Un verdadero roedor

Ramón Vilar CERCEDA

GALICIA

RAMÓN VILAR

Crónica | Curiosidades animales Un conejo de una granja de Xesteda, en Cerceda, asombra a los lugareños con unos colmillos que superan los siete centímetros de longitud

10 ene 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Los amantes de los fenómenos insólitos tienen una magnífica zona de estudio en las comarcas coruñesas de Bergantiños y Ordes. Desde hace unos meses, la fauna de estos dos lugares está dando sobrados ejemplos de lo que los paisanos definen sabiamente como «virarse os coellos ás escopetas». El primer suceso célebre saltó hace unos meses en Laxe cuando la prensa se hizo eco de un conejo con delirios de pit bull, especializado en hincarle el diente a cualquier animal o persona que pusiera un pie en sus dominios. Poco después, en ese mismo municipio, un zorro desmitificó el carácter que se le atribuye a su especie cuando comenzó a frecuentar un bar a la hora de los vinos y las tapas. Por si lo expuesto arriba fuera poco, ahora le toca el turno a otro conejo, éste residente en la parroquia de Xesteda, en Cerceda. Sus dientes inferiores son propios de un jabalí. Su propietaria, Consuelo Calvo, explica que unos amigos del lugar de Tella, en Ponteceso, le regalaron el animal, que partió hacia Cerceda con la feliz misión de ganarse la vida ejerciendo de macho reproductor; un voluptuoso puesto laboral que envidiaría cualquier congénere. Consuelo asegura que notó algo raro en las primeras semanas: «O coello non comía de modo», recuerda. Después descubrió que el animal sacaba unos colmillos que darían para una versión retocada del Drácula de Bram Stoker. Los dientes llegaron a sobrepasar los siete centímetros de longitud, y a pesar de que ya se los han roto al menos dos veces, vuelven a salirle a los pocos días como si fueran pelos del bigote. Descendencia Han pasado ya diez meses y el animal goza de un magnífico aspecto debido a una dieta rica en maíz, que le ayuda a compensar los esfuerzos amatorios: sus filigranas con una coneja vecina han dado lugar a catorce vástagos, ninguno de los cuales ha heredado su portentosa dentadura.