Revolución en un convento de Viveiro

Lucía Rey
LUCÍA REY VIVEIRO / LA VOZ

GALICIA

PEPA LOSADA

Las desavenencias entre dos grupos de monjas de clausura, algunas más jóvenes, están causando problemas de salud a las más ancianas

22 nov 2017 . Actualizado a las 19:02 h.

Empezaron siendo pequeñas discrepancias relacionadas con las diferentes formas de ver la vida en una comunidad de clausura, pero van camino de convertirse en una revolución que está afectando seriamente a la salud de varias de las monjas más ancianas de Valdeflores. Fuentes conocedoras de la realidad de este convento dominico situado en Viveiro aseguran que la falta de entendimiento entre dos grupos de religiosas ha roto en las últimas semanas el ambiente «de paz y sosiego» que hasta entonces reinaba en el monasterio, fundado en el siglo XV junto a la desembocadura del río Landro, y donde residen actualmente siete monjas -hace varias semanas murió una de las más veteranas- dedicadas a la oración, el estudio o la repostería.

Al parecer, en torno al año 2015 las integrantes de uno de los dos grupos -algunas de las más jóvenes- decidieron abandonar Valdeflores y viajar a la Casa Madre de la congregación dominica, emplazada en Francia, para echar una mano atendiendo a la multitud que se esperaba con motivo del Año jubilar. En el extranjero pasaron alrededor de dos años. Sin embargo, el regreso a Valdeflores de una de ellas hace algunos meses, «antes de lo previsto», ha vuelto a enrarecer el ambiente por completo. Distintas fuentes afirman que, a su vuelta, la religiosa en cuestión incluso llegó a saltar la valla y a forzar una puerta para acceder al interior del convento. A su juicio, el hecho es considerado una especie de «allanamiento de morada» y ha generado un profundo malestar en el resto de la comunidad, por considerar que la acción se encuentra fuera de la ley e incumple normas básicas de la congregación dominica como el voto de obediencia. Desde entonces la situación en el convento viveirense ha ido de mal en peor, y el estado de salud de algunas de las religiosas, que en bastantes casos superan con creces los ochenta años, se está resintiendo de manera importante con episodios habituales de ansiedad, falta de sueño, angustia o estrés, e incluso con problemas relacionados con la alimentación.

El obispado y Roma, al tanto

Las mismas fuentes relatan que ambos bandos de monjas llevan una temporada trasladando lo que ocurre en el interior del priorato a instancias religiosas superiores, como el Obispado Mondoñedo-Ferrol e incluso los dirigentes de la congregación en Roma. Sin embargo, las mismas fuentes conocedoras de la realidad del monasterio dominico sostienen que las reivindicaciones de los dos grupos están corriendo desigual fortuna. Al parecer, los contactos de las monjas que dejaron Valdeflores para marcharse a Francia están logrando retrasar al máximo y ralentizar la resolución de un conflicto que puede marcar un antes y un después en el remanso de paz que era hasta hace poco el convento de Valdeflores. Mientras tanto, las más ancianas viven con angustia el día a día.