Blue Jeans: «En una noche de insomnio, cogí el WhatsApp y salió la novela»

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Francisco de Paula, Blue Jeans, publica «Los crímenes de Chopin», que nació en una noche de insomnio.
Francisco de Paula, Blue Jeans, publica «Los crímenes de Chopin», que nació en una noche de insomnio. J. Muñoz | EFE

El andaluz, un superventas desde su debut con «Canciones para Paula», vuelve con «Los crímenes de Chopin» y piensa como Conan Doyle: no hay caso más estimulante que aquel en el que todo se pone en tu contra

01 sep 2022 . Actualizado a las 09:09 h.

Ama las historias que se cuentan por escrito y se cuenta entre los que prefieren llamar por teléfono que intercambiar audios (largos) de WhatsApp. Blue Jeans, alias del sevillano Francisco de Paula, puso a leer a cientos de miles de adolescentes con Canciones para Paula, El Club de los Incomprendidos y La chica invisible, que se ha convertido en serie (Disney +). Blue Jeans puso el corazón en el oficio en el 2009 y con ello puede pagar escribiendo sus facturas. No es el primer verano que entra en casa, pero esta vez nos lleva a su Sevilla, tras la pista de un ladrón al que apodan Chopin, por dejar como rúbrica partituras.

­—¿Cómo tramó esta novela, «Los crímenes de Chopin», para jóvenes y no tan jóvenes?

—Es una lectura para cualquier persona. Esta historia nació en una noche de pandemia y de insomnio. Mi pareja estaba dormida. Para dormir, me pongo música clásica, y así se me vino a la cabeza Los crímenes de Chopin. Cogí el WhatsApp y empecé a escribir el esqueleto de la novela. Se lo escribí a mi novia. Al despertarse lo vio y preguntó: «¿Y esto qué es?». «Creo que mi próxima novela».

­—La primera ambientada en «casa»...

—Nunca había ambientado una novela en Sevilla... ¡y ya era hora! Mis padres son de allí, íbamos los fines de semana desde Carmona y allí están los recuerdos de mi infancia. Sevilla es protagonista, con los ojos con que la veía yo de niño pero con estos crímenes... un poco más oscura.

­—No solo el norte da para un «noir».

—Parece que todas las novelas de crímenes se ambientan en el norte, en Galicia o en Navarra... Yo he tirado de mi tierra; los crímenes también se escriben en el sur.

—¿Le inspiró un caso real concreto?

—No, a mí los casos reales me dan mucho respeto. Sí me sirve cuando hay un caso mediático ver cómo funciona en la realidad la policía o cómo se mueve la prensa.

—Denos unas notas de Niko, ese joven polaco que llega a España con su abuelo en esta novela.

—Niko era un niño prodigio, un virtuoso del piano, que vivía en Polonia y tenía una vida buena hasta que sus padres fallecen. Entonces, se hace cargo de él su abuelo, que se gana la vida como delincuente. Algo provoca que deban salir corriendo de Polonia y llegan a Sevilla, donde siguen viviendo de esa manera...

—¿En su caso, el escritor mató al periodista que era?

—Hice la carrera, pero al salir de la facultad no encontraba trabajo como periodista. Al final, me ha ido bien con otra cosa, en un mundo muy diferente.

—¿Está con Conan Doyle en que no hay nada más estimulante que un caso en el que todo se pone en contra?

—Soy muy de Conan Doyle y de Agatha Christie. Los casos, cuanto más complicados, mejor [risas]. Si es difícil hacerse un hueco, ¡imagínate perdurar en el tiempo! Y ellos dos están envejeciendo bien, ¿no?

—¿Cómo se conquista al público juvenil?

—Intento que las tramas sean actuales, que los lectores me vean como lo que soy, una persona normal y corriente. Leo todo lo que me ponen en redes. Por ellos, conseguí publicar Canciones para Paula.

—¿Es de los que tuitean «te quiero»?

—Lo suelo decir mucho, pero a personas que tengo al lado. Lo he dejado de tuitear.

—No todo puede decirse por WhatsApp...

—Hoy por WhatsApp puede decirse todo. Ahí están los audios...

—¿Aún odia los audios de más de dos minutos? Eso nos contó el año pasado.

—No los odio. Los oigo, pero prefiero los cortos. Los pódcast por WhatsApp... como que no. Prefiero llamar por teléfono.

—¿Qué tienen en común un escritor y un detective?

—Creo que los dos quieren llegar a la verdad. Eso sí, el escritor intenta esconderla hasta las últimas páginas, y el inspector, dar con ella cuanto antes.