Escocia da su último adiós a Isabel II

Juan Francisco Alonso LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El Real Regimiento de Escocia fue el encargado de depositar el féretro de la reina en el palacio de Holyrood.
El Real Regimiento de Escocia fue el encargado de depositar el féretro de la reina en el palacio de Holyrood. ALKIS KONSTANTINIDIS | REUTERS

Su féretro reposa en el palacio de Holyrood tras su recorrido desde Balmoral en que miles de ciudadanos le rindieron tributo entre muestras de cariño y tristeza

12 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Isabel II consideraba el castillo de Windsor su hogar, pero el de Balmoral era su refugio, el lugar donde desconectaba de sus obligaciones y se sentía libre para hacer una vida normal y disfrutar de sus grandes aficiones: la caza, la equitación, las caminatas y los pícnic. En esa propiedad, ubicada en lo profundo de las Tierras Altas escocesas, le sorprendió la muerte el pasado jueves, a los 96 años. Y desde allí ha comenzado su último viaje.

El dolor y la tristeza fue visible entre los cientos de ciudadanos congregados alrededor del castillo de Balmoral, propiedad de la familia real británica desde tiempos de la reina Victoria, de donde el domingo partió rumbo a Edimburgo —pasadas las diez de la mañana (11.00 horas en España) —el féretro de roble con los restos mortales de la monarca, cubierto con el estandarte real y una corona de flores blancas. El automóvil en el que iba la princesa Ana, la única hija de la fallecida reina, y su marido, el vicealmirante sir Tim Laurence, encabezaba un convoy de siete vehículos, custodiado por decenas de policías, en su recorrido de más de 280 kilómetros.

Tras las más de seis horas de viaje, el féretro fue colocado a media tarde por los miembros del Real Regimiento de Escocia, ataviados con sus características faldas verde tartán, en el salón del trono del palacio de Holyrood, residencia oficial de los reyes británicos en Escocia, donde permanecerá hasta la tarde de este lunes. 

Silencio total

La ministra principal de Escocia, la nacionalista Nicolás Sturgeon, no dudó en calificar como un momento «triste y conmovedor» el inicio del último viaje de la que fue su reina durante siete décadas. Asimismo, invitó a los ciudadanos a rendirle homenaje a una «mujer extraordinaria». La solicitud de la mandataria fue cumplida con creces. Desde primeras horas decenas de personas, portando flores y globos, se congregaron en las inmediaciones de Balmoral y a lo largo del recorrido. Particularmente emotivo fue el paso de la procesión fúnebre por Ballater, una aldea cercana al residencia estival de la reina.

Las cámaras de la cadena BBC registraron el electrizante silencio que guardaron los habitantes de la localidad, para quienes la monarca no solo era su jefa de Estado, sino una vecina más. «Más que la reina era un miembro de la comunidad y la extrañaremos», aseguró el carnicero Bruce Scott a la televisión pública. En similares términos se pronunció el párroco del pueblo, David Barr, quien dijo: «Ella amaba este sitio, su libertad. Para nosotros ella era una parte importante de la comunidad, era nuestra ancla».

Escenas similares a las de Ballater se vivieron en la decena de localidades por las que pasó el féretro, durante las algo más de seis horas que duró el recorrido por los más de 280 kilómetros que separan Balmoral de Edimburgo.

«Escocia ha perdido a una de las servidoras más dedicadas y queridas»

A su llegada a la capital escocesa, una gran multitud recibió con aplausos y vítores en un ambiente de recogimiento el cortejo fúnebre. Al final del recorrido por la Milla Real, en el centro histórico de Edimburgo, hasta el palacio de Holyrood, las autoridades políticas escocesas, con Sturgeon a la cabeza, esperaban para presentarle sus respetos. Bajo la mirada de tres de sus hijos los príncipes Andrés, Eduardo y Ana, el ataúd fue introducido en el palacio de Holyrood. Será a lo largo de este lunes cuando se traslade a la catedral de Saint Giles, acto en el que estará su hijo primogénito, el ya rey Carlos III. 

Los escoceses se han lanzado a dar el último adiós a Isabel II, sin importar su estatus, edad o condición social. Los granjeros colocaron sus tractores en fila al lado de la carretera por la que pasó el féretro. Más de uno de los presentes no pudo contener la emoción y comenzó a llorar al paso del cortejo fúnebre.

Mientras los restos de Isabel II recorrían las Tierras Altas, en Edimburgo una multitud tomó la Milla Real para presenciar la lectura del acta de proclamación de Carlos III como nuevo soberano. Un acto similar se desarrolló en el castillo de Cardiff, la capital de Galés, y Belfast (Irlanda del Norte). Los gritos de «¡Dios salve al rey!» retumbaron por la ciudad. Aunque estos actos no estuvieron exentos de contratiempos, ante las protestas de un pequeño grupo de antimonárquicos en Edimburgo y Cardiff. Algunos de los protestantes llevaban carteles en los que se leía «que se joda el imperialismo» y «hay que abolir la monarquía». La policía intervino rápidamente para evitar que los ánimos se caldearan, y detuvo a una joven de 22 años, en la capital de Escocia. «Esta ceremonia representa a algunas personas, pero también hay otras que no están interesadas en la monarquía y queremos ser una voz para esas personas. No para causar ningún problema, sino solo para decir que la voz de todos es valiosa», defendió Lyn Meredid, una de las manifestantes que salieron en Cardiff.

Los actos de este lunes: de Holyrood a la catedral de Saint Giles 

A primera hora de hoy, Carlos III y la reina consorte, llegarán a Westminster, donde los comunes y los lores se reunirán para expresarles sus condolencias por el deceso de la reina. Después, el matrimonio real volará a Edimburgo. Tras el acto protocolario de la entrega al nuevo rey de las llaves del palacio de Holyrood, Carlos III se dirigirá a la catedral de Saint Giles para asistir a un oficio religioso en recuerdo de la reina.

Después regresará a Holyrood para recibir en audiencia a la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon y, posteriormente, irá al Parlamento escocés. Ya por la tarde, se llevará el ataúd a la catedral de Saint Giles en una procesión en la que estará el rey y la familia real. El féretro se depositará en la catedral, custodiado por la Compañía Real de Arqueros, para permitir a los ciudadanos darle su último adiós y presentarle sus respetos.