Los naufragios vuelven al mar Egeo

LETICIA ÁLVAREZ LA VOZ EN LESBOS

INTERNACIONAL

ORESTIS PANAGIOTOU | EFE

Los refugiados se fugan unas horas del centro de Moira para buscar información sobre el proceso de asilo

10 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo un kilómetro separa Samos de la costa turca. La isla griega es el punto marítimo más cercano que une Turquía con Europa. Por eso muchas de las embarcaciones que han cruzado esos 1.000 metros ni siquiera llevaban motor. Incluso con buen tiempo algunos han hecho el trayecto a nado. En plena Europa de las devoluciones, el mar Egeo volvió a ser testigo de la desesperación de los que huyen de la guerra. Un bote de plástico de 3,5 metros naufragó cobrándose la vida de cuatro mujeres y un niño. El pequeño fue rescatado con vida pero no respondió a las maniobras de reanimación al llegar a puerto.

«Las cinco supervivientes que hemos rescatado están ingresadas en el hospital. Están bien pero en estado de shock, casi no pueden ni hablar», explican en el puerto de Samos. El primer naufragio desde el inicio de las deportaciones pone de manifiesto que a pesar del enorme despliegue de patrullas en el mar, la presencia de la OTAN, Frontex y la Guardia costera griega y turca, todavía salen botes.

El número de llegadas se ha reducido drásticamente con la entrada en vigor del acuerdo entre la UE y Turquía. En lo que llevamos de año más de 150.000 personas han utilizado la ruta del Mediterráneo oriental, de ellos más de 370 murieron ahogados. Ni siquiera las noticias de migrantes atrapados en Grecia que llegan a Turquía, donde aguardan más de dos millones de desplazados, disuaden a los refugiados.

Muchos de ellos cuando llegan piensan que las deportaciones no son verdad. «Llegué hace una semana y la verdad que no me esperaba que me detuvieran. No puede ser verdad que nos manden de vuelta a Turquía», explica Nur, un joven sirio de Alepo, mientras camina por los campos de olivos que rodean el centro de detención de Moria. Se ha escapado por uno de los agujeros de la concertina. Confiesa que sale cada dos días para recargar el teléfono, tomar un café y llamar a su familia. De madrugada vuelve a llamar a un taxi que lo deja a 400 metros del campo y se cuela por el mismo agujero. «La policía sabe que salimos pero si nos ven nos detienen», explica Nur. «De todas formas no vamos a ir muy lejos. No tenemos los papeles para coger el ferri así que nadando hasta Atenas no podemos llegar. Y las mafias hasta aquí no han llegado», asevera.

«Voy a buscar un abogado»

Por el puerto de Mitilini en Lesbos es habitual ver a refugiados que días antes paseaban por el centro de detención. Hamed pasará la noche en el Pireo antes de volver a Moria. Ha decidido escapar unas horas para buscar información sobre el proceso de asilo. «Cuando vamos a pedir asilo a la policía nos dice que es en la oficina de inmigración y cuando vamos a la oficina nos dice que es en la policía y nadie nos contesta, incluso la ONU y otras organizaciones que están en el centro no saben que es lo que va a pasar en los próximos días. Por eso voy a buscar un abogado», explica.

Lo cierto es que, a pesar de las «puertas secretas» que los permiten volver a sentirse persona por unas horas, las islas griegas están blindadas por agentes de policía. Con la inminente llegada del papa los registros para coger los ferris son mucho más exhaustivos. El puerto empieza a vestirse de gala para la ocasión. De fondo la imagen del Egeo en calma convertido en un gran cementerio sigue siendo la única escapatoria para los que logran sortear las patrullas turcas.

El Reino Unido denuncia la desaparición de 129 niños en el campo de Calais

La comisaria británica para los Derechos del Niño, Anne Longfield, denunció ayer que unos 129 menores refugiados de Calais se encuentran en situación de «desaparecidos» y urgió a Francia a hacer todo lo posible para encontrarlos. Además, pidió al Gobierno galo que agilice los trámites de asilo de los menores no acompañados, algunos de los cuales tienen la posibilidad de reunirse con parientes que residen en el Reino Unido.

Estima que en marzo unos 150 niños desaparecieron en medio del caos en el que se convirtió el desmantelamiento de la Jungla. «He pedido a las autoridades francesas que determinen urgentemente qué niños de Calais son elegibles para venir al Reino Unido, garantizar su seguridad y tratar sus demandas inmediatamente», declaró. «Es inaceptable que estén esperando hasta nueve meses para saber si pueden venir o no».

Salvado por el móvil

Activistas de la oenegé Help Refugees aseguran que un niño afgano salvó el jueves su vida y la de otros catorce migrantes al enviar un mensaje de texto pidiendo auxilio desde un camión refrigerado dentro del cual entraron clandestinamente al Reino Unido. Ahmed, de unos seis años, envió un mensaje con el texto «No oksijan (no oxígeno)», a través del teléfono móvil que le había comprado la activista Inca Sorrell, quien le pidió que le llamara si estaba en peligro. Sorrell se encontraba en ese momento en Nueva York, pero alertó inmediatamente a una colega en Londres, Tanya Freedman, quien llamó a la policía, y esta, milagrosamente, pudo localizar el camión a tiempo.