Ahmad Fayaz, intérprete afgano residente en Galicia: «Es muy duro escuchar a mi madre llorando en Kabul»

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual VIGO / LA VOZ

INTERNACIONAL

Ahmad, que vive en Santiago, pintaba ayer un colegio de Lalín
Ahmad, que vive en Santiago, pintaba ayer un colegio de Lalín Miguel souto

El joven que vive en Santiago aguarda la llegada a Torrejón de cinco familiares que han escapado del régimen talibán

26 ago 2021 . Actualizado a las 01:22 h.

Aterrizó en Madrid el 2 de octubre del 2014, unos meses antes de que las tropas españolas se retirasen definitivamente de las provincias de Herat y Badghis, situadas en el norte de Afganistán. Ahmad Fayaz, graduado en Filología Hispánica en su Kabul natal, trabajaba desde el 2010 en la región de Qal’eh-ye Now como intérprete de los militares de habla hispana. Antes había hecho lo propio con los estadounidenses.

Enfundado en un pantalón de faena de color azul eléctrico y pintando de blanco la fachada de un centro escolar del casco urbano de Lalín, Fayaz esperaba ayer por la tarde una llamada de júbilo que le anunciase que su madre, su hermano y sus dos hermanas se encontraban fuera de peligro, recién llegados a España y lejos de la amenaza de los talibanes. Hace tres días lograron pasar cuatro controles del autodenominado Emirato Islámico de Afganistán en el aeropuerto de Kabul. «Llevaban tres semanas enteras sin salir de casa», relata el joven afgano sobre la sensación de pánico que domina a toda su familia desde el cambio de régimen por la irrupción de los insurgentes.

Ahmad Fayaz lleva siete años en España, seis de ellos residiendo en Santiago de Compostela (en Galicia viven en total ocho afganos). Consiguió la nacionalidad todavía a principios de este mes de agosto, cuando la desdicha truncó su ilusión de volver a abrazarse con su familia en su tierra debido al avance de los talibanes en el país asiático. «Nosotros hemos tenido suerte, pero a la mayoría de gente le está costando muchísimo salir de Afganistán», apunta.

Ahmad Fayaz, en una  foto familiar con sus hermanos y su madre, que trabajaba en el Ministerio de Igualdad
Ahmad Fayaz, en una foto familiar con sus hermanos y su madre, que trabajaba en el Ministerio de Igualdad

Convenció a su familia para venirse a España, a pesar de que su madre también dispone del visado que la acredita para entrar en EE.UU. Se llama Noorzia Kohistani y trabajaba en el Ministerio de Igualdad afgano con el depuesto presidente Ashraf Ghani. «Lleva veinte años empleándose día y noche, sin tomarse un solo día de vacaciones, para luchar por las mujeres», destaca orgulloso su hijo. Firme defensora de los derechos de las afganas, para Noorzia Kohistani suponía una amenaza continuar su vida en un país dominado por un régimen talibán. «Todas las mujeres en Kabul están en peligro porque muchas de ellas colaboraban, por ejemplo, con oenegés como Unicef o la Cruz Roja», explica Fayaz para referirse a la delicada situación de su madre.

Noorzia se trajo consigo a un hijo, Ahmad Faisal Kohistani, y a dos de sus hermanas, Faiza y Husnia. Una de ellas, de 23 años, sigue en estado de shock desde que se instauró a la fuerza el cambio de régimen. «El miedo le impedía hasta ayer articular palabra», continúa relatando el intérprete desde Lalín. Son más hermanos, pero el resto ya viven en otros países. Tienen intención de juntarse tan pronto como sea posible. «Y también vino con ellos un niño de tres años. Es el hijo del vecino, quien tuvo la amabilidad de acercar a mi madre hasta el aeropuerto de Kabul. Se agarró a su falda y avanzó con ella cuatro controles de seguridad. Los talibanes ya no le dejaron devolvérselo a sus padres», añade. El hermano de esta criatura vive en Alemania y la familia de Fayaz buscará la manera de juntarlos.

Dignidad

Ahmad está en contacto continuo con compañeros intérpretes que llegaron a España al mismo tiempo que él. En total, eran 35 hasta el estallido de esta crisis. Solo cuatro de ellos han logrado traer a sus familias en las últimas semanas. «Me cuentan que hay mucha gente que no conocemos en Torrejón y que es difícil saber quiénes son para prestarles ayuda», lamenta el joven. Él espera que le brinden acceso al complejo de acogida este fin de semana. «Tengo que llevarles ropa a todos», señala.

El reencuentro le valdrá a la familia para decidir qué harán a partir de ahora. «Es muy duro escuchar cómo me llama mi madre llorando por tener que abandonar su hogar. Le dejaré a ella tomar la decisión de dónde viviremos. En nuestra casa siempre es ella quien toma la palabra», explica.

El intérprete ya le ha contado a sus familiares todas las virtudes de la vida en España, pero también alude a lo «desamparado» que se ha sentido en ciertas ocasiones por la falta de ayudas sociales o públicas. No quiere que toda esta crisis de refugiados se resuma en una imagen institucional de acogida. No quiere que su familia sufra. Lo que quiere es dignidad para vivir juntos con normalidad, lejos de su hogar, pero también lejos del horror.