Ve la muerte de Floyd como «la semilla de una transformación radical del sistema»
14 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.La izquierda alternativa quiere organizarse para dar la batalla de las ideas a los think tanks liberales y conservadores y, especialmente, a la plataforma populista liderada por Steve Bannon, el gurú próximo a la ultraderecha que llevó a Donald Trump a la presidencia, cuyos tentáculos se extienden por numerosos países.
La Internacional Progresista pretende unir, organizar y movilizar a las fuerzas progresistas de todo el mundo y cuenta entre sus asesores a activistas, políticos e intelectuales relevantes de los cinco continentes, situados a la izquierda de la socialdemocracia. Entre ellos, el lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky; el exministro griego de Finanzas Yanis Varufakis; la activista canadiense Naomi Klein, autora de La doctrina del shock; el expresidente de Ecuador Rafael Correa; la primera ministra de Islandia, Katrín Jakobsdóttir; la alemana Carola Rackete, la capitana de barco símbolo del rescate de migrantes en el Mediterráneo; la novelista india Arundhati Roy; o el actor mexicano Gael García Bernal.
Veinte de los miembros de su consejo asesor han firmado un artículo conjunto sobre las protestas que han estallado en EE.UU. a raíz de la muerte de George Floyd, convertidas en elemento clave de sus reivindicaciones, titulado Solidaridad significa desmantelar el sistema en todas partes. En este texto afirman que Black Lives Matter «es un grito y una demanda que se escucha en todo el mundo», cuyo mensaje es «dejen de matar a los negros», pero que «contiene la semilla de una transformación radical de nuestro sistema planetario para la liberación colectiva y comunitaria en todo el mundo».
La Internacional Progresista nació gracias al impulso del movimiento paneuropeísta DiEM25 y The Sanders Institute, que fundó en 2017 Jane Sanders, esposa del senador y aspirante demócrata a la presidencia de EE.UU., derrotado por Joe Biden en las primarias. Está previsto que en septiembre se celebre su primer congreso en la capital islandesa, Reikiavik.
Conscientes de que el populismo y el nacionalismo están dominando el relato político e imponiendo sus marcos de debate, pretende contraponer su propia narrativa a través de altavoces mediáticos como los que forman su equipo de asesores. Esta nueva organización considera que, tras los estragos provocados por el covid-19, que golpea con especial virulencia a las capas más pobres, la solidaridad es más necesaria que nunca, así como la unidad de los progresistas para defender la sanidad pública, los derechos de los trabajadores y la cooperación internacional, puestas en cuestión por la gestión de esta crisis.
Apuesta por un New Green Deal, un pacto para la transición ecológica, y un mundo democrático, justo, igualitario, solidario, sostenible, ecologista, pacífico, poscapitalista, próspero y plural. Según afirma, se financia exclusivamente por donaciones y contribuciones de sus miembros y no acepta dinero de lobistas o ejecutivos de compañías de combustibles fósiles, seguros médicos y farmacéuticas, grandes empresas tecnológicas o grandes bancos.