Insomnio, obesidad, miopía y otros problemas de salud que causa el móvil

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Los teléfonos móviles nos han convertido en «homo tecnologicus»
Los teléfonos móviles nos han convertido en «homo tecnologicus» La Voz de la Salud | iStock

Varios especialistas ponen el foco en las consecuencias que un uso excesivo de los dispositivos móviles puede tener para nuestra mente y nuestro cuerpo

17 jun 2022 . Actualizado a las 12:47 h.

Nada más despertar, ya estamos desbloqueando el móvil. Las seis pulgadas de pantalla de un smartphone promedio se han convertido en nuestra ventana al mundo: a través de ella, consultamos el tiempo, nos enteramos de las noticias y mantenemos el contacto con nuestros seres más queridos. El móvil es nuestro reloj, nuestro tocadiscos y nuestro supermercado. Contiene todos los mapas del mundo y la enciclopedia más vasta y colaborativa creada por la humanidad. Si El Aleph de Borges se ha materializado en un objeto, ese objeto es el móvil. Pero a pesar de su extrema utilidad, el móvil también está empeorando nuestra salud.

Es probable que nadie se sorprenda al leer estas líneas: aunque la historia del smartphone es todavía muy corta, se sabe, desde hace ya años, las consecuencias que el uso asiduo de estos dispositivos puede llegar a tener. Estamos hablando de problemas que van mucho más allá de una dependencia psicológica. Desde la alimentación hasta el sueño, son múltiples los procesos biológicos que el cuerpo debe llevar a cabo día a día y que pueden verse alterados por el uso del teléfono. Estas son algunas de las formas en las que la tecnología interfiere en nuestra salud.

Problemas musculares

Si pasas mucho tiempo encorvado para mirar el móvil, es posible que desarrolles lo que en inglés se denomina «text neck», o dolor de cuello por culpa de los mensajes de texto. «Los problemas más frecuentes que nos encontramos a nivel neuromusculoesquelético son dolencias a nivel cervical, que en algunos casos también pueden afectar a nuestros brazos. También vemos dolencias a nivel dorsal y lumbar, con afectación en este último caso de nuestras piernas. Es decir, la mayor parte de la patología derivada del uso de las tecnologías incide en nuestra columna», observa Miguel Soro, miembro de la junta permanente de la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF).

«El síntoma más común es el dolor cervical, pero cuando el problema se agrava, podemos llegar a tener otro tipo de síntomas, como podría ser dolor de cabeza, mareos, entumecimiento o incluso hormigueos en alguna extremidad», advierte Soro. Esto, explica el especialista, no solo se debe a uso de dispositivos móviles sino al hecho de que todas esas horas de uso (o abuso) de la tecnología no se suelen ver contrarrestadas con una cantidad suficiente de actividad física. «La aparición de este cóctel de síntomas se está dando cada vez en más casos y es algo derivado del estilo de vida sedentario que tenemos actualmente», señala.

Por otro lado, sostiene Soro, «es probable que el crecimiento tan grande del uso de la tecnología en los últimos años afecte a nuestra postura corporal, esto es algo que observamos en la clínica». Sin embargo, aclara: «Lo que nos está llegando gracias a la evidencia científica en estos últimos años es que no existe una postura correcta. El cuerpo humano está diseñado para moverse, por lo que cuanto más tiempo estamos parados, más sufre, y más problemas nos va a ocasionar».

En este sentido, el sedentarismo y la inactividad son nuestros principales enemigos, con lo cual, todo dependerá del uso que le demos a nuestro dispositivo. Aunque estar sentados pasivamente viendo contenidos en redes sociales no es lo ideal, también existen apps que nos ayudan a llevar un registro de nuestros entrenamientos, o directamente nos permiten seguir una clase de yoga o un entrenamiento con solo elegir un vídeo y reproducirlo. Videojuegos como Pokémon Go han propuesto instancias de movimiento a través de espacios urbanos en las que se complementa el uso de la tecnología con la caminata.

Lo importante, destaca Soro, es mantenerse en movimiento. «Estamos intentando informar a la población, y más en los tiempos actuales, de que debe moverse más, y si por trabajo o por cualquier otro motivo deben pasar muchas horas sentados o parados, que hagan muchos descansos activos, porque esa probablemente es una de las mejores armas que tenemos para prevenir la aparición de problemas. Debemos insistir en que la mejor prevención son unos hábitos de vida saludables. Un buen descanso, una buena alimentación y la realización de ejercicio físico, y en particular sabemos que el ejercicio de fuerza está cobrando mucha importancia hoy en día, son las bases para la mejor prevención posible», dice el fisioterapeuta.

¿Cómo podemos aliviar los dolores musculares que vienen del uso del móvil? Soro aconseja atacar el problema de raíz asistiendo a consulta: «En muchos casos, la utilización de ejercicio, estiramientos o calor son armas que la gente puede utilizar cuando tiene molestias, y que en muchos casos pueden ir bien, pero es necesaria una evaluación del individuo para determinar cual es el tratamiento más indicado».

Obesidad y problemas gástricos

A simple vista, quizás pueda parecer que el uso de dispositivos móviles no guarda ninguna relación con nuestra conducta alimentaria. En cualquier caso, podríamos pensar que tener acceso a internet en todo momento puede facilitarnos el pensar en qué cocinar, encontrar recetas y aprender más sobre distintos métodos de preparación de alimentos. Hasta aquí, todo bien. El problema es cuando llevamos el dispositivo a la mesa: los últimos estudios apuntan a que comer frente a una pantalla es sumamente perjudicial para nuestra salud.

«Es habitual encontrarnos con que comemos frente a dispositivos, ya sea la televisión o el ordenador, la tablet, el teléfono. Incluso niños cada vez más pequeños están acostumbrados a comer frente a los dispositivos. Y las consecuencias que tienen estos hábitos son a distintos niveles. En primer lugar, afecta a la sensación de hambre y saciedad. Esto hace que comamos más, no somos conscientes de la cantidad que estamos ingiriendo. No prestamos atención a la comida y no nos saciamos. Luego, los dispositivos electrónicos hacen que comamos más rápido. Podemos comer con más ansiedad e ingerimos más cantidad de la que comeríamos si no tuviésemos distracciones», señala María de la Calle Esteban, nutricionista miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid (Codinma).

«No prestar atención a la comida hace que sea más probable que comamos más o sigamos comiendo aunque ya no tengamos hambre. Esto puede llevar a un sobrepeso o una obesidad. El problema es que el dispositivo nos distrae de cuánto estamos comiendo. El foco lo estamos poniendo en el estímulo visual en vez de en el gusto», apunta de la Calle.

Y este no es el único problema. Cuando comemos sin prestar atención al plato y los alimentos, estamos introduciendo un exceso de aire en nuestro sistema digestivo. «Puede haber problemas digestivos como la aerofagia, que sería la ingesta excesiva de aire al comer rápido y no masticar bien los alimentos. Puede provocar distensión abdominal o dolor en la tripa, gases o digestiones más pesadas», explica de la Calle.

¿Cómo podemos evitar estos problemas? Simplemente hay que dejar de lado el móvil mientras comemos. Pero también es buena idea evitar, durante las comidas, las pantallas en general. Esto implica comer sin ver la televisión y dejar de comer frente al ordenador en las jornadas de trabajo. «Hay que intentar separar el lugar de trabajo del lugar de comer. Normalmente, en los trabajos suele haber una sala donde puedes ir a comer. Intentar dejar de lado el ordenador e irte a otra sala, hablar con los compañeros, dejar el teléfono y salir fuera o a un restaurante», propone de la Calle.

Aquí es clave construir hábitos desde la infancia, lo que puede ser difícil cuando los niños están acostumbrados a comer viendo vídeos. «Incluso en los restaurantes cuando vamos a comer podemos encontrarnos con niños que están todo el rato comiendo con el teléfono o tablet en la mesa. El consejo que daría es intentar comer con la televisión apagada y sin mirar dispositivos. Hablar con la familia, contarnos cómo nos ha ido el día. Si comemos sin ningún dispositivo, damos el ejemplo y ellos van a aprender», recomienda la nutricionista.

Dormimos peor por culpa del móvil

Uno de los grandes problemas en nuestra sociedad es la privación de sueño. En general, las personas duermen menos de lo que necesitan, y esto está asociado principalmente a alteraciones en nuestros ritmos circadianos. Se sabe que este ciclo de unas 24 horas se regula en el cerebro en base a la luz que perciben los ojos. El problema de estar pendientes todo el tiempo del móvil es que su pantalla emite luz azul. La particularidad de esta luz es su longitud de onda, que interfiere con la producción de melatonina, la hormona reguladora del sueño.

La melatonina, explican los expertos, es producida por el cuerpo en ausencia de luz. Por esta razón es que se insiste en que una de las claves para poder dormir bien es evitar el uso de pantallas y dispositivos al menos en las dos horas previas a irnos a la cama. Como alternativa, las propuestas de leer un libro o tomar un baño relajante pueden ser útiles para ayudarnos a establecer una rutina nocturna, lo que también contribuye a la calidad del sueño.

Miopía y fatiga visual

La luz de las pantallas no solo interfiere con el sueño. Nos afecta a nivel ocular causando dos grandes problemas. «El principal y más frecuente es la fatiga visual, que se expresa con síntomas como sensación de ojos secos, irritación o enrojecimiento ocular, visión borrosa, lagrimeo u ojos llorosos, dolor de cabeza y falta de concentración», explica el doctor Alfredo Ferrer, médico y cirujano oftalmólogo secretario de la Asociación Profesional de Oftalmólogos de España.

En segundo lugar, está la miopía, una alteración que hace que veamos borrosos los objetos que se encuentran a una cierta distancia o, en otras palabras, que veamos mal de lejos. «Hay investigaciones que sugieren que existe una relación entre el tiempo frente a la pantalla, la distancia de trabajo con la pantalla, y el desarrollo o el incremento de la miopía. Un estudio demostró también que cuanto más tiempo estamos al aire libre durante la infancia, más lentamente progresa la miopía», señala Ferrer.

Cabe destacar que, mientras la fatiga visual es pasajera y es más bien frecuente en la edad adulta, los niños, cuyos ojos están aún en desarrollo, son más propensos a desarrollar miopía a edades tempranas, problema que puede ser permanente.

Problemas auditivos

Que el ruido y la música a volúmenes elevados son perjudiciales para nuestros oídos no es ninguna novedad. El problema que representa la pérdida de audición es que, una vez que ocurre, no se recupera la salud auditiva. Por eso, en el 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba ya acerca de la afección que ocasiona el hecho de escuchar música con auriculares desde el teléfono móvil.

«El 50 % de la población mundial de entre 12 y 35 años (unos 1.100 millones de personas), podría tener una pérdida auditiva irreversible debido a los sonidos estridentes a los que se expone escuchando con audífonos la música transmitida desde un teléfono móvil», advierte la OMS. Las proyecciones del organismo calculan que, para el año 2050, más de 900 millones de personas tendrán una sordera discapacitante, en gran medida a causa de estas malas prácticas.

Los jóvenes, en particular, están en riesgo de padecer estos problemas, que van más allá de la pérdida de audición. «Además de la sordera o pérdida parcial del oído, los usuarios de estos aparatos pueden desarrollar tinnitus o acúfeno, una afección que se manifiesta en la sensación de un sonido agudo constante que no proviene del exterior», observa la OMS.

En los niños, el problema se acentúa, ya que, según señala un informe de la ONU, la pérdida de audición debida al ruido tiene un impacto en la adquisición del lenguaje y en el aprendizaje de los más pequeños. La exposición crónica a ruido se ha asociado a su vez con síntomas de ansiedad.

Por estos motivos, los expertos aconsejan no escuchar música con auriculares durante más de una hora al día y, en todos los casos, hacerlo a un volumen bajo, inferior a los 85 decibelios. ¿Cómo lo controlamos? Si no escuchas a los demás cuando llevas los auriculares puestos, el volumen está demasiado alto, señala la OMS. También es buena idea escoger auriculares con cancelación de ruido, ya que estos permiten utilizar volúmenes más bajos.

Ansiedad y dependencia

Estar constantemente pendientes del móvil es un verdadero problema para nuestra mente. No solo afecta a nuestra capacidad de concentrarnos en otras cosas, sino que puede llevarnos a una verdadera dependencia. Como explica a La Voz de la Salud la psicoterapeuta Claudia Pradas, «Internet, de por sí, es una herramienta que te genera esa adicción. Las redes sociales ya tienen una mecánica adictiva. Ya están hechas para que las consumamos, para que nos generen una dopamina, un bienestar y placer al consumir contenido o participar de una comunidad online».

En particular, jugar a videojuegos puede provocar cambios neuronales relacionados tanto con la estructura como con la organización funcional de ciertas regiones del cerebro vinculadas a la atención, la percepción, la memoria y las funciones ejecutivas. «Los juegos tienen un sistema de recompensas muy interesante. Cuando terminas un logro, te ganas esa sensación de recompensa, es decir, una descarga de dopamina. Esto tiene una base biológica muy marcada. Por tanto, pueden generar adicción», señala Pradas.

Pero tener esta ventana al mundo constantemente abierta tiene otros problemas asociados. Especialmente, el estar recibiendo todo el tiempo notificaciones puede hacernos daño. «La entrada de información constante repercute. El móvil tiene un efecto anestesiante. Por un lado, sí que los sentidos están funcionando y parece que la mente piensa, pero no. No piensa, solo está reproduciendo los pensamientos que ve. Y el cuerpo interpreta igual las ideas sean verdad o sean mentira. El cuerpo reacciona igual frente a información que es sobre nosotros que aquella que no. Entonces, tenemos un montón de información que no es para nosotros bombardeando nuestro cuerpo, porque lo que viene, viene. No escoges lo que te llega. La tecnología es una forma inmediata de recibir información. Eso hace que el pensamiento no pueda descansar, no se acostumbre a escuchar el silencio y el murmullo de pensamientos que se dan cuando está parado sin hacer nada», observa la psicóloga María del Carmen González, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

Esto quiere decir que la ansiedad provocada por el móvil va más allá de algo que afecta solamente al cerebro. «El cuerpo va a actuar igual si la información te afecta directamente a ti o si no. Tu cuerpo se pone activo. Los hombros se ponen más duros, la mandíbula se pone más dura. Y esa postura, mantenida durante mucho tiempo, acaba produciendo dolores y tensiones. Y a nivel social y emocional, uno se vuelve más hostil frente a los demás», señala González.

En definitiva, conocer estos riesgos asociados a la tecnología no debe ser una causa de pánico. Lo importante es que logremos un equilibrio. como apunta Claudia Pradas, es fundamental que el uso que hagamos de nuestros dispositivos sea consciente y que podamos distinguir cuándo nos está siendo útil y lo estamos disfrutando, y cuándo se convierte en una fuente de problemas.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.