«En el Líbano es más complejo detectar el tipo de amenazas»

Natalia Sancha EBEL EL SAQUI / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Luis y Juan Galvache son dos hermanos que llevan tres meses en la misión de la ONU. Pese al eventual ataque de la vecina Siria, no ven un peligro inminente

03 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Con la resolución 1701 de las Naciones Unidas del 2006 entraron por primera vez en el Líbano unos 1.100 soldados españoles. Su misión: vigilar el cese de las hostilidades entre el Ejército israelí y la milicia chií de Hezbolá. El pasado mayo, 589 soldados españoles de la Brigada Acorazada Guadarrama XII asumieron el mando de la misión española en el sector este del Líbano. El dos por ciento son gallegos, entre ellos los hermanos ferrolanos Luis y Juan Galvache Rodríguez.

Hasta noviembre, Luis y Juan, de 39 y 35 años de edad respectivamente, desempeñarán sus tareas en la misión de la Fuerza Interina de la ONU en el Líbano (Finul). Luis, padre de cuatro niños, es jefe de la compañía de apoyo del batallón Zapadores XII y ya cuenta con experiencia en misiones en el extranjero como las que le llevaron a Bosnia y Kosovo. Juan, padre de dos y separado, es jefe del equipo de Frago 6-3 Futurops.

Mayor y mediano de cuatro hermanos varones y una hermana, Juan y Luis fueron los únicos que lograron entrar en las tropas internacionales. ¿De dónde les llega la vocación? «Tenemos mucha familia militar. De hecho el único que no es militar es mi padre, que trabajaba en los astilleros», responde Luis.

Contacto con la familia

Los cinco hermanos mantienen un grupo de WhatsApp y están en contacto diario. Juan habla también todos los días con sus hijos. «Yo lo hago con los míos por Skype y por teléfono con mi madre. De hecho nuestra madre está enfadada porque Juan nunca llama», bromea Luis.

La base Miguel de Cervantes está apostada sobre una explanada al lado de la localidad de Ebel el Saqui, en el distrito de Marjayun. A pesar de que la mayoría de la población del sur del Líbano es de confesión musulmana chií, la base se encuentra entre un corredor de poblados cristianos y varios poblados musulmanes suníes, y en medio de una vasta región controlada por la milicia chií Hezbolá. En el 2007, y a poca distancia de la base, un atentado acabó con la vida de seis soldados españoles. Un monolito con flores marca hoy el lugar. «Realizamos un pequeño acto de recuerdo el 24 de julio y pudimos ver que los libaneses mantienen el atentado vivo en el recuerdo. Las Fuerzas Armadas libanesas asistieron a pesar que acababan de perder a veinte hombres y estaban metidos en enfrentamientos en la ciudad de Sidón», apunta el comandante José Vaquero.

Los hermanos Galvache están en el Líbano en un delicado momento en el que se avecina una ataque de EE.UU. contra Siria. Acción militar que de realizarse tendría consecuencias para el vecino Líbano. Hezbolá, cuya rama militar ha sido recientemente clasificada como grupo terrorista por la UE, amenaza con atacar Israel en represalia.

El mismo nivel de alarma

La milicia chií controla el sur del Líbano. Pero la Base Miguel de Cervantes, cuartel general del sector este de la Finul, no es alarmista ante los tambores de guerra. El nivel de alarma no ha variado y los soldados prosiguen sus tareas con normalidad.

Juan y Luis están satisfechos de su experiencia en el Líbano y no ven un peligro inminente. Sin embargo, para Luis el Líbano es más complicado que otras misiones que ha realizado en el extranjero. «Otros países son más peligrosos, pero el Líbano es más difícil. Allí el peligro lo ves, aquí es más complejo detectar el tipo de amenazas», apunta el mayor de los hermanos.

Ambos trabajan en la parte oculta de la misión, en el cuartel general, por lo que pocas veces se mezclan con la población local. «La verdad que tenemos pocas oportunidades de salir de la base. Pero en mi misión aquí precisamente lo más interesante es que trabajo con un equipo multinacional con los que nunca pensé que iba a trabajar, desde indonesios, indios a malayos», afirma Luis. «Antes trabajé en la OTAN y allí eran todos europeos, con una cultura y forma de trabajar muy similar, aquí es muy diferente», comenta antes de meterse con el inglés de su hermano menor.

La base española dispone de gimnasio, instalaciones deportivas, cafetería, comedor y espacios comunes. «La calidad de vida en la base es muy buena», asegura Juan. Sin embargo, y a pesar de contar con el apoyo de su hermano, Juan y Luis dicen cruzarse solo en la pista de pádel o en la de fútbol. «Aquí luego cada uno hace su vida», aclara el mayor.

A la hora de responder sobre lo que más añoran de España, ambos coinciden: primero la familia, luego la comida. «¡El típico tapeo de Ferrol es lo que se echa de menos!», afirma Juan.