Otra vez el maldito día 24

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Empleados de Lufthansa, tras un minuto de silencio en los cuarteles generales de la compañía en Colonia.
Empleados de Lufthansa, tras un minuto de silencio en los cuarteles generales de la compañía en Colonia. MARIUS BECKER | AFP

Las víctimas del Alvia revivieron el drama de una nueva catástrofe de transporte cuando recordaban que hace veinte meses perdieron a sus seres queridos en Angrois

26 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos los días 24 las víctimas del Alvia se refugian en su tristeza. Ayer más. Se cumplían 20 meses del accidente ferroviario de Santiago. Y las fechas, en estas tragedias, nunca son anecdóticas. Todos los meses el día 24 se atraganta, cuesta superarlo para llegar al 25. Y encima ocurre otro accidente. También global. Con múltiples víctimas de muchos países. Las mismas imágenes de los familiares sollozando, desesperados, apresurándose para evitar las cámaras. Se ven a ellos mismos llegando al Multiusos de Sar, aún con una esperanza de que sus seres queridos estuvieran heridos. Perciben el via crucis que les queda a estas familias. Noches sin dormir. O sueños ayudados por pastillas. La vida cambia para siempre.

«Yo solo sobrevivo», confiesa Javier García Municio, que perdió a su hijo Curro, con 27 años, en la curva de Angrois. Pero ni él ni su mujer tomaron nunca pastillas, pese a perder lo que más se quiere. Tienen otro hijo de 26 años. «Sigo adelante por él y por mi mujer», dice.

Javier vio las imágenes del accidente del Airbus. Admite que puedo hacerlo porque lo de Angrois le ha «curado de espantos». «Al menos ellos no tendrán que soportar aquella espera horrible para confirmar los fallecimientos. Yo cogí el coche y me fui a Santiago agarrándome a la esperanza de que mi hijo estaba en un hospital. Aquellas horas fueron terribles», recuerda. Javier sí reconoce que las víctimas del Airbus tendrán más problemas que ellos con la recuperación de los cuerpos. Aunque los expertos suelen desaconsejar que los familiares vean a sus seres queridos, Javier lo hizo. «Fue el peor día de mi vida», lamenta. A las víctimas del nuevo accidente les recomienda que se unan entre ellos. Nadie entiende mejor el sufrimiento que quien ha pasado por lo mismo.

La unidad da fuerza

Santiago Fernández, que perdió en el accidente de Santiago a su padre y su cuñada, está de acuerdo con ese análisis. «Que no cometan errores que llevan a la desunión. Deben estar juntos para consolarse y para el largo camino de las reivindicaciones», alega, recordando lo que sucedió con las dos asociaciones de víctimas del Alvia.

Nieva en Guadalajara en primavera. Santiago habla por teléfono desde allí. Confirma que cada día 24 de cada mes se reproduce el dolor como una cita ineludible. Casi como una condena a la que nunca se acostumbran. «Este accidente nos hizo volver a vivir aún más todo aquello. Volvimos a tener el corazón en un puño», dice. Es reacio a dar consejos a nadie en esa situación. «A mí no me dieron ningún consejo. No te pueden dar consejos. Todo el peso de la tragedia lo llevas tú. Tan solo les digo que deben tener fuerza. Les tocará pelear por sus derechos. A ver cómo actúan con ellos. Que tengan ánimo. Sabemos exactamente por lo que están pasando».

Los mensajes de Facebook de las víctimas del Alvia eran ayer muy tristes. Algunos hablaban de «bajón». Recibían ánimos de sus compañeros de la Asociación Plataforma Víctimas del Alvia 04155. Les decían que tenían que seguir luchando «por la memoria» de sus seres queridos. Su presidente, Jesús Domínguez, recordaba ayer que las asociaciones de las principales catástrofes relacionadas con el transporte -Alvia, Yak-42, Spanair y Metro de Valencia- están unidas para que se mejore el tratamiento a las víctimas tras accidentes como estos. «Por ejemplo, que se prohíba que los abogados se acerquen a las víctimas antes de cuarenta días. Creemos que eso se va a poder cambiar», comenta.

Jesús es en cierta medida escéptico con todos los mensajes de solidaridad que estos días surgen de todos los lugares del mundo para arropar a las víctimas. «Ahora todo el mundo está con las víctimas. Pero enseguida se olvidan». El miedo a que se olvide lo que pasó es una constante en todas las víctimas del accidente. El olvido es como una segunda muerte para sus seres queridos.

Lidia Sanmartín ha vuelto a su trabajo, más o menos recuperada de sus graves heridas, aunque tendrá que volver a operarse dos veces. Que es día 24 le pasa inadvertido a menudo. «Voy dándome más cuenta a medida que se acerca julio», dice. Cuando se enteró del accidente del Airbus, admite que fue un momento extraño. «Te vienen a la cabeza cosas malas, pero también alguna buena. Yo al menos tengo la suerte de poder contarlas».