Marisol Soengas, experta en melanoma: «Hay que hacer seguimiento a los lunares porque son células con alteraciones que están durmientes»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La científica gallega Marisol Soengas promovió la iniciativa Conócelas para difundir la investigación sobre el cáncer en colegios
La científica gallega Marisol Soengas promovió la iniciativa Conócelas para difundir la investigación sobre el cáncer en colegios Suso Rivas

Gallega y directora del grupo de investigación de este tipo de tumor en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, habla del avance de tratamiento en esta enfermedad

01 jun 2022 . Actualizado a las 18:11 h.

Marisol Soengas (Agolada, 1968) es una de las gallegas que pone la ciencia por todo lo alto. Es experta en melanoma, una líder en su investigación, y además, lucha por visibilizar a todas las marisoles que como ella dedican su carrera al estudio de este y otros tumores. Primero trabajó con Margarita Salas, y después, decidió continuar en Nueva York y en Míchigan. Ahora, es directora del grupo de Melanoma en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y vicepresidenta de la Asociación Española de Investigación contra el Cáncer (Aseica).

—La primera pregunta, ¿por qué es tan peligroso el melanoma?

—Es un tumor peligroso porque, con lesiones muy finitas de poco más de un milímetro de grosor, tiene la capacidad de desarrollar metástasis. Preocupa mucho por esa capacidad invasiva. Luego, también por la incidencia, porque es un tumor que está en continuo aumento desde los últimos 30 años, algo que se relaciona, en parte, con las quemadura solares, aunque no sea el único factor. Y además, también preocupaba porque estas células son tan agresivas que no respondían bien al tratamiento.

—Esto ha avanzado mucho, ¿no?

—Sí. Es más, hace poco más de quince años, la vida media de un paciente con melanoma metastásico era poco más de un año, y solo el 15 % respondía al tratamiento. En este momento, en ensayos clínicos, del 60 al 70 % de los pacientes están respondiendo, y además, se está demostrando una respuesta duradera de más de cinco años. Un avance muy importante para la ciencia y la investigación. Lo que pasa es que todavía hay muchas personas en las que esto no ocurre, y por eso se tiene que seguir investigando las causas del inicio del melanoma, el origen de la resistencia a esa terapia.

—Precisamente, me habla usted del inicio del tumor, ¿cómo empieza?

—El nombre de melanoma viene de melanocito, y melanocito de melanina, que son las células responsables de que nos pongamos morenos. Hay que pensar que cada vez que nos ponemos morenos, estas células se están activando para impedir que haya daño en la piel. Lo hacen porque han detectado que puede haber problemas o alteraciones del ADN. Es más, el hecho de que nos pongamos morenos es una respuesta de protección porque ya ha habido un daño. Mucha gente todavía no sabe que los lunares son grupos de melanocitos que están alterados. Tienen color, y los vemos, porque son miles de células acumuladas. Son células que se han empezado a multiplicar, pero están paradas porque el organismo tiene mecanismos de supresión tumoral. Para la mayor parte de nosotros, esos mecanismos van a durar toda la vida, pero en algunas ocasiones, pueden dejar de funcionar y es cuando aparecen los melanomas. De ahí que haya que hacer un seguimiento de los lunares, porque son células con alteraciones de daño en el ADN pero que están paradas o durmientes.

—¿El melanoma siempre empieza por un lunar?

—No. Siempre empieza por un melanocito que se altera. En el 35 o 40 % de los casos, sí se debe a que un lunar cambia. Sin embargo, hay muchos melanomas que comienzan con una célula que se altera y se escapa de todos los mecanismos de control.

—Para que quede claro, ¿la radiación ultravioleta del sol es el principal enemigo de nuestra piel?

—La radiación ultravioleta, y sobre todo, las quemaduras solares que ocurrieron en la infancia y en la adolescencia, son factores de riesgo porque la piel tiene memoria. Pero no todos los melanomas aparecen en zonas expuestas al sol, hay otros cuyo origen no está ahí y por eso nos interesa mucho encontrar otros factores de riesgo. Algunos se deben a la propia dotación genética del individuo. Por ejemplo, la gente que tiene una piel muy clara, con muchos lunares, que no se suele poner moreno o los pelirrojos tienen un mayor riesgo. Por otra parte, también hay otros factores que no se conocen muy bien y que están relacionados con situaciones de estrés, con la dieta, o incluso con la microbiota. Todavía nos quedan muchos elementos por conocer del origen del melanoma.

—Vaya, que la piel perdona pero no olvida.

—Tiene memoria. Los melanocitos son células que tenemos en nuestra piel durante toda nuestra vida. Entonces, si nos vamos quemando, se producen alteraciones. Si eso ocurre durante muchos años, al final, y de manera conjunta, puede aparecer un melanoma. Por eso insistimos en que hay que proteger a nuestra piel y hacer un seguimiento de ella.

—¿Cuál sería la recomendación número uno para evitar quemaduras?

—El sol es beneficioso y no hace falta que estemos escondidos en la oscuridad. Produce vitamina D y eso es importante. Sin embargo, lo que tenemos que evitar es una exposición excesiva, sobre todo en las horas centrales del día, y cambiarla por paseos en la mañana o en la tarde. Al usar fotoprotección también hay que recordar que la capacidad de protegernos depende de cada persona y de su piel. La protección 20, por ejemplo, quiere decir que ese factor de protección solar extiende 20 veces el tiempo para no quemarnos (entiéndelo todo sobre la protección solar). Hay gente que tarda cinco minutos, y otros una hora. Otro enemigo que se ha demostrado son las cabinas de bronceado.

—¿En qué estado se encuentra el tratamiento del melanoma?

—A este respecto se ha avanzado mucho en entender mejor las alteraciones moleculares que tienen estos tumores. Se han identificado mutaciones que son muy frecuentes, y el tratamiento dirigido permite tener unos inhibidores específicos para estas mutaciones. Lo que ocurre es que el melanoma es el campeón de las mutaciones, y por lo tanto, también presenta muchos mecanismos de resistencia a estos fármacos dirigidos. Por ello, la gran revolución ha sido la inmunoterapia, que es conseguir que el sistema inmunitario reconozca las células tumorales y las eliminen.

—¿Se sigue haciendo muy difícil el diagnóstico?

—Sí, el diagnóstico diferencial de los melanomas es muy complicado. Hay una regla básica que es la del ABCDE. A de asimetría, b de bordes, c de color, d diámetros, y e de evolución. Si un lunar tiene alguna de estas características hay que ir al dermatólogo para que lo revise. Pero algunos se escapan de estas reglas, y muchos melanomas se presentan de una forma muy regular haciéndose pasar por lunares. De ahí que el diagnóstico sea complicado.

—La tecnología ayuda en este sentido.

—Claro. Aquí también se ha avanzado muchísimo. Primero en técnicas de dermatoscopia, para que los dermatólogos puedan visualizar mejor los lunares y melanomas. También en lo que respecta a la inteligencia artificial. Se ha conseguido crear algoritmos, enseñar a ordenadores a que sean capaces de diferenciar entre lunares y melanomas. Se les han presentado miles de fotografías para que sea capaz de distinguirlos. Lo que pasa es que en el mundo real es más complicado, porque depende de cómo se toman esas fotos. Con todo, será una herramienta muy útil. De la misma forma, tenemos aplicaciones que no están aprobadas pero que pueden utilizarse para hacer un seguimiento de los lunares. Así que la inteligencia artificial no sustituirá a los especialistas, pero será muy importante.

—Digamos que el tratamiento de un melanoma tiene éxito, ¿podría reaparecer? Lo pregunto por el hecho de que la piel tenga memoria.

—El melanoma es un tumor que si se elimina a tiempo, antes de que se disemine por el organismo, el pronóstico de los pacientes es muy bueno.

—¿Cuáles son los retos a los que se están enfrentando en su laboratorio?

—Tenemos varias cuestiones pendientes. Estamos intentando mejorar este diagnóstico y separarlo de los melanomas. Nos interesa descubrir el código de barras de los melanomas, qué es lo que los define y que los hace más agresivos que otros tipos tumorales. También nos interesa visualizar cómo se inicia y diseminan. Por ello, hemos diseñado unos modelos experimentales que se llaman met-alert, los cuales se iluminan cuando se activa el proceso de metástasis y nos permite descubrir nuevos genes así como probar nuestros fármacos. Luego, también hemos avanzado en términos de inmunoterapia para entender cómo los melanomas se escapan del sistema inmunitario y cómo podemos intentar desactivar sus defensas.

—¿Qué saben acerca de la forma en la que se escapan?, ¿tienen alguna pista?

—Hay diferentes maneras. Para que una célula se reconozca por parte del sistema inmunitario, se tiene que ver como maligna, pero los melanomas consiguen esconderse de manera que parezcan células normales. Después, logran, de una manera muy activa, bloquear el reclutamiento de células del sistema inmunitario. Por eso han sido tan eficientes.

«Casi todos los premios tienen nombre de varón»

—Por último quiero preguntarle acerca de Conócelas, que desarrolla desde Aseica (Asociación Española de Investigación contra el Cáncer), y que este año ha tenido su segunda edición. Ha sido un éxito, ¿no?

—Así es. Conócelas es una de las acciones que he desarrollado con más ilusión dentro de Aseica. Es una iniciativa que surge para dar visibilidad a las mujeres que trabajan en la investigación de este tipo de tumores, después de darnos cuenta de que, cuando íbamos a centros educativos (incluso universidades) poca gente sabía decir más de un nombre. Además, vimos que muchos niños y niñas siguen considerando que la ciencia es muy difícil, y que, especialmente, las mujeres investigadoras son mujeres raras y oscuras. Así, conseguimos poner en contacto a más de 235 investigadoras con más de 11.000 alumnos y alumnas por toda España. Dentro de la acción, tuvimos charlas iniciales y ahora vamos a lanzar un mapa interactivo, porque queremos que se pueda saber qué científicas hay y quiénes son. Además, concedemos dos premios a los centros educativos que más se impliquen, y 40 premios con nombres de mujer a las investigadoras más activas. Esto último nos parecía muy importante porque casi todos los premios tienen nombre de varón, y nuestra intención es visibilizar a una serie de mujeres.

—Supongo que ahora hay mayor presencia de mujeres en los laboratorios. ¿Hasta qué punto se ha avanzado en este sentido?

—Hemos avanzado muy poco. De hecho, vamos a presentar unas cifras de un informe que ha realizado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que muestran que, en los puestos iniciales, hay un 50 % de mujeres, pero en puestos de responsabilidad, el porcentaje baja, aproximadamente, hasta el 26 %. Si vamos a las universidades, por ejemplo, vemos que menos de un 25 % de las mujeres son rectoras. Por eso, nosotras siempre insistimos en que no somos muchas, y que desde luego son muy necesarias campañas como esta. A veces nos dicen que es cuestión de tiempo, y no es así. Venimos arrastrando esa minoría en puestos de responsabilidad desde hace más de 15 o 20 años. Ya ha habido mucho tiempo para que las mujeres hayan llegado.

—Incluso para la investigación, ¿no es así?

—Eso es muy importante. No solo en ensayos clínicos, sino incluso, en los laboratorios, porque muchos estudios se hacían con modelos de animales que eran solo machos. No se tenía en cuenta la perspectiva de género, no se estaba considerando específicamente a la mujer. Hay un caso muy conocido. Los síntomas de ataque cardíaco no son los mismos en ellos que en ellas. Con todo, esto está cambiando porque los grandes organismos internacionales, tanto para la concesión de fondos como para la evaluación de estudios clínicos, insisten muchísimo en que haya esta perspectiva.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.