Un profesional ejemplar

fernando pariente

GALICIA

CÉSAR QUIAN

06 oct 2020 . Actualizado a las 11:55 h.

Fernando Garrido se nos ha ido discretamente. Cerró la puerta sin estridencias, con el sosiego propio de quien ha cumplido con creces su tarea, sin levantar la voz, retirándose de escena con la mesura y las maneras que le eran propias.

Su actividad profesional se desarrolló, principalmente, en el campo de la educación. Estaba predestinado a ello desde su nacimiento en el seno de una familia numerosa formada por un maestro de aquellos que eran el alma de sus pueblos hace muchos años. Fernando fue el octavo de diez hermanos y Negreira la villa de su nacimiento. Estudió Derecho en Santiago, pero eso fue puramente circunstancial porque nada más terminar la carrera, alentado por su hermano, el jesuita Jesús Garrido, se incorporó al equipo del colegio Santa María del Mar que estaba iniciando uno de los proyectos educativos más renovadores de la España de la época. Su participación en aquel proyecto fue fundamental, pero no como profesor, que nunca lo fue, sino como gestor, organizador y promotor de acciones educativas de formación y promoción de los educadores. Del caldo de cultivo del centro nació el Movimiento Pedagógico Padres y Maestros y de ahí surgió la revista educativa del mismo nombre, la producción de diversos recursos didácticos y la organización de muchos cursos de formación del profesorado.

En uno de los congresos de profesores organizados por Padres y Maestros se desarrolló la idea de promover la utilización de los periódicos como recurso de aprendizaje en las aulas escolares. Esta idea se concretó creando una serie de suplementos denominados Prensa Didáctica y con el tiempo se convirtió en el suplemento La Voz de la Escuela, que publica semanalmente La Voz de Galicia. Fernando se incorporó a la Voz de Galicia y el suplemento La Voz de la Escuela se viene publicando desde 1982. Después se articularía todo el ambicioso proyecto de Prensa-Escuela que promueve hoy La Voz.

Gran capacidad organizativa

Quiero destacar de mi experiencia de trabajo con él su capacidad para desarrollar proyectos nuevos e innovadores. Su habilidad se acentuaba en los aspectos organizativos y prácticos. Su nombre no firmaba artículos, ni pronunciaba conferencias, pero a él se debía toda la organización, la animación, la promoción, el contacto con el exterior. Su trabajo no se percibía mucho desde fuera, pero era fundamental para los trabajadores desde dentro. Este sistema se convirtió en su proceder habitual durante su vida profesional. Se especializó cada vez más en ser promotor de los fundamentos necesarios para que los proyectos funcionasen bien, en estar al quite para aportar lo que sería necesario en un futuro próximo, en ser solucionador de problemas y estímulo constante de los equipos humanos que trabajaban con él.

Acompaño a toda su familia en el dolor por su perdida.