Margarita Priegue tiene TOC, ansiedad y depresión: «Pasé de estar en el infierno de no saber gestionarme, a tener una rutina y hábitos»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martinez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

XOAN CARLOS GIL

Después de sufrir un gran bajón hace dos años, la viguesa cuenta cómo ha conseguido salir adelante y recuperar la confianza en sí misma

16 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«La situación era bastante lamentable, la verdad. No salía de casa porque me encontraba muy a gusto en ella, estaba a salvo», recuerda la viguesa Margarita Priegue. Se remonta al año 2021, un momento en el que se encontraba «muy bajita», en el ámbito emocional: «Tenía ansiedad con la comida, con las compras, con la limpieza… Pasé de un extremo al otro. De ser muy quisquillosa a que me diesen igual algunas cosas. Nada de relacionarme, ni de cuidarme, un abandono en toda regla. Y la ansiedad por la comida llegó a tal punto que acabé engordando treinta kilos en poco más de tres meses». 

En realidad, para explicar el punto de partida de ese bajón, hay que remontarse a veinte años atrás, cuando Margarita decidió ir al médico de atención primaria porque se encontraba muy mal. «Los adolescentes de hoy en día seguro que ya no sufren esta situación, pero en mi caso, que fui muy joven, él no creía que estuviera tan mal», lamenta. Sin embargo, se le acabó derivando a psiquiatría y allí llegó el diagnóstico: trastorno obsesivo compulsivo (TOC), ansiedad y depresión. Cuando volvió a tener consulta de nuevo con el doctor, la situación cambió totalmente: «Ahí sí que me trató mejor, incluso de una forma demasiado delicada. Yo no quería que me tratara tan mal la primera vez, ni con tanto cuidado la segunda. Quería que me tratara normal, como un ser humano. Como lo que era y lo que soy, vamos». 

Miedo a salir

Llegó un momento  en el que Margarita solo salía de casa cuando tenía sesión con la psicóloga o cualquier otro tipo de cita médica. No se relacionaba con amistades y evitaba cualquier tipo de plan que implicase salir de su hogar. «Aprovechaba un día y hacía todos los recados juntos para no salir más». Además, confiesa que, aunque ahora ha mejorado en ese sentido, le resulta difícil gestionar su tiempo libre. «Hay gente que se levanta a su hora, desayuna, hace gimnasia o estudia. En definitiva, se planifica el día. Para mí, no es viable, porque no sé gestionarlo. Tengo que tener el día ocupado, trabajando, estudiando, o viendo la televisión, porque no lo sé gestionar. Es un defecto que tengo». 

Reconoce que, en su entorno, se empezó a hablar de salud mental a raíz de su diagnóstico. «Puede que mi padre tenga una mentalidad un poco más cerrada en ese sentido, pero sí que se empezó a hablar un poco más. Incluso mi sobrino también lo nombra de vez en cuando». Cuando tuvo ese bajón, dice que seguramente fuesen conscientes de que algo estaba sucediendo, «pero mis padres ya tienen bastante con lo suyo y no quería preocuparlos». 

Y llegó una lesión 

Si la situación ya era complicada, se truncó aún más cuando Margarita se lesionó después de sufrir un accidente cuando iba a trabajar. «Me resbalé saliendo del autobús. Iba muy tarde, lloviznaba, me caí y rompí el peroné. Yo creí que lo había torcido y fui a trabajar igualmente, pero cuando fui al médico ya me dijeron que había que operar. Casi me da algo». Estuvo varios meses de baja, lo cual fomentó que su autoestima se viniese abajo: «No me ayudó nada en mi estado de ánimo. Para nada, todo lo contrario, todavía se fomentaba más todo esto».

Fue la trabajadora social de Coia la que, cuando se dio cuenta de la situación en la que se encontraba Margarita, le recomendó ir al centro que tiene Feafes (Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Galicia) en Vigo. Hizo una entrevista con Eva, la psicóloga y, a partir de ahí, decidió participar en un programa de atención integral a mujeres con enfermedad mental de la entidad. 

Desde Feafes explican que Margarita llegó demandando orientación laboral al encontrarse en una baja laboral prolongada. Pero las técnicas que le atendieron consideraron que, además de trabajar el área laboral que ella demandaba, había que fortalecer otras facetas para que se encontrase mejor consigo misma y pudiese encarar mejor los proyectos en los que se pudiese embarcar: «Fue así como entró a formar parte del Programa de Mujeres. En él recibió atención psicológica e integral, y le sentó especialmente bien la participación en los talleres grupales, ya que recuperó la interacción social y recibió mucha validación y refuerzo por parte de sus compañeras».

XOAN CARLOS GIL

«La atención individual consistía en que hablara de los síntomas que tenía, tanto de no salir de casa como del TOC. Porque yo no entendía que si las cosas no eran como yo quería, no pasaba nada. Me generaba mucho malestar. También traté la importancia de la medicación, que es una pata de la silla, cuando para mí, en un principio, era el 90 %. Ahora sé que cosas como salir y autocuidarse, ayudan a la medicación, que esta es solo la base», explica. 

Entre las oportunidades que le proporcionó el programa se encuentran la disponibilidad de tener una cita con la psicóloga periódicamente. «Me atendía de una forma más intensa. En la Seguridad Social vas cada tres o cuatro meses y es mucho más light. Veinte minutos y se olvidan de ti hasta la próxima», lamenta. «En Feafes, al principio, iba mucho más a menudo y eso se agradece porque es cuando peor estás y más lo necesitas. Y en el programa pude conocer otras chicas y darme cuenta que todos tenemos nuestros problemas». 

Al cabo de un tiempo, le propusieron prácticas en una empresa como operaria de conservas. Estuvo contratada unos meses y «ahora me van a hacer fija. Cuando me propusieron las prácticas, pensé: ¿Quién me va a querer a mí? Y ahí estoy, encantada. Ellos dicen que están muy contentos. Y yo se lo agradezco un montón». 

El gran cambio

Haciendo una comparación entre la Margarita del 2021 y la de ahora, asegura que «todo» ha cambiado: «Pasé de estar en el infierno de no saber gestionarme, a tener una rutina y hábitos que, en mi caso, son absolutamente necesarios. Tener un trabajo, disfrutar del fin de semana con amistades o conocidos. Eso a mí, me hace mucho bien». 

Comenta, emocionada, que se encuentra «fantásticamente». A sus 45 años, dice que le encantaría, en un futuro no muy lejano, crecer profesionalmente: «Me gusta aprender, siento mucha curiosidad en general, por lo que no me pongo límites. Cuando antes, me ponía todos. Espero estar así de bien una temporada». Margarita logró estudiar, a pesar de los efectos secundarios que sufría por la medicación. «Cuando me puse a estudiar, le dije a la psiquiatra que adaptara la medicación», detalla. 

«Tengo una licenciatura y muchas cosas hechas, pero como tenía la autoestima muy bajita, nunca apliqué para mis títulos. Ahora siento que ya va siendo hora de recuperar todo eso», confiesa. Repite, en varias ocasiones, «ojalá quedarme como estoy», porque su autoestima, ha mejorado mucho. «A pesar de que estoy más enorme que nunca, me siento más contenta y valorada. Tengo un trabajo y vida social. Mi confianza en mí misma ha mejorado cien por cien. Y eso, vale un imperio». 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.