La necesidad frente al efecto Zidane

X. R. C. VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

El Celta, con cambios, visita en el peor momento a un Real Madrid reactivado con la llegada del galo

16 mar 2019 . Actualizado a las 14:56 h.

Seguro que en el verano Mohamed ensayaba la pose con la que iba a saludar a Lopetegui. En noviembre Cardoso pensaba en pasear su aspecto guardioliano al lado de la perenne sonrisa de Solari y al final será un clásico como Escribá el que estreche su mano con Zinedine Zidane en la visita al Bernabéu.

Cosas del fútbol, Real Madrid y Celta afrontan el duelo con su tercer entrenador del curso, pero mientras la poderosa maquinaria blanca solo le exige al francés finalizar la temporada del mejor modo posible (se entiende que siendo segundo) la dirección del conjunto vigués ha encomendado al valenciano el reto, que ahora parece superlativo, de una permanencia que se ha puesto cuesta arriba del modo más insospechado.

Por eso, si nunca es un buen momento para visitar el Bernabéu, este parece el peor. Porque el Celta viaja en zona de descenso después de volver al pozo el domingo pasado, transmitiendo unas preocupantes sensaciones, sin el concurso de sus dos pesos más pesados (Aspas y Hugo Mallo) y con un once plagado de primerizos en el santuario blanco. Y lo hace el día que Zidane vuelve a casa, lo que ha disparado la ilusión de un madridismo que ya estaba en fase de desconexión después de perderlo todo en una semana.

Y con Zizou querrán volver todos aquellos que se habían ido a lo largo del curso. Marcelo e Isco estaban ya literalmente de vacaciones con el cesado Solari, pero con el galo apuntan a titulares, igual que Asensio, otro de sus niños predilectos. El único pretoriano que no tendrá el francés será el sancionado Casemiro, un alivio en teoría para el Celta, aunque en realidad cuando un equipo como el Madrid sale enchufado lo de menos son los nombres. «Van a salir con el cuchillo en la mano y a por nosotros», tenía asumido Fran Beltrán a mediados de semana.

Lo peor del escenario es que al Celta no le basta con capear el temporal. Las carencias de Mohamed y el desnorte de Cardoso han dejado al equipo al borde de las rocas y a punto de estrellarse, y en semejante situación no puede ir al Bernabéu ni a enseñarse ni a pasar un mal rato. Para comenzar necesita crecer en cuanto a fútbol y personalidad, ya sea con balón si el rival se lo permite o con orden y contragolpe. También necesita un poco más de llegada, porque con un tiro a puerta (como el domingo anterior) el 100 % de efectividad suena a utopía.

Para conseguirlo Fran Escribá hará movimientos. El primero dar entrada a Kevin, que jugará su tercer partido de liga, en el lateral derecho para que Hugo Mallo cumpla su partido de sanción. El lateral de Nigrán estuvo dos semanas en el parte médico por una lesión en el pectoral, pero está recuperado por completo y con el depósito de la ilusión a tope.

En el centro del campo, una línea que naufragó especialmente en el estreno del tercer entrenador celeste, es donde más combinaciones existen. Beltrán es la alternativa a Okay o Lobotka en la sala de máquinas y Jensen podría oxigenar al equipo desde la mediapunta. Las bandas, con el rendimiento en la mano, tampoco son un caso cerrado. Solo Maxi, sin competencia en el nueve, tiene el puesto asegurado en el ataque.

Un charrúa al que muchos ya relacionan con el Barcelona tiene el punto de mira desviado desde hace siete jornadas, aunque a día de hoy y a espera de Iago Aspas sigue siendo la principal esperanza para que el Celta pueda salir con una sonrisa del Bernabéu.