Con la creciente tensión que existe en la península coreana, cualquier error de cálculo puede desatar la ira del impredecible Kim Jong-Un. Estas son las principales líneas estratégicas de un conflicto que lleva enquistado muchos años

Sara Cabrero
Redactora de Economía

Por ahora no es más que retórica belicosa. Palabrería. Un continuo desafío. Pero mientras Kim Jong-Un y  Donald Trump intercambian amenazas, el mundo se estremece. Sin embargo, los expertos disipan los peores temores, porque la posibilidad de un conflicto militar a corto plazo sigue siendo bastante baja. El escenario que se presenta para los próximos meses es probablemente el mismo que hasta ahora, dos líderes enfrentándose a través de la palabra mientras las pruebas con misiles se siguen sucediendo.

Pero, ¿qué ocurriría si finalmente salta una chispa lo suficientemente virulenta para que se desate una guerra entre ambas potencias? 

1. Objetivo: Guam

JEON HEON-KYUN | Efe

¿Por qué Corea del Norte ha centrado sus amenazas en Guam? Es una de las preguntas que muchos se hacen estos últimos días. La isla es un territorio estadounidense con un estatus especial. A pesar de que sus ciudadanos poseen la nacionalidad americana, no pueden votar en las elecciones.

Guam es una ficha clave en el tablero de Estados Unidos en el Pacífico. La isla cuenta con una base naval, otra aérea y un sistema antimisiles Thaad. Además, un tercio del territorio de la isla está bajo control del ejército estadounidense.

Situado a unos 3.500 kilómetros al sureste de Corea del Norte, Guam es el punto clave desde el que EE.UU. podría acceder rápidamente a las dos Coreas y al Estrecho de Taiwán.

2. ¿Qué capacidad tiene Corea del Norte?

Estados Unidos cree que Corea del Norte ha desarrollado un arma nuclear lo suficientemente pequeña como para caber en un misil balístico. Y esto convierte al país en una potente amenaza. Según aseguraba el Washington Post a principios de agosto, Pyongyang ha avanzado en tecnología bélica bastante más rápido de lo que el resto del mundo esperaba en un país en el que reina el mutismo. 

La última de las cinco pruebas con bombas nucleares que ha realizado Corea del Norte fue en septiembre del 2016. El artefacto tenía más o menos el tamaño de la bomba que Estados Unidos tiró sobre Nagasaki en 1945 y las amenazas que en los siguientes días realizaron los colegas de Kim Jong-Un hicieron saltar las alarmas. Pyongyang advertía: el objetivo para los próximos meses era miniaturizar y «estandarizar» este dispositivo para que pudiera ser utilizado en misiles balísticos.

En los últimos meses, el régimen norcoreano probó en dos ocasiones la capacidad que su misiles balísticos intercontinentales tenían. La última, realizada el pasado 28 de julio, demostraba que sus inventos tenían un alcance teórico de 10.000 kilómetros; o lo que es lo mismo, su artefacto podría afectar a gran parte de Estados Unidos y Europa.

Eso en cuanto al arsenal nuclear. Pero hay más. Mucho más. Según un analista del Centro de Estudios para la Seguridad de la Universidad de Georgetown consultado por la BBC, el gobierno de Kim Jong-Un posee un ejército con 1,1 millones de miembros en servicio activo y 6 millones de miembros en sus fuerzas de reserva. El resumen es todavía más preocupante. Según los cálculos de los expertos, es el cuarto ejército más grande del mundo.

Pero Kim Jong-Un tiene grandes problemas a la vista. Su economía, en estado comatoso, no le permite jugar al mismo nivel que las grandes potencias mundiales. Según la poca información que se escapa por las fronteras norcoreanas, la población se muere de hambre.

3. Un conflicto que viene de lejos

zigor aldama

El conflicto entre Corea del Norte y Estados Unidos viene de lejos. Es una herencia que Trump y Kim Jong-Un recibieron y permanece muy enraizado desde los 50.

La guerra coreana estalló cuando Estados Unidos y la Unión Soviética se sentaban en 1950 para repartirse los restos del mundo tras la Segunda Guerra Mundial. Mientras las dos superpotencias del momento decidían que los de Asia se quedaban con el norte y los de América con el sur, en el país se comenzaba a cocer el conflicto.

El 25 de junio, Corea del Norte invadía el sur con el apoyo de China y de la Unión Soviética. Ante el desafío, Estados Unidos decidía entrar en escena y darle la mano a Corea del Sur con el único fin de repeler la invasión de los comunistas.

Dos meses. Eso fue todo lo que necesitó el sur para recuperar la capital surcoreana, Seúl. Pero la tensión había crecido hasta límites insospechados y a uno y otro lado los líderes hablaban de armas atómicas, bombas nucleares y ataques de una virulencia preocupante. Las amenazas hacían presagiar la llegada de una Tercera Guerra Mundial cuando el mundo todavía no se había recuperado de la segunda. 

Tras tres años de desolación, tres millones de muertos, diez millones de desplazados y dos países completamente destruidos; ambas partes deciden firmar un armisticio temporal que mantiene a las dos Coreas en una guerra técnica que se ha alargado hasta nuestros días. 

De esta calma chicha que firmaron en los 50 nació lo que hoy conocemos como el Paralelo 38 o zona desmilitarizada de Corea, una franja de seguridad de 4 kilómetros de ancho y 238 de longitud situada entre ambos territorios y cuya función es la de establecer el límite territorial de la tregua. La hostilidad que reina este lugar ha provocado una sobrecogedora despoblación y una continua sombra de sospecha por ambas partes. Y es que en 1970 se descubrieron algunos túneles que Corea del Norte utilizaba para espiar a sus socios.

La estratégica colocación de esta zona la convierte sin duda en una de las más peligrosas en caso de que finalmente se desate el conflicto. 

4. Un error que puede ser fatal

Los expertos lo tienen claro. Llegados al punto en el que estamos ahora mismo, cualquier mínimo error de cálculo puede prender la llama. Si el impredecible Kim Jong-Un se siente amenazado podría dejar a un lado la cordura y lanzarse a la guerra, un conflicto que muchos aseguran que perdería sin remedio. Pero el daño sería irreversible. Los expertos consultados por la BBC aseguran que solo en el primer día de la guerra podrían registrarse más de 64.000 muertos, una cifra que crecería hasta los 400.000 en la primera semana y a los 2 millones después del primer mes.

El plan de guerra norcoreano debería desarrollarse de manera rápida (muy rápida) y eficaz, porque los cálculos de las agencias de inteligencia apuntan a que los de Kim Jong-Un solo tienen suministros para entre dos y tres semanas de guerra. La estrategia de Estados Unidos debe ir precisamente dirigida a contener el avance del norte durante los primeros días, pero también deberían prestar atención a las decisiones del «amado líder». Si Kim Jong-Un se viera rodeado y prácticamente vencido es posible que optara por la máxima de «morir matando», y optara por enseñar al mundo toda su capacidad nuclear.

5. ¿Qué papel tendrían Rusia y China?

ALEXEI DRUZHININ | Efe

Fueron aliados, pero las cosas han cambiado. China y Rusia parece que se han pasado, aunque de manera bastante tibia, al otro lado. Pekín admitía estos días que los últimos movimientos de Kim Jong-Un justificaban tomar cartas en el asunto. El ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, aseguraba que el lanzamiento del misil que sobrevoló Japón suponía la violación de las resoluciones de Naciones Unidas y minaba los tratados de no proliferación. «Somos vecinos y tenemos una vieja amistad, pero al mismo tiempo Corea del Norte ha violado las resoluciones, por lo que China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y país importante y responsable, debe tomar una posición clara».

Rusia también parece tener claro qué lugar debe ocupar, aunque para ellos sigue siendo complicado darle la mano a Estados Unidos. A pesar de asegurar que los últimos movimientos de Corea del Norte deben contenerse, Rusia aprovechaba la ocasión para enviar un mensaje envenenado a su histórico enemigo. Desde Moscú advertían a Trump que lo de meter las narices en Corea del Norte podía convertirse en un terrible «camino hacia la catástrofe». «Las sanciones no dan resultados. Por eso se revela importante el mecanismo de regulación política del problema nuclear de la península coreana. Esto implica la intolerancia hacia nuevas provocaciones de Pyongyang, pero también hacia una escalada militar de EEUU y sus aliados en la región». Así recomendaba al mundo que lo mejor era alejarse de las decisiones rotundas el viceministro de Exteriores ruso.

China y Rusia han decidido aliarse en este nuevo capítulo. En la ONU, ambos juntaban sus voces para enseñar cuál era su hoja de ruta: congelar a uno y otro lado los ensayos nucleares y misiles y evitar cualquier estrategia militar de Estados Unidos en la zona.

En este conflicto, se juegan mucho. China tiene un estratégico interés en que la península de Corea resista a las zarpas de Estados Unidos. Hay en juego mucho dinero, puesto que China sigue siendo el mayor socio comercial de Kim Jong-Un y el principal proveedor de energía y alimentos. Si Estados Unidos se hace con el control de la situación imponiendo un cambio de régimen, los chinos podrían quedarse sin parte de la gallina de los huevos de oro.