Trump impone la paz en Gaza a Netanyahu y se propone presidir el organismo que supervisará el nuevo gobierno
INTERNACIONAL
El presidente estadounidense presenta una propuesta de veinte puntos sin el visto bueno de Hamás y abriendo una crisis política para el dirigente israelí. La Autoridad Palestina, países árabes y europeos aplauden el plan
30 sep 2025 . Actualizado a las 11:53 h.La paz en Gaza se asoma por la Casa Blanca. Tras meses de presiones y descréditos internacionales a Israel por la masacre de palestinos en su campaña contra Hamás —que ya deja cerca de 66.000 muertos—, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se vio obligado a apretarle las tuercas al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y se citó con él en la Casa Blanca para que diera el visto bueno al plan de paz para crear la Riviera del republicano para poner fin a la sangre en la Franja que, como dijo el propio multimillonario, «traerá la paz, más allá de Gaza, a todo Oriente Medio», aunque sin que ninguno mencionara el destino de los palestinos y sin contar con el visto bueno de Hamás.
A pocos días de la entrega del Nobel de la Paz, Trump buscaba la última medalla para su currículo. Ucrania se atraganta aún, pero podía intentar enmendar lo que ya toda la comunidad internacional reconoce como un genocidio. De hecho, el mismo presidente aseguró que el acuerdo supone «un gran día para la civilización», ya que la iniciativa ha sido también apoyada por los países árabes [Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Catar entre otros] y por los países europeos y busca una proyección pacífica más allá de Palestina. «Podremos acabar con la muerte y destrucción que hemos visto durante siglos y abrir un capítulo de seguridad», alegó Trump en la rueda de prensa conjunta, en la que dedicó gran parte de su discurso a detallar el enorme apoyo internacional a su propuesta de paz.
Para el presidente, también supone un logro que «los rehenes van a volver a casa, los cuerpos de los jóvenes también», porque, según él, Hamás debe rendirse porque «son los únicos que faltan por decir que sí al acuerdo». Para el multimillonario, «han dedicado demasiado tiempo a construir túneles» en lugar de procurar el bienestar de su gente, a pesar de que la Franja sufre un bloqueo absoluto desde el 2006. Y añadió que la oposición a crear un Estado palestino sigue en pie y que la ofensiva de Netanyahu continuará si rechazan su oferta de paz, además de lanzar un dardo a los países que lo reconocieron en la Asamblea de la ONU: «Lo hacen porque están cansados de ver lo que lleva pasando tantos años». A lo que Netanyahu aseguró que la Autoridad Palestina «tendrá que transformarse» casi por completo para considerar esa posibilidad.
El primer ministro israelí, no obstante, se lleva una mochila con piedras de la Casa Blanca. A pesar de que su «mejor amigo» le dijo que la paz es un logro para «coronar» su carrera política, la continuidad bélica de su operación en Gaza, que era también extensión de su supervivencia política, podría llegar a su fin si Hamás se rinde. Pero tocaba discreción, y aseguró que el plan de Trump «satisface los objetivos» propuestos en la operación Carros de Gedeón II para asaltar Gaza. «Bajo su liderazgo, damos el paso para finalizar la guerra y alcanzar la paz para el día después de Hamás», aseguró para detallar que la desmilitarización de Hamás y la creación de una administración civil sin el grupo ni la Autoridad Palestina serán parte de la victoria «sin derramamiento de sangre», pese a la masacre.
Aun así, tendrá que resolver unas renovadas tensiones con sus socios ultras de Gobierno. Ya esta mañana, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, aseguró que Israel permanecerá «para siempre» en el enclave palestino y desafió toda solución para Gaza que no pase por su colonización. De hecho, calificó las disculpas del primer ministro con su homólogo catarí Mohamed al Thani [por el ataque a la delegación de Hamás en Doha] de «serviles» y «vergonzosas». Si Netanyahu no consiguiera apaciguar los ánimos de sus socios de Gobierno tras pactar la paz con Hamás, podría caer y abrir paso a elecciones. Algo que no interesa al primer ministro israelí dado su deseo de reconfigurar legalmente el poder judicial para evitar ser condenado por corrupción.
Reconciliación exterior
El acuerdo partía de un contexto complicado para Washington y Tel Aviv tras la Asamblea General de la ONU. El plantón general a Netanyahu en la misma, el auge de la oposición a la guerra en la sociedad estadounidense por la crisis humanitaria y el creciente movimiento político propalestino [con olas de reconocimiento al territorio como Estado] terminaron por acorralar a ambos líderes. Especialmente tras el bombardeo de Doha, que creó una brecha entre la petromonarquía y EE.UU. que tenía visos de entorpecer el avance hacia la normalización de relaciones entre Israel y el mundo árabe.
Por ello, ambos líderes abrazaron la idea de que alcanzar la paz con los vecinos de Israel está en el horizonte de este acuerdo. «Los Acuerdos de Abraham muestran cómo los países mejoran cuando trabajan al lado de Israel. Ya no hay otra opción [que aceptarlos]», refirió Trump. «Podemos devolverle la energía, podemos expandirlos a más naciones árabes y musulmanas. No va a ser fácil, pero vamos a triunfar», agregó Netanyahu.
Aunque Trump también recordó su experiencia con la «corrupta ONU» para volver a arremeter contra el organismo internacional y recordar que «no hicieron nada» para que este plan prosperase, dejando el mérito a los «liderazgos» de la Casa Blanca y Oriente Medio.
Un plan de 20 puntos para acabar la guerra
La cita entre Trump y Netanyahu tuvo lugar después de que hace tres días el Times of Israel filtrara el plan completo con 20 puntos sobre el futuro de Gaza. Un texto que resume en realidad el plan de la Riviera del presidente norteamericano pero que añade algunos matices sobre cómo se gestionará el enclave palestino una vez Israel acabe con Hamás, condición sine qua non de Tel Aviv para acatar cualquier pacto que termine el genocidio.
El texto recoge que Gaza será una zona «libre de terrorismo» una vez que el Movimiento de Resistencia Islámica se «rinda». A sus miembros se les concederá la amnistía, pero antes deberán deponer las armas y entregar a todos los rehenes que quedan en la Franja. Los combatientes podrán elegir entre irse o quedarse «pacíficamente». A cambio de la entrega de los rehenes, más de un millar de palestinos serán liberados de cárceles israelíes.
El plazo para esta fase es de 72 horas. Concluidas, el Ejército de Israel se retirará paulatinamente y se pondrá fin oficialmente a la guerra. Entonces, se permitirá la entrada de ayuda humanitaria gestionada por la ONU y la Cruz Roja, a razón de 600 camiones diarios. Además, se creará un «gobierno temporal de transición de tecnócratas palestinos, quienes se encargarán de brindar servicios cotidianos a la población», presidido por Trump y coordinado por el ex primer ministro británico Tony Blair y con los países árabes y europeos como agentes a consultar hasta que la Autoridad Nacional Palestina se reforme y se pueda hacer cargo del enclave. Por supuesto, Hamás no tendrá ningún papel en el futuro de la Franja y serán los Estados que supervisen la transición política quienes aseguren el cumplimiento de este punto.
Además, se «reurbanizará» la Franja «en beneficio de su pueblo» para transformarlo en una zona «con tarifas reducidas y tasas de acceso» para facilidad de los palestinos. La seguridad de la Franja dependerá de «una fuerza internacional de estabilización temporal que se desplegará de inmediato en Gaza» que entrenará a la futura policía palestina.
El punto más importante es que «Israel no ocupará ni anexará Gaza, y las Fuerzas de Defensa entregarán gradualmente el territorio que actualmente ocupan, a medida que las fuerzas de seguridad de reemplazo establezcan el control y la estabilidad en la Franja». Y añade que si Hamás no acepta el plan, este se implementaría igualmente en zonas donde no tengan influencia.
En cuanto a los palestinos, se diferencia este acuerdo de la propuesta inicial de Trump de «incentivar la expulsión», ya que detalla que se promocionará la permanencia de los gazatíes. Eso sí, estos deberán someterse a un programa de «desradicalización» que incluirá «un diálogo interreligioso para «cambiar las narrativas en Israel y Gaza».
El futuro Estado palestino
El texto también hace referencia a las «vías» en las que Israel y EE.U. podrían considerar crear un Estado palestino, aunque sin detallar si comprendería las fronteras de 1967: Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este como capital. Sí que se condiciona a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a acometer reformas «satisfactorias» para Israel y EE.UU., que ven a la entidad como simpatizante de Hamás pese a su rivalidad. Una vez les den luz verde, la ANP, que además ha anunciado elecciones, estaría autorizada para proponer el proceso hacia el reconocimiento de dicho Estado, pero siempre partiendo desde la «coexistencia pacífica» y con la mediación de Washington.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha asegurado tras aceptar la propuesta del presidente de Estados Unidos que el Ejército de Israel mantendrá tropas desplegadas en «la mayoría» del enclave y ha reiterado su rechazo a la futura creación de un Estado palestino, a pesar de las peticiones de la comunidad internacional a favor de materializar la solución de dos Estados.
Netanyahu ha publicado un vídeo en su cuenta en la red social X en el que responde en hebreo a varias preguntas sobre los puntos del plan de Trump, que consta de 20 cláusulas, y en el que niega tajantemente que su aceptación de la propuesta suponga reconocer la futura existencia del Estado de Palestina. «No, en absoluto», ha dicho. «No está escrito en el acuerdo», ha manifestado, si bien el punto 19 del texto contempla que se abra en el futuro «un camino creíble para la autodeterminación y estatalidad palestina, reconocidos como aspiración del pueblo palestino». Netanyahu ha hecho hincapié pese a ello en el «firme rechazo» del Gobierno de Israel a un Estado palestino y ha insistido en que «está claro que eso sería un premio enorme al terrorismo y un peligro para el Estado de Israel». «Trump lo entiende (...) y por supuesto es algo que no aceptaremos», ha remachado el primer ministro israelí.