Con 47 años de experiencia en Washington, Biden no necesita los consejos de sus antecesores, aunque admite que «sería útil tener acceso a los briefings de inteligencia». Tampoco piensa emprender acciones legales contra Trump, porque cree que la ristra de demandas del magnate caerá por su propio peso, al basarse en acusaciones infundadas. Acepta que sus antiguos colegas del Senado le nieguen el saludo porque «el presidente ha intimidado a todo el Partido Republicano», pero está convencido de que trabajarán con él para resolver los asuntos del país cuando llegue el momento.
Rebelión conservadora
El tema más acuciante por ahora es el intento de varios estados republicanos, encabezados por Texas, de dejar sin seguro médico a 20 millones de estadounidenses en medio de la pandemia. Con ello, caería también la cláusula que obliga a los seguros a aceptar a todos los pacientes sin importar su historial médico, lo que podría afectar a otros cien millones de personas. Esa batalla le ha correspondido librarla a la vicepresidenta electa, Kamala Harris, que por su experiencia como fiscala general de California se encargó de pronunciar este alegato. Tras hacer historia al convertirse en la primera vicepresidenta del país, Harris se ha erigido en adalid de las mujeres y las minorías. Ambos grupos serían los más damnificados por un potencial desmantelamiento de lo que queda del Obamacare, porque «los embarazos volverían a considerarse como una enfermedad preexistente», se anularía la cobertura obligatoria de anticonceptivos y se descuidaría a los negros e hispanos, que padecen tres veces más de covid-19 y tienen dos veces más posibilidades de morir del virus.