Kamala Harris acusa a los republicanos de querer dejar sin sanidad a 20 millones de personas

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

Joe Biden y Kamala Harris, en una imagen de archivo.
Joe Biden y Kamala Harris, en una imagen de archivo. Jonathan Ernst | Efe

Joe Biden promete «proteger y ampliar» el Obamacare ante el intento de varios estados, liderados por Texas, de anular en el Supremo estos seguros médicos

11 nov 2020 . Actualizado a las 18:36 h.

Joe Biden ha elegido comportarse con la solemnidad del cargo para el que ha sido elegido. Mientras Donald Trump despedía al secretario de Defensa, él recibía la felicitación telefónica de Canadá, el Reino Unido, Francia, Alemania e Irlanda. «Les he dicho que Estados Unidos está de vuelta», celebró. Con ello, el mundo regresa al viejo orden mundial que Trump puso del revés y quedan señalados los gobernantes autoritarios que se alinearon con él y ahora le dan la oportunidad de mantenerse en el poder. De entre ellos, destacan el presidente ruso Vladimir Putin, el norcoreano Kim Jong-un, el filipino Rodrigo Duterte, el israelí Benjamin Netanyahu, el príncipe saudí Mohammed bin Salama, el turco Recep Tayyip Erdogan, y, para decepción de muchos, el mexicano Andrés Manuel López Obrador.

La noche del martes al miércoles (hora española), poco después de que el secretario de Estado Mike Pompeo asegurase que habrá una transición pacífica «a un segundo mandato de Trump», Biden elegía centrarse en la vista del Tribunal Supremo para anular la reforma sanitaria de Obama, celebrada esa misma mañana. Y, de paso, responder por primera vez desde que fue elegido a las preguntas de la prensa, a la que aseguró que «solo hay un presidente en cada momento» y él no lo será hasta el 20 de enero.

Ni la llamada de cortesía

Hace cuatro años, a estas alturas, Barack Obama y Joe Biden ya habían invitado a Donald Trump y a Mike Pence a sus respectivas oficinas para hacerse una foto amistosa y darles un informe privado sobre las tareas pendientes. Esta vez, Biden no ha recibido ni una llamada de cortesía de su rival, que además ha dado órdenes de bloquear la ayuda económica y la asistencia práctica para organizar el traspaso de poderes.

Con 47 años de experiencia en Washington, Biden no necesita los consejos de sus antecesores, aunque admite que «sería útil tener acceso a los briefings de inteligencia». Tampoco piensa emprender acciones legales contra Trump, porque cree que la ristra de demandas del magnate caerá por su propio peso, al basarse en acusaciones infundadas. Acepta que sus antiguos colegas del Senado le nieguen el saludo porque «el presidente ha intimidado a todo el Partido Republicano», pero está convencido de que trabajarán con él para resolver los asuntos del país cuando llegue el momento.

Rebelión conservadora

El tema más acuciante por ahora es el intento de varios estados republicanos, encabezados por Texas, de dejar sin seguro médico a 20 millones de estadounidenses en medio de la pandemia. Con ello, caería también la cláusula que obliga a los seguros a aceptar a todos los pacientes sin importar su historial médico, lo que podría afectar a otros cien millones de personas. Esa batalla le ha correspondido librarla a la vicepresidenta electa, Kamala Harris, que por su experiencia como fiscala general de California se encargó de pronunciar este alegato. Tras hacer historia al convertirse en la primera vicepresidenta del país, Harris se ha erigido en adalid de las mujeres y las minorías. Ambos grupos serían los más damnificados por un potencial desmantelamiento de lo que queda del Obamacare, porque «los embarazos volverían a considerarse como una enfermedad preexistente», se anularía la cobertura obligatoria de anticonceptivos y se descuidaría a los negros e hispanos, que padecen tres veces más de covid-19 y tienen dos veces más posibilidades de morir del virus.

Por las preguntas y comentarios de los jueces durante la audiencia en el Supremo, al menos dos magistrados conservadores no parecen inclinados a desmantelar una ley sanitaria que el Congreso ha dejado en pie, pese a quitarle sus principales pilares. Eso permitirá a Biden hacer buena su promesa de «protegerla y expandirla» para ampliar su cobertura a los millones de estadounidenses que aún no tienen seguro médico o pagan por él un 30% de su sueldo, solo para tener que declarase en bancarrota cuando estos les abandonan en medio de una enfermedad grave.

Biden tiene una doble responsabilidad moral de solucionar el problema que ayudó a generar con una reforma a medias y, a la vez, también una segunda oportunidad de la que disponen pocos en la historia política.