Con su aluvión de datos, la noche (para nosotros, madrugada) electoral norteamericana es un espectáculo tan fascinante como confuso. He aquí una pequeña guía para orientarse en medio del «ruido». Una salvedad importante: la epidemia del coronavirus introduce un factor de incertidumbre en el proceso, y las estimaciones de horarios pueden variar.
Si todo va bien, el primer resultado en el que hay que fijarse es el de Carolina del Norte. Es un estado importante en estas elecciones, allí las urnas cierran pronto y el voto por correo se abre antes de la noche electoral, de modo que entre la una y las dos de la madrugada de España deberíamos tenerlo casi todo. Esto nos dejará comprobar si es cierto que el voto no-presencial favorece a los demócratas. Si no es así, habrá que descartar esta teoría para el resto de estados. Si, cuando se empiecen a contar los votos presenciales, los republicanos empiezan a subir con fuerza, los demócratas tendrán motivos para preocuparse, pero todavía no para alarmarse. Sin embargo, si Biden pierde este estado al final de la noche, se encenderán las alarmas en el cuartel general demócrata, porque sería señal de que otra de las suposiciones clave de las encuestadoras, que no hay voto oculto, era equivocada, y todo estará en el aire. No es probable, pero puede pasar.
Si Carolina del Norte es importante para Biden, Florida es esencial para Trump, que no retendrá la presidencia si no gana en este estado. Afortunadamente, Florida cuenta todavía más rápido los votos que Carolina del Norte. Entre las dos y las tres de la madrugada, hora española, deberíamos tener ya el sufragio anticipado y por correo. De nuevo, se espera que este tenga un fuerte sesgo prodemócrata. Y en un par de horas deberíamos ver hasta qué punto esto se compensa con una reacción republicana en el voto presencial. Si Trump acaba ganando, esto le permitiría seguir en la carrera, pero nada más. En cambio, si pierde Florida, podemos decir que todo se habrá acabado para Trump.
Las siguientes «bolas de partido» para Biden llegarán con Texas (que se supone que irá a Trump) y Arizona (que está en el aire). Ambos estados cuentan rápido el voto, con lo que al final de la noche (por la mañana temprano, para nosotros) debería estar tabulado en su mayor parte. La pauta sería la misma que en Florida: primero ventaja para los demócratas y luego el péndulo empezará a moverse lentamente hacia los republicanos. Si por la mañana el resultado todavía es ajustado, la incertidumbre se prolongará unos días más, durante los que veremos el péndulo oscilando de vuelta hacia los demócratas. Dónde terminará parándose solo lo sabremos el jueves o el viernes, con suerte.
El quinto estado clave es Pensilvania. Pero solo es importante suponiendo que hasta aquí Trump haya ganado los cuatro anteriores (puede permitirse, como mucho, el lujo de perder Carolina del Norte). Desgraciadamente, Pensilvania tiene un sistema de conteo lentísimo y la mayor parte de los votos no estarán tabulados hasta el viernes, como pronto. Por eso es importante tener en cuenta que aquí, al contrario que en los otros estados, el sesgo de partida es prorrepublicano, compensado luego, a lo largo de los días, con una reacción del voto demócrata. Con todo, todavía podemos sacar algo en limpio de Pensilvania en la madrugada electoral: si los republicanos no arrancan con una ventaja de, digamos, cuatro o cinco puntos, pueden decir adiós a este estado, y con él a la presidencia.
Si han acertado las encuestas, a primeras horas de la mañana del miércoles lo más probable es que se perfile ya una victoria de Joe Biden. Pero, si Trump ha sobrevivido hasta aquí, «habrá partido» durante días. Nuestra atención deberá dirigirse entonces (además de a Pensilvania) a Iowa, Wisconsin y Míchigan. Trump tiene que ganar al menos dos de estos tres estados. Si hacia el jueves se habla de una victoria republicana en Míchigan (algo altamente improbable) querrá decir que Trump ha ganado las elecciones. Si Biden gana Wisconsin y Míchigan, será presidente. Y si el viernes ningún candidato ha alcanzado los 270 compromisarios, deberemos prepararnos para semanas de agrios litigios en los tribunales.