La receta más dura de la ministra

Carlos Punzón
carlos punzón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El accidente de Angrois se suma a la larga lista de soluciones que debe dar en Fomento

11 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Privatización de Aena, liberalización del sector ferroviario, reestructuración de Renfe, rescate de las autopistas en quiebra, adelgazar la inmensa bolsa de viviendas sin uso, colocar a las empresas españolas en los mayores concursos de infraestructuras internacionales y darle a los puertos más peso en el movimiento de mercancías, era la larga lista de deberes que Mariano Rajoy le tenía preparada para quien ocupase la cartera de Fomento en su primer gabinete.

Nada hacía prever que pese a darse por segura la recuperación de la condición de ministra que gozó al frente de Sanidad con Aznar, Ana Pastor (Cubillos del Pan, Zamora 1957) fuese la elegida para gestionar esa lista de tareas. Pero la entrega que la médico de familia le demostró siempre a Rajoy en sus encomiendas (fue con él subsecretaria de Interior, Presidencia, Educación y Cultura y directora general de Muface) blindaron sus opciones para hacerse con la cartera encargada de dar continuidad a las obras de enganche del AVE a Galicia, su tierra de adopción desde que de joven fue destinada a la casa del médico de Crecente (Pontevedra). Allí conoció a su marido, José Benito Suárez, clave en su futuro, pues fue quien la puso en la senda de su amigo Mariano.

Como ministra de Fomento Pastor quizás no contaba con tener que afrontar en su primer año con un recorte tan intenso como el que le hizo manejar 2.000 millones de euros menos que su antecesor, y otros 1.500 más a la baja este año.

Cambio de agenda

Pero lo que seguro ni había imaginado es que cuando el cronómetro gubernamental le exige que su gestión fructifique, resuelva la quiebra de las autopistas, decida cómo Aena saldrá a Bolsa, o que la llegada de operadores privados al ferrocarril sea efectiva, una tragedia como la de Angrois le impondría duros deberes. Quienes le conocen y valoran no dudan de que evitar otra catástrofe como la que para siempre acompañará su mandato, es ya su prioridad. Los que la critican apuestan en cambio a que sus recetas para sacudir el sistema ferroviario «al final se quedarán en casi nada».

Pastor, que prácticamente se estrenó como ministra de Sanidad con el Prestige, que se enteró además de aquel reguero negro cuando compartía escapada con su marido y el matrimonio Rajoy en Doñana, ha querido ahora que todo Fomento aparque sus tareas urgentes y arrime el hombro en la gestión del accidente para evitar más daños.

Ha multiplicado los equipos, superponiéndolos incluso. Los que lo ven blanco, aseguran que lo hace así siempre para conseguir las mejores ideas. Los que lo perciben negro, aluden a su supuesta desconfianza innata.

Unos y otros no descartan, eso sí, que Pastor se acabe cobrando alguna cabeza. Es tecnócrata, pero sabe que en política hay que pagar algún precio. El suyo ahora es evitar que España sufra otro accidente como el de A Grandeira, pero al final de su mandato los problemas de las autopistas, la caída aeroportuaria o el bajo nivel de inversión pública formarán también parte de su examen, en el que, en todo caso, las respuestas a la catástrofe de Santiago seguirá siendo la receta más dura de Ana Pastor, la más complicada desde que empezó a dispensar tratamientos en Crecente.

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