El presidente de la plataforma de afectados, en el juicio del Alvia: «Me duele por las víctimas saber que el accidente era evitable»

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Laura del Moral, Jesús Domínguez (presidente de la plataforma de víctimas) y Arturo Domínguez
Laura del Moral, Jesús Domínguez (presidente de la plataforma de víctimas) y Arturo Domínguez Paco Rodríguez

Jesús Domínguez recuerda ante la jueza la falta de colaboración del ADIF con la justicia. «Conseguimos el dosier de seguridad de la línea cuatro años después del accidente», recordó. El portavoz de las víctimas aceptó durante su declaración la petición de perdón del maquinista. «Que te pidan perdón y reconozcan los hechos repara a cualquiera»

11 abr 2023 . Actualizado a las 18:44 h.

Tras el parón de Semana Santa, el juicio del Alvia continuó este martes con las declaraciones de las víctimas del accidente de Angrois, tanto de lesionados como personas que perdieron a familiares en el descarrilamiento ocurrido el 24 de julio del 2013 a las puertas de Santiago. En el primer grupo se sitúa Jesús Domínguez, presidente de la Plataforma de víctimas, el hombre que lideró al principal y más activo grupo de afectados en su búsqueda de responsabilidades y que sufrió graves heridas en el accidente. Domínguez empezó explicando que cogió el tren en Chamartín, pero enseguida se emocionó recordando aquel día. Viajaba con su mujer y sus dos sobrinas. «Elegimos el tren por seguridad, considerábamos la alta velocidad el transporte más seguro. En el imaginario de todo el mundo estaba esa sensación», dijo. Iban jugando con las niñas cuando el tren se acercaba a la estación. Se levantó para recoger las maletas «y justo en ese momento se cierra la puerta y empiezo a notar que el tren se tambalea. Había mucho ruido y recuerdo salir disparado hacia arriba. Se funde todo en negro y después veo que estoy tirado en la zahorra con el tren encima. Me miré la pierna. La tenía destrozada, como si me hubiera explotado una mina», explicó. Se arrastró buscando una salida, y consigue contactar con su hermano Arturo por teléfono. Les estaba esperando en la estación. «Me pregunta por las niñas. Le dije que no sabía». En aquel momento llegó a pensar que podían estar muertas. Se produjo un incendio cerca. Después llegaron los bomberos. Notó el agua fría para apagar el fuego. Lo sacaron dos policías nacionales. Su hermano Arturo fue a las vías a buscarlo. Jesús quería pedir ayuda, pero su hermano, que ya había visto las consecuencias del accidente, le vino a decir que había que esperar, pues la situación era caótica y había muchas víctimas con heridas muy graves. Al menos su hermano le tranquilizó al comunicarle que su familia estaba bien.

Estuvo en el hospital de Santiago dos semanas y después en otro centro médico. Estuvo de baja hasta mayo del 2015, aunque después tuvo que volver a solicitarla. Tuvo hasta dieciocho operaciones quirúrgicas en la pierna. A día de hoy aún tiene miedo a caerse. «Me genera mucha ansiedad», dijo. Tiene dolores muy fuertes en la cadera y es posible que le tengan que poner una prótesis. En el hospital le cambiaron de habitación y lo llevaron a la que había estado el maquinista. Confesó que llegó a sentir miedo por que lo confundieran con él y le agredieran.

 «Lo primero que hice al salir fue ver en la web del ADIF qué sistema de seguridad había en la línea. Necesitaba una explicación más racional de cómo había ocurrido el accidente», explicó. «Vi que el ERTMS [el sistema que controla la velocidad del tren] estaba hasta el kilómetro 87 -añadió- y luego comprobé que no era cierto. Me da igual la compensación económica, no quiero que esto vuelva a pasar. Pensamos que teníamos que colaborar con la justicia y ver lo que había ocurrido en el accidente», dijo.

Después formaron la plataforma de víctimas tras contactar con otros afectados. «Tiendes a relativizar lo que te pasó al ver a gente que perdió a sus hijos. Soy un afortunado dentro de lo que ha ocurrido. Pero también me ha quitado muchas horas. Yo antes viajaba mucho y no he vuelto a subir en avión hasta que fui a Bruselas», dijo en referencia a las gestiones de la plataforma y de la eurodiputada del BNG Ana Miranda para que la Comisión Europea interviniera en el caso. Jesús Domínguez lamentó la falta de colaboración del ADIF con la justicia. «Cuatro años después del accidente aparecieron los dosieres de seguridad», recordó.

-¿Considera que el accidente era evitable?, le preguntó su abogado, Manuel Alonso Ferrezuelo.

-Me duele por las víctimas saber que el accidente era evitable.

-Todo lo que no es intencionado es evitable, intervino la jueza Elena Fernández Currás.

-¿Este juicio le puede reparar, consolar en algo?, siguió preguntando su abogado

-Impertinente, señor letrado, le dijo la jueza, anulando antes de que se produjera la respuesta del afectado.

Julio Santos, uno de los abogados del maquinista, le recordó que Francisco José Garzón Amo pidió perdón a las víctimas y le preguntó si ese perdón ha servido para reparar las consecuencias del accidente. «Me consta que ha pedido perdón, está muy bien que lo haga. Que te pidan perdón y se reconozcan los hechos repara a cualquiera», respondió Domínguez. La jueza volvió a intervenir y le recordó que la plataforma acusa también al maquinista. «Si lo acusan es por algo», le dijo. En cualquier caso, tan solo un representante del Estado pidió perdón a las víctimas: el exministro de Transportes, José Luis Ábalos, que no tuvo nada que ver en las circunstancias que  propiciaron el accidente.

Antes de eso, Jesús Domínguez recordó unas palabras de Andrés Cortabitarte, procesado en la causa y director de Seguridad en la a Circulación, cuando actuó como perito en el accidente del metro de Valencia, ocurrido en el 2006. «Hay que ser muy cafre si tenemos constancia de que tenemos algún tipo de riesgo y no ponemos las medidas suficientes para mitigarlo», dijo entonces.

Encuentro con el maquinista

 Su mujer, Laura del Moral, declaró inmediatamente después. También se le entrecortó la voz por la emoción. Tras el descarrilamiento, le despertó una de las niñas llorando. No podía salir. Cuando logró hacerlo llevó a la niña a un lugar seguro, justo debajo del puente que cruza la curva de Angrois. La niña lloraba por miedo a lo que le podía haber pasado a su hermana y a su tío. Fue entonces cuando vio al maquinista salir ensangrentado del lugar del accidente. «Nos pidió perdón y lloraba, yo no entendía nada», recordó. Después apareció su cuñado y pudo saber que el resto de la familia estaba viva, aunque una de las niñas fue ingresada en la uci. Laura se rompió una vértebra, tenía una brecha en la cabeza, y lesiones por todo el cuerpo. Cuando volvieron a Madrid, comenzaron a ponerse en contacto con víctimas, especialmente con personas que tenía familiares fallecidos. La idea que compartían entonces, recordó, era buscar respuestas para saber por qué había pasado aquello. «Allí empezó una batalla de diez años. Al principio con mucha intensidad. Hacíamos las reuniones en mi casa. Eran muchas horas de dedicación buscando explicaciones, porque las que nos daban no eran posibles». Cuando encontraban esas respuestas les generaba «mucha rabia». «Vimos que después del accidente colocaron una baliza de 800 euros que lo habría evitado», recordó. La jueza volvió a intervenir: «Lo más grave que puede haber es que te imputen por un delito y para ello hay que valorar la conducta de los acusados. A estas alturas sabemos todo lo que se ha hecho en esta causa», dijo. A Laura, como a muchos otros afectados, le quedó miedo a viajar. «Cada vez que voy en el metro tengo ansiedad».

 Antes, en declaraciones a Europa Press, Domínguez se mostró satisfecho por que el ADIF, diez años después, active la instalación del ERTMS en la curva de Angrois y en el eje atlántico, cuyas pruebas de fiabilidad motivarán el corte temporal de la línea de alta velocidad Ourense-Santiago los días 22, 23 y 24 de abril. Para el presidente de la plataforma de víctimas, la activación del sistema que controla en todo momento la marcha de los trenes demuestra que se podía haber instalado en la entrada de Santiago antes de poner la línea en servicio, pues era «técnicamente viable». «Pero había prisas por inaugurar y evidentemente instalarlo suponía un retraso». Eso sí, Jesús Domínguez pidió a las autoridades ferroviarias «que no lo desconecten», dijo en referencia a la desconexión del ERTMS embarcado en el Alvia, autorizada un año antes del accidente por el entonces director de Seguridad en la Circulación, Andrés Cortabitarte, procesado en el juicio junto al maquinista.