Enseñando a decir «lluvia» en un escenario «mágico»

GALICIA

ALERTO LÓPEZ

Lisa Beisenköetter es una profesora alemana que muestra la ruta a sus alumnas

29 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una maestra y sus cuatro alumnas adolescentes cantan alegres canciones que recuerdan a la banda sonora de Sonrisas y lágrimas en una mesa de O Fogar do Camiñante, pasado el kilómetro 61 de la ruta a Santiago. El bar cuelga un cartel con forma de botafumeiro en el que ofrece menú-desayuno del peregrino a 3,20 euros, incluida la tortilla con beicon.

El dueño inauguró el bar el jueves previo a la Semana Santa. Tenía un mesón en Lugo, pero, tras diez años de actividad no pudo pagar el alquiler y apostó por mudarse a un lugar con grandes oportunidades de negocio: el Camino. No lo dudó cuando le ofrecieron una casa a medio camino entre Palas de Rei y Melide. Ahí se concentran tres bares. El hostelero regala botellines de agua a los romeros que van a comprarla, porque él también fue peregrino.

Entre sus clientes más madrugadores estaban aquella profesora y sus escolares. Lisa Beisenköetter hizo el Camino desde Francia hace dos años y medio y ahí vio a un grupo de maestros y estudiantes. Ella estaba en su fase de formación profesional y pensó: «Vale, yo tengo que hacer esto algún día con mis alumnos».

Entretanto, viajó a Tanzania, aprendió suajili y casi se olvida del español. Regresó a Alemania. Llegó un día a las cinco de la tarde y pidió a sus padres un deseo especial: «Les dije que me hiciesen un desayuno con montaditos». Lisa adora las panaderías alemanas, siempre repletas de variedad, y lo que más le gusta desayunar son unos panecillos de semillas que se untan con mil sabores, como el queso con nueces. Otros germanos dicen lo mismo. Durante su etapa en el Camino echa de menos esos bocadillos del desayuno tanto como el español que viaja al extranjero añora la tortilla de patatas y el jamón serrano.

Finalmente, Lisa se convirtió en profesora de español en un colegio de Münster, en el norte de Alemania, y convenció a un joven docente de Religión de que la acompañara: «Y aquí estamos». Sus clases son muy colaborativas y cuatro adolescentes se animaron a hacer el viaje y ayudaron a su maestra a organizar la ruta para abrazar al Apóstol a la vez que aprenden español.

«Organizamos todo juntas: las chicas buscaron qué parte del Camino querían hacer y cómo llegar y dónde dormir», explica. Empezaron desde Sarria y, durante la caminata, se les unió otro compañero mayor y su esposa. Para hacer más apasionante el aprendizaje salieron sin reservar alojamiento, con la incógnita de dónde dormir cada noche. «Somos un grupo pequeño, no es difícil», afirma. Cuando lleguen a Santiago quieren aprovechar el tiempo libre para ver alguna procesión de Semana Santa. Entre las nuevas palabras que aprendieron las niñas en esta etapa figura lluvia. Les sorprendió el temporal, pero van más despacio para descansar. Para darse ánimo en la ruta, cantan. Lisa siente pena de las casas en ruinas que ha visto desde Sarria, pero resalta que «estos pasajes tan antiguos tienen su atractivo porque parecen mágicos, sacados de los cuentos de hadas».

Más tarde, una de las alumnas comenta en español: «Me gusta el Camino... sin lluvia».