«Sentí como si el rayo cayese encima de mi casa»

La Voz

GALICIA

ANGEL MANSO

Ayer en A Coruña y su área metropolitana no se hablaba de otra cosa: la fuerte tormenta de la madrugada

02 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer en A Coruña y su área metropolitana no se hablaba de otra cosa. Sobre las tres de la madrugada un fuerte estruendo despertó a los vecinos. Cada relato incidía en que se sintió la tormenta como si estuviese encima de su casa. El mismo testimonio se repetía en otras localidades del noroeste de Galicia, como Narón, donde un fuerte trueno alteró el sueño de muchos. Además de viento, nieve y grandes olas, la borrasca Helena generó mucha actividad eléctrica: se registraron hasta 450 rayos, aunque la inmensa mayoría se concentraron en la provincia coruñesa.

La responsable del intenso aparato eléctrico y también de los chaparrones y el granizo se llama cumulonimbo, y es la reina de todas las nubes. Comparte características con cualquier otra nube, pero tiene aspectos que la hacen única. Se eleva más que ninguna, alcanzado alturas que superan los doce kilómetros. Su desarrollo vertical solo se interrumpe cuando llega a la tropopausa, el límite entre la troposfera y la estratosfera, momento en el que el aire comienza a desplazarse horizontalmente, dando a la nube la típica forma de yunque. Se forma en situaciones atmosféricas como la actual, con aire frío en las capas altas de la atmósfera. Dentro de un cumulonimbo se producen intensas corrientes de convección, que desplazan el aire de arriba a abajo y de abajo hacia arriba de forma violenta. Esos movimientos bruscos en el interior de la nube transportan a las gotas desde la base hasta la cima. A una determinada altura, la temperatura es tan baja que el agua pasa de estado líquido a sólido. En ese momento aparece el granizo, que se precipita hacia el suelo por su propio peso.

Las corrientes ascendentes y descendentes que se registran en el corazón de la nube y la fricción entre las partículas terminan ionizando las gotas de agua. Este proceso carga la nube eléctricamente. Como la naturaleza odia los desajustes, rápidamente se deshace de esa carga en forma de tormenta eléctrica. Los rayos pueden formase dentro de la propia nube, cuando se conectan la cima y la base. Además, hay tormentas exteriores, que surgen si interactúan las cargas de la base de la nube con la superficie terrestre; esta última es la más habitual.

Para saber a qué distancia se encuentra un sistema tormentoso basta con contar los segundos que transcurren entre el relámpago y el trueno. El sonido se desplaza a una velocidad de unos 300 metros por segundo. Si, por ejemplo, el trueno tarda tres segundos en escucharse, la tormenta estará situada a una distancia de unos 900 metros.