Yago Banet (Veintiuno): «No creemos en la meritocracia, nosotros creemos en la suerte»

FUGAS

Ricardo Rubio | EUROPAPRESS

Veintiuno presenta este fin de semana en Galicia su nuevo álbum, reivindicando el trabajo de hacer «sentir algo» a su audiencia

11 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En su nuevo álbum, La balada del delirio y el equilibrio (2025), Veintiuno han optado por contar la historia de una pareja a través de sus canciones. «Es un disco narrativo sobre la complicidad entre dos personas y que no tiene final», cuenta Yago Banet, bajista del grupo que este fin de semana actúa en Galicia. Hoy actúan en Vigo (Rouge, 22.00 horas, 24,20 euros) y mañana en A Coruña (Inn Club, 22.00 horas, 24,20 euros)

—Hay quien dice que la radiofórmula de grupos como ustedes hoy en día son los festivales. ¿Lo ve así?

—Pues sí y no, no sabría decir. Nosotros somos una banda del circuito de festivales, pero porque no había otra manera cuando empezamos. Acceder a los canales más mainstream era algo totalmente imposible para nosotros. Nuestra manera de crecer fue presentarnos a los concursos de bandas de esos festivales. Era el único circuito donde nos podríamos expresar y veíamos que podía ser un buen escaparate. Y lo es, además increíble. Antes no era tan masivo como ahora. De todos modos, un concierto en sala nunca se va a comparar a un concierto en festival. Al final, en los festivales ofrecemos un resumen, algo muy comprimido de lo que somos. Nos lo pasamos guay, pero no es lo mismo.

­—En esos festivales funcionará mucho «Perder los modales», el tema que abre el disco en plan pepinazo total.

—[Risas] Es que la historia del disco empieza con euforia. En los inicios de los conciertos siempre vamos por ahí.

­—En esa canción cantan: «Me está dando lecciones de meritocracia / gente con apellidos de la aristocracia». Mientras que en el pop británico estas temáticas son normales, aquí generan controversia.

—Somos una banda como otras 50.000 que, por mucho que a lo mejor hubiéramos trabajado, hecho el mejor disco, tocado los mejores temas y sido los más guapos, igual no nos iba bien. Tengo a muchos amigos talentosísimos y trabajadores que su música no triunfó. La meritocracia no es un seguro. Es lo único que intentamos decir. No creemos en la meritocracia, nosotros creemos en la suerte y que esta te pille siempre concentrado y preparado.

—Pero hay una crítica más allá, ¿no?

—Eso no es algo que solo digamos nosotros. Hace nada también estaba diciéndolo Estopa. Ellos vienen de un taller mecánico y creo que en su vida se habrían planteado que, de repente, las canciones que hacían en el bar de su padre iban a llegar tan lejos. La canción va también por muchos personajes de esta industria, ya sean músicos o no, que nos hemos encontrado y que nos han dado una lección, incluso se han llegado a poner ellos de ejemplo.

—Ustedes en directo tienen una actitud de ir a por todas. ¿Tiene que ver con ese punto de partida?

—Sí, claro, ahora estamos luchando poniendo la carne en el asador y lo estamos disfrutando un montón. Aparte, mentalmente si esto se acaba ya habrá tiempo para estar ocho horas en una oficina.

—¿Se consideran un grupo reivindicativo?

—No tenemos ningún lado reivindicativo, que simplemente estamos explicando esta película. Para reivindicar está el trap y está el punk. Una canción nuestra no va a cambiar el mundo, lo digo por eso. Nuestro trabajo es hacerte sentir algo.

—En la canción citada meten un saxo potente a lo Bruce Springsteen, algo poco habitual hoy en día.

—Citas justo la referencia. Desde el disco pasado vimos los cuatro que estábamos volviendo mucho a este rock recio, muy Bruce Springsteen que tenía el saxofón. Así que llamamos a un colega para que se uniera a la banda en directo con ese rol.

—¿Se les sigue «haciendo bola» la vida moderna como cantaban en la canción?

—Igual estamos en un camino a medias. Por ejemplo, nos han preguntado mucho últimamente por la IA. Creo que sería poco inteligente rechazarla, porque pienso que hay que regularla.

—Al margen de la IA, me llamó la atención una banda tan joven con este discurso de desorientación ante lo que ocurre delante de sus ojos.

—Es que al final, con este ritmo y con todos los paradigmas que se nos están presentando —de clase, de género, de orientación, de principios....— hay muchos cambio y todos van muy rápido. Es normal que ocurra. Todo eso lo tienes que interiorizar. Por ejemplo, hay muchos temas actuales de los que yo no entiendo y no tengo por qué entender. No puedo estar enganchado a todo y, después, hacer lo peor que he visto: utilizarlo para mi beneficio. Es lo que hablábamos de ser reivindicativo o no. Puedes ser reivindicativo, te puede tocar de cerca alguna guerra o alguna controversia o ley. Pero no debes utilizar esa ley después para vender tu música. Con eso no estoy de acuerdo.