Más de un centenar de muertos en un accidente en una mina en Birmania

La Voz REDACCIÓN / AGENCIAS

INTERNACIONAL

Un avalancha que se produjo en el estado de Kachin derrumbó un yacimiento de jade y sepultó a decenas de mineros

02 jul 2020 . Actualizado a las 17:17 h.

Cerca de 162 personas han fallecido este jueves en un accidente en la mina de jade más grande del mundo, situada en el norte de Birmania. Una lluvia torrencial provocó una avalancha que sepultó a un grupo de mineros que trabajaban en la zona.

En el lugar se movilizó un equipo de rescate que, además de recuperar los cuerpos de los fallecidos, rescató a cuarenta heridos. «Las operaciones de rescate han cesado por hoy, pero serán retomadas mañana. Esperamos encontrar a mucha gente bajo aquella enorme masa de tierra», declaró a Efe el administrador del distrito, U Shwe Thein.

La zona es de alto riesgo y tal y como indica a Efe Phoe Htoo, el jefe de un grupo de voluntarios que trabajan sobre el terreno, «hay un pedazo de tierra cerca del lugar del suceso que podría colapsar en cualquier momento, por lo que cuanto más trabajan los equipos de rescate, más aumentan los riesgos». «Además, algunos cadáveres están flotando en el agua, por lo que no podemos recoger esos cuerpos, ya que las condiciones del terreno y del agua son demasiado peligrosas», añadió.

Las víctimas se encontraban extrayendo jade de las laderas excavadas del complejo minero de Hpakant, en el estado de Kachin. Este material es muy codiciado y mueve grandes cantidades de dinero en su industria con mucha corrupción, a pesar de las penosas condiciones laborales en las que trabajan los mineros.

Sucesos como este son frecuentes en Hpakant, donde los mineros trabajan en un entorno laboral muy precario. El año pasado, al menos 54 personas murieron debido a un corrimiento de tierras en otro punto del complejo minero de Hpakant. Y en noviembre del 2015, un deslizamiento de tierras en la misma región acabó con la vida de 116 personas que estaban extrayendo jade en una mina.

 Un trabajo precario en un negocio multimillonario

Estas minas se han convertido en un sitio recurrente para birmanos empobrecidos que buscan enriquecerse sustrayendo el preciado jade. Pero en la mayoría de los casos los beneficios son escasos y los riesgos muy elevados. Además, para aguantar las extremas condiciones en las minas, los trabajadores consumen dogas como metanfetaminas, y en ocasiones sus empleadores les pagan con estas sustancias en lugar de hacerlo con dinero. Esta situación ha sido denunciada en múltiples ocasiones por organizaciones locales de los derechos humanos. 

Este labor precario produce múltiples beneficios económicos y se ha convertido en un negocio multimillonario. Pero la mayor parte de la extracción y comercio del jade procedente de Hpakant se produce en el mercado negro, por lo que no existen datos oficiales fiables, pero la ONG Global Witness reveló en el 2015 tras una exhaustiva investigación la dimensión de un sector del que se benefician solo unos pocos.

Según Global Witness, el valor total de la producción del jade birmano ascendió en el 2014 a unos 31.000 millones de dólares (27.000 millones de euros), lo que equivalía al 48 % del PIB oficial del país y era 46 veces mayor que el gasto total del Gobierno en Sanidad.

Entre los beneficiarios figuran organizaciones guerrilleras, señores de la guerra, narcotraficantes, empresarios o jerarcas militares como el exgeneral Than Shwe, al frente de la junta militar entre el 1992 hasta su retiro en el 2011, cuando Birmania se embarcó en una transición que los uniformados denominaron una «democracia disciplinada» tras casi cinco decenios de dictadura castrense.

La líder de facto de Birmania y premio nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, prometió que introduciría reformas en la industria del jade cuando tomó posesión hace cuatro años tras su victoria electoral en noviembre del 2015, pero su Gobierno se ha mostrado incapaz de cambiar el sector.