La UE y Japón anuncian un acuerdo de comercio para aislar a Trump en el G20

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

AXEL SCHMIDT | AFP

La euroescéptica Polonia extiende la alfombra roja al mandatario estadounidense

06 jul 2017 . Actualizado a las 01:07 h.

Varsovia recibe hoy con un baño de masas al presidente de EE.UU., Donald Trump. El norteamericano llegó ayer a última hora a la capital polaca, donde las autoridades han desplegado su maquinaria diplomática para que todo salga bien en una cita «histórica» para el país, según su presidente, Andrzej Duda. Se trata del segundo viaje de Trump a Europa. Su escala, previa a la cita del G20 en Hamburgo, no es casual. La animadversión que guarda el inquilino de la Casa Blanca por la UE le ha llevado a escoger de entre los 28 socios del bloque, al más díscolo, un baluarte del populismo euroescéptico.

Polonia mantiene un largo contencioso con Bruselas por la deriva autoritaria de su Gobierno al que la Comisión Europea abrió expedientes sancionadores por no respetar el Estado de derecho y por no cumplir con sus obligaciones de acogida de refugiados. Una decisión que todavía escuece en el país del este, socio fiel de EE.UU. en la OTAN y cómplice en las disputas sobre cambio climático.

El Ejecutivo polaco no ha dudado en sacar pecho por haber sido «el elegido». El líder del partido gobernante Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, aseguró con delirios de grandeza que sus socios europeos «envidian» a Polonia. «Somos un país importante en esta parte del mundo, uno de los más grandes, líder en Europa central», añadió Duda quien hoy se reunirá con Trump al que acompañará a un encuentro con otros líderes de Europa central y del este. La visita exprés terminará en la Plaza Krasinski. Allí se alza un monumento que recuerda el levantamiento de la ciudad contra los nazis, un gesto nacionalista que pretende soliviantar a Alemania. El estadounidense pronunciará un discurso ante la atenta mirada de los centenares de personas movilizadas por el propio Gobierno para dar más pompa a la visita.

Absortos en los preparativos del G20, los socios europeos preparan un gélido recibimiento a Trump en Hamburgo. No solo quieren volver a marcar distancias con el líder estadounidense sino que también quieren dejarlo aislado internacionalmente por abandonar de forma unilateral el Acuerdo de París contra el cambio climático, por sus reiterada amenazas al futuro de la OTAN, los ataques a la unidad de la UE y su férrea defensa del proteccionismo comercial. Para escenificar esta ruptura la UE ha apurado las negociaciones del acuerdo de libre comercio con Japón. El objetivo: llegar a la cita del G20 con una señal política de la voluntad de los 28 de «liderar el cambio» y ser el «nuevo punto de referencia global», como explicaron ayer en una carta conjunta el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y su homólogo del Consejo, Donald Tusk.

Las negociaciones han permitido cerrar un acuerdo político, pero quedan capítulos por negociar como las inversiones y los arbitrajes privados. La misiva de los líderes de las instituciones europeas está plagada de indirectas a Trump, quien bien podía haber figurado como destinatario expreso. «Las preocupaciones por la pérdida de empleos y los salarios no se abordan erigiendo barreras proteccionistas sino haciendo inversiones y comercio libres y justos», recordaron ante de «lamentar» su decisión de retirarse de los pactos por el clima y advertir al estadounidense de que se quedará solo: «No se pueden renegociar. Aquellos que no estén dispuestos a cooperar deberán cargar con las consecuencias».

Bruselas toma posiciones en Cuba aprovechando el bloqueo de Washington

Otro de los signos de cómo está cambiando el mundo se vio ayer en el Parlamento Europeo. Una amplia mayoría del hemiciclo dio el sí definitivo al nuevo acuerdo de cooperación con Cuba, una medida que pone fin a la denominada Posición Común, alumbrada por José María Aznar en el 1996. Su objetivo era forzar el cambio de régimen en la isla vinculando los avances en la relación entre la UE y Cuba a la democratización del país caribeño. Más de dos años ha tardado la UE en descongelar las conversaciones y superar el recelo mutuo, un trabajo que dirigió la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, de forma paralela al deshielo de Barack Obama. Su trabajo ha quedado enterrado tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

El republicano se niega a levantar el bloqueo a la isla. «Algunos en Washington quieren cambiar el rumbo. Es importante que la UE diga con valentía que vamos a avanzar, de manera abierta y sin tabúes», exclamó Mogherini durante el debate previo a la votación. El eurodiputado socialista, Ramón Jáuregui, llamó a la UE a «ocupar el espacio» que dejará EE.UU. «Ayudará a las fuerzas reformistas de Cuba. La hostilidad solo refuerza el inmovilismo. Este es un paso justo e inteligente», valoró.

Otros compañeros del hemiciclo calificaron de «inútil» el histórico embargo norteamericano sobre Cuba. La socialista Elena Valenciano cargó contra los conservadores, quienes a pesar de apoyar el acuerdo, se negaron a condenar el bloqueo. «Está completamente fuera de lugar y de la historia. El bloqueo solo perjudica al pueblo cubano y a empresas europeas», explicó.

Una oportunidad

El repliegue de la Administración Trump es visto como una oportunidad para la UE, que quiere tomar posiciones de cara a futuros acuerdos comerciales con la isla una vez que sus autoridades cubanas vayan abriendo progresivamente su economía al exterior. «La UE en estos años se ha colocado como primer cliente y proveedor de Cuba. Europa tiene la gran oportunidad de demostrar a EE.UU., que pretenden retroceder, que es posible mantener el máximo nivel de exigencia con el máximo nivel de cumplimiento», arengó Valenciano.

La cuestión de los derechos humanos también queda recogida en el acuerdo que se podrá suspender si no se respetan las libertades básicas.