La violencia deja en fuera de juego a Brasil

Marcela Valente BUENOS AIRES / COLPISA

INTERNACIONAL

Disturbios y fallos policiales empañan la seguridad del anfitrión del Mundial

27 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los disturbios que agitaron esta semana las calles de Copacabana hicieron renacer la preocupación de Brasil por la seguridad del Mundial de fútbol, que comienza el 12 de junio, y cuestionaron la eficacia del plan para pacificar las favelas iniciado en 2008 en Río de Janeiro a través de las Unidades de Policía Pacificadora (UPPs).

La muerte de un joven, cuyo cuerpo arrojó indicios de un crimen brutal perpetrado presuntamente por agentes policiales, desató una ola de indignación entre familiares y vecinos de la favela Pavao-Pavaozinho, situada en la colina que mira hacia las visitadas playas de Copacabana e Ipanema. El joven iba a la favela a visitar a su hija de cuatro años cuando, según la versión de los vecinos, fue confundido con un narcotraficante apodado «Pitbull», condenado y con permiso de salida, que estaba siendo buscado por las fuerzas de seguridad.

La idea de las UPPs surgió a raíz de la designación de Brasil como sede de la Copa del Mundo y de Río, como sede de los Juegos Olímpicos 2016. Actualmente, las favelas intervenidas ascienden a la treintena, con un millón y medio de personas protegidas. El nuevo sistema, que bajó el número de homicidios y aumentó la escolarización, parecía contar con el beneplácito de los vecinos, al menos de una mayoría.

Pero lo ocurrido esta semana en Pavao Pavaozinho ha dejado en evidencia los fallos de unas fuerzas de seguridad que vuelven a caer en situaciones de corrupción y de abusos, sobre todo contra los más jóvenes, a los que persiguen como sospechosos solo por el estigma de la pobreza, el color de piel o la edad.

En este contexto, rebeliones policiales como la que hubo este mes en San Salvador de Bahía para reclamar una subida salarial no hacen sino aumentar la zozobra. En poco más de diez días de huelga se produjeron 58 homicidios, además de saqueos y otros episodios violentos. La crisis de seguridad, que hace temer por nuevos focos de violencia, es una de las grietas por donde se filtran problemas estructurales de Brasil, que no podrán ocultarse durante el Mundial, por más que el Gobierno de Dilma Rousseff refuerce la prevención enviando al mismísimo Ejército a las favelas, como de hecho está haciendo ya.