse esa relación, y en ocasiones, aunque exista un bajo consumo de sal, también puede presentarse la retención.  

¿Cómo abordar el problema de la retención de líquidos desde la alimentación? En líneas generales, Sánchez explica que se requieren dos puntos: «El primero, hidratarse correctamente, porque la gente que se encharca bebiendo no es positivo y la que bebe muy poco, pues tampoco. Porque se puede crear un mecanismo de defensa conforme se retenga más líquidos o se termine dañando la función renal y a partir de ahí se experimenta el problema. Lo ideal es que la hidratación sea adecuada. No voy a decir dos litros al día para todo el mundo porque depende un poco de la situación individual y las necesidades de la persona». 

El segundo punto a tener en cuenta según Sánchez es que exista un balance electrolítico adecuado: «Eso quiere decir un consumo de entre 2 y 4 gramos de sodio al día, que es lo que marcan las últimas evidencias. También que el potasio se consuma más o menos en la misma cantidad y luego a partir de ahí, el resto de los electrolitos, que se cubran los requerimientos. Una estrategia muy sencilla es incluir frutas y verduras en la dieta. De esta manera va a ser extraño que exista un problema de electrolitos». 

Los electrolitos son minerales que se encuentran en la sangre, la orina, tejidos y otros líquidos del cuerpo. Tienen carga eléctrica y resultan importantes porque ayudan, entre otras acciones, a equilibrar la cantidad de agua en el cuerpo y a transportar nutrientes a las células. Entre ellos nos encontramos el sodio, calcio, potasio, cloruro, fosfato o el magnesio. 

Para las personas que tienden a sufrir retención de líquidos de manera natural, sin una patología de fondo, existen alternativas como el consumo de ciertos alimentos e infusiones. «Sobre todo el té verde y la cola de caballo, funcionan muy bien porque son diuréticas. También la piña es un alimento que puede ayudar a solucionar un poco el problema», asegura Sánchez. «Es preferible consumir alimentos naturales como la carne, el pescado fresco, legumbres y frutas. Debemos evitar alimentos ricos en sal como conservas, productos congelados, ahumados, quesos y embutidos, salsas comerciales, caldos concentrados, alimentos precocinados y comidas rápidas preparadas», añade Martín. Otro punto a tener en cuenta es la práctica de actividad física, ya que las personas sedentarias tienen más tendencia a acumular líquidos y a desarrollar problemas inflamatorios. 

«Además de elegir bien los alimentos que comemos, es importante acertar con el método de preparación. Es mejor utilizar el vapor, los alimentos se cuecen en su propio jugo y conservan todo su sabor. También son adecuados los métodos de cocción seca, como el horno o la plancha, los guisados y los estofados», sostiene Martín. «También es muy importante seguir una alimentación variada y equilibrada en la que abunden alimentos ricos en potasio (mineral que regula los niveles de agua en el organismo). Algunos ejemplos son las verduras de hoja verde, como las espinacas y la col rizada, frutas como la uva, las naranjas, los frutos rojos, y vegetales de raíz o tubérculos como las zanahorias y las patatas, el plátano, la piña o el calabacín», precisa. 

Sánchez considera que recomendar una dieta baja en sodio para todas las personas que sufren retención de líquidos no siempre es acertado: «Es un tema delicado. Básicamente la cantidad de sodio que yo digo es mayor que la que se recomienda a día de hoy. Muchos médicos y organizaciones médicas recomiendan un consumo inferior a 2 gramos de sodio al día y yo apunto entre 2 y 4,5 que son datos recientes. El tema de la sal y la hipertensión es algo que está muy puesto en duda a día de hoy. De hecho, hay algunos estudios que se pueden encontrar, que hablan de que hasta 4,5 gramos de sodio al día pueden llegar a incrementar la esperanza de vida». Añade que se trata de un tema sometido a un debate bastante extenso que habría que tratar «con cuidado», ya que existen personas que reaccionan mucho a la ingesta de sodio como tal y por lo tanto, se puede incrementar un poco su presión arterial en ciertas condiciones, pero hay otras que no.

«Luego influye mucho también el balance consumo de sodio-potasio. Es decir, un consumo de 4 gramos de sodio, si consumes al día 3 gramos de potasio probablemente no genere hipertensión. Como norma general no recomendaría reducir el consumo de sal ni tampoco para controlar la hipertensión, sino más bien, optimizarlo dependiendo de factores individuales y después tener una relación sodio-potasio adecuada porque esto será determinante. Y todo esto, acompañarlo de una buena hidratación».

Esta visión pone un poco en duda todo lo que hasta ahora se creía que era cierto sobre el consumo de sodio y retención de líquidos, por lo que Sánchez insiste en que se trata de un tema delicado: «Pasa un poco como con el colesterol, que la evidencia reciente choca mucho con las recomendaciones que se hacían hasta ahora. Hay muchos médicos que, incluso a día de hoy dicen que a partir de 200 tienes riesgo cardiovascular. Es mentira. El riesgo cardiovascular depende de un contexto muy amplio y utilizar un solo marcador como es el colesterol o el consumo de sal para identificar riesgo es realmente impreciso». El sodio es un elemento clave para garantizar la sensibilidad a la insulina, y al recomendar dietas pobre en él, se corre el riesgo de que la diabetes sea un problema cada vez más frecuente. 

Alimentos que se deben incluir en la dieta contra la retención de líquidos:

  • Infusiones como el té verde o la cola de caballo, por su función diurética. 
  • La piña, que facilita la digestión al poseer unas encimas digestivas que además son antioxidantes y antiinflamatorias. «También facilita la digestión de las proteínas y por lo tanto reducimos la presión hepática renal, y aportan una cantidad muy grande de agua, mejorando el estado de hidratación. Que como comentábamos antes, es una de las causas principales de la retención de líquidos», concluye el nutricionista. 
  • Alimentos ricos en potasio que regulan los niveles de agua en el organismo: verduras de hoja verde como las espinacas o la col rizada; frutas como la uva, las naranjas y los frutos rojos; vegetales de raíz o tubérculos, como las zanahorias y las patatas; así como el plátano, la piña o el calabacín. 
  • «Otros aliados serían las coles, cebolla, apio, pepino, espárragos, calabacín, alcachofas, sandía, ciruela, aguacates, tomate, berros, acelgas o calabaza», concluye Martín. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.