Naruhito promete defender el legado pacifista de su padre tras subir al trono

María Puerto TOKIO / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El nuevo emperador de Japón, Naruhito, y su esposa la emperatriz Masako.
El nuevo emperador de Japón, Naruhito, y su esposa la emperatriz Masako. JIJI PRESS | EFE

Japón amanece hoy en la era «Reiwa» (bella armonía) con el ascenso del nuevo emperador

01 may 2019 . Actualizado a las 18:51 h.

En sus primeras palabras como emperador del trono del Crisantemo, Naruhito ha defendido el legado pacifista de su padre, y se ha comprometido a defender la Constitución y cumplir con su función de símbolo del Estado. Con la ceremonia de entronización de este miércoles, Japón concluye el proceso de sucesión y entra en la era Reiwa (bella armonía). El primer discurso de Naruhito tuvo un tono continuista en el que aseguró que tendrá a Akihito como ejemplo: «Desde que accedió al trono, cumplió cada uno de sus deberes durante más de 30 años, mientras rezaba por la paz mundial y la felicidad de la gente».

La pompa japonesa se define con una palabra, sobriedad. Las ceremonias de ascenso al trono han sido tan breves como las de la abdicación. A las 10.30, hora local, la sala del palacio imperial se ha abierto y ha entrado Naruhito, su hermano (el príncipe Fumihito, que se convierte en heredero) y su tío. Solo han estado presentes el Gobierno, representantes del Parlamento y la judicatura. La ceremonia estaba vetada a las mujeres de la casa imperial y el kimono de la única ministra destacaba entre los trajes negros del resto de hombres en la sala.

El nuevo emperador ha aceptado los símbolos de la casa real, el equivalente en otras monarquías a la corona o el cetro, pero en este caso no son expuestas a la vista: la espada, la joya de jade y los sellos imperiales han aparecido guardados en sus respectivas cajas decoradas. El espejo sagrado se custodia en un monasterio y ni siquiera estaba presente. A los diez minutos el acto finalizó, sin que se pronunciara ni una palabra.

Cuarenta minutos más tarde la sala se ha vuelto abrir para dar paso a Naruhito, esta vez acompañado de la ya emperatriz Masako. Al igual que el resto de las mujeres de la casa imperial, iba vestida de blanco y portaba una tiara. Toda la familia real ha estado presente, junto con representantes de los poderes del Estado y la sociedad. En total 380 personas. Esta vez Naruhito ha leído un corto discurso y el primer ministro, Shinzo Abe, le ha dado réplica felicitando al emperador y al pueblo de Japón. El acto de coronación ha terminado en escasos 10 minutos.

A los nuevos emperadores les espera una larga sucesión de ceremonias religiosas y civiles. La primera, el sábado en que harán su primera aparición pública y saludarán desde palacio. Todo culminará el 22 de octubre cuando se celebre la proclamación oficial en un acto al que asistirán reyes y dirigentes de 200 países. La pareja imperial recorrerá las calles de Tokio en una limusina descapotable.

Durante la mañana se han concentrado varios centenares de personas en los jardines del palacio imperial aprovechando las horas de sol para hacer fotos y selfi durante la especial jornada que tenía lugar en su interior. Pero la manifestación del 1 de mayo ha convocado a más gente.

La llegada al trono de Naruhito, de 59 años, representa un importante cambio generacional. Es el primer monarca que no ha vivido la guerra, ni la posguerra que tanto ha marcado a la sociedad nipona. Tokio vive con discreción la sucesión. Las banderas que adornar las calles son el signo más visible de que se vive un momento histórico, pero no hubo fiestas populares, ni las tiendas se han llenado de suvenires conmemorativos. Lo más curioso que se ofrece es aire embotellado de la era Heisei.

En Shibuya, el famoso cruce donde centenares de personas se concentran a golpe de semáforo, la vida era la normal de un día festivo en un lugar de encuentro. Anoche se organizó una cuenta atrás para celebrar la llegada de la era Raiwa, pero solo concentró a grupos de jóvenes más interesados en la fiesta que en las regias ceremonias.