Los viajeros priorizan el ahorro de tiempo sobre el precio del billete
09 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Esta frecuencia primeriza no es precisamente un éxito. Una decena de personas para un tren con 280 plazas es una pobre renta. Pero quizás los trenes son demasiado grandes para estas conexiones. Natalia es uruguaya y vive en Ourense. Accede a comentar brevemente su experiencia, pues tiene que recuperar horas de sueño para después trabajar. «Esto está mucho mejor. Recuerdo cuando me llevaba casi dos horas ir en el regional», dice. Los Avant tienen un tiempo de viaje oficial de una hora y ocho minutos, pero en realidad puede hacerse el trayecto en una hora justa. De hecho, el tren llega a Santiago en 25 minutos y a Ourense en 35. Pero a menudo relaja la marcha para aprovechar el colchón y evitar el pago de compensaciones en caso de retraso. Natalia no quiere coche y reprocha a los demás que lo utilicen en exceso. «La gente es muy cómoda», dice.
Estudiantes y funcionarios
El tren llega a Ourense poco después de las siete y media de la mañana y la expectación es mucho mayor. Se ven estudiantes y funcionarios. El tren de vuelta para Santiago va con 80 personas. En dirección contraria a la mayoría de los estudiantes, que van a Santiago, José Fernández acude a sus clases de Ingeniería Informática en Ourense. «No me parece caro. Por seis euros [con abono] me ahorro hora y media de viaje», dice, recordando el sinuoso recorrido del regional que cubría el antiguo trayecto desde Compostela. Manuel, que vive en Santiago y trabaja en el hospital de Ourense, valora el ahorro de tiempo con respecto al coche y poder hacer otras cosas como leer o navegar por Internet. Cada asiento cuenta con un enchufe, algo muy valorado por jóvenes y profesionales, y que se echa en falta en los híbridos que van a Madrid.
¿Ha cambiado los hábitos de los estudiantes el tren rápido? ¿Los que vivían en Santiago han dejado de hacerlo? Laura Borrajo, estudiante de Matemáticas, vive en una residencia y coge el tren del martes porque no fue de lunes. «Non conozo a ninguén que deixara de vivir en Santiago e veña no tren. A min sáeme barata a residencia e compénsame quedarme alí», asegura.
Sin embargo, Daniel Cid, también estudiante de Matemáticas, representa la opción contraria. Es su primer año de carrera, pero no le atrajo vivir en una residencia universitaria y optó por el tren. Hizo sus cálculos y le salía rentable gracias al abono especial de estudiante que le cuesta 215 euros para 30 días. «Algunos conocidos míos que viven en Santiago se lo están pensando, porque el tren les sale más barato», afirma. Aunque no tanto como a Laura Piñeiro, estudiante de Biología que es hija de ferroviario y que se beneficia de un 70 % de descuento. A Silvia Santana le compensa el tren porque apenas tiene clases.
Pero quizás el modelo perfecto de movilidad limpia lo representa Diego Guerrero, que sale del Avant con su bici plegable, que en un abrir y cerrar de ojos monta en el andén. Podría usar el coche para viajar de Ourense a Santiago, pero ha optado por disfrutar del tiempo y ahorrarse el peaje. «Recupero dos horas al día para mí», asegura, aunque los días lluviosos como el martes pasado sea un poco más duro pedalear durante siete minutos hasta Área Central, donde trabaja. Con el abono, el viaje le sale poco más caro que el peaje de la AP-53. Y a esto habría que añadir el precio del carburante y el riesgo. Pero lo que más destaca es el tiempo de viaje. «Este tren hace Galicia más pequeña», asegura.