Daddy Yankee, el adiós de una leyenda

FUGAS

A un año de retirarse, el primer artista que cantó el término «reguetón» será premiado en Estados Unidos por su impacto mundial en la música. El autor de «Gasolina», que impulsó el «Despacito» de Luis Fonsi, deja su género en lo más alto

02 sep 2022 . Actualizado a las 18:35 h.

Jamás hubiese imaginado Daddy Yankee que esa bala que le atravesó la cadera arrebatándole un sueño no sería más que el principio de otro inabarcable. Ramón Luis Ayala era solo un crío que soñaba con ser beisbolista cuando se vio envuelto en un tiroteo entre bandas rivales. El resultado pudo ser mucho peor que aquel disparo con el que vio frustrada su carrera deportiva de no ser por un adicto que presenció la escena y le salvó la vida alejándolo del fuego cruzado. Esa lesión que arrastraría para siempre le obligó a centrarse durante más de un año en su recuperación, y en cuanto la logró, decidió terminar lo que había empezado. En el preciso momento en que recibió el balazo, aquel chaval se encontraba en su tierra, Puerto Rico, en medio de un descanso durante una grabación con DJ Playero. Y lo primero que hizo en cuanto pudo caminar fue volver a buscarlo, sin sospechar ni por asomo que harían historia.

So persígueme (No te detengas) fue el primer tema de Daddy Yankee y también la primera vez que alguien utilizó la palabra reguetón. Corría el año 1993, mucho antes de que la Gasolina con la que incendió el mundo fuese ni tan siquiera un proyecto. Once años más tardaría todavía en publicar ese himno que convirtió el género en un fenómeno global. Aún hoy, casi dos décadas después, aquel Zúmbale mambo pa' que mi gata prenda lo' motore' es capaz de que se venga abajo todo un estadio durante la previa de cualquier concierto.

Quizás por eso, o tal vez por haber logrado la venta de más de 30 millones de discos a lo largo de su carrera —erigiéndose como uno de los artistas latinos más vendidos de todos los tiempos—, la Fundación Herencia Hispana le dará el próximo 30 de septiembre el Premio Leyenda en Estados Unidos, «por su innovación en una forma musical que ha tenido impacto en el mundo». «Honramos su servicio a nuestra comunidad con la labor de su fundación, Casa de Daddy Yankee, y su trabajo con organizaciones que apoyan a los necesitados en Puerto Rico y más allá», señaló el presidente de la entidad, José Antonio Tijerino.

«Un icono indiscutible que sigue siendo uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos». Así le definen quienes le premian, y no es para menos. No hay que olvidar que Daddy impulsó junto a Luis Fonsi esa Macarena que supuso el Despacito y que pulverizó todos los récords. Ahora, con 45 años, sigue siendo capaz de conquistar a los Z con hits como Rumbatón —extremadamente pegadiza y omnipresente en las playlist adolescentes—, y Remix, con la que alcanzó en agosto el número uno en las radios de Estados Unidos.

Desde aquel Daddy Yankee mucho más reggie de los 90, que entonaba canciones como Mi funeral y Yamilette —el nombre que elegiría después para su primera hija—, el artista evolucionó, y mucho, hacia este reguetón que hoy domina la escena musical. La disciplina es su principal activo. Alejarse de las drogas, las fiestas, el alcohol y el despilfarro hizo que aprovechase todas esas oportunidades que desperdiciaban los demás: «Cuando todos llegaban tarde, yo estaba primero que todo el mundo». Leer El Poder de la Disciplina, de Raimon Samsó, le cambió la vida.

Se retira el próximo año

Pero aún le quedaba sobreponerse a otro revés. Después de invertir todo su dinero en la grabación del disco Barrio Fino (2004), le piratearon las canciones justo antes del lanzamiento —entre ellas Gasolina, que pronto le daría el éxito mundial—. Sufrió entonces una profunda crisis de identidad. Hasta que, cuando estaba a punto de empezar la carrera de Administración de Empresas, una llamada de teléfono le redirigió hacia su destino. Había vendido doscientas mil copias en dos semanas y, de cada una de ellas, seis dólares eran suyos. Todo empezó a fluir, y también él se afianzó en la lucha por todo un movimiento, el del reguetón, frente a las envidias de sus colegas y las críticas de los musicólogos.

Hoy, desde lo más alto que ha estado jamás, se despide de la escena musical en Legendaddy, el álbum que grabó a modo de despedida con su propio sello, El Cartel Records. Premonitorio lo de leyenda, como lo fue también desde el principio su propio nombre artístico, derivado de la jerga puertorriqueña, en la que «yankee» se define como una persona alta, o un pez gordo en su campo, como él.

La última vuelta es la gira con la que el padre del reguetón dice adiós. Cinco Premios Latin Grammy, ocho Premios Billboard de la Música, 30 Premios Billboard de la Música Latina, cuatro Latin American Music Awards, un lugar en el Paseo de la Fama de Puerto Rico y el galardón Latino del Año por la Universidad de Harvard son solo algunos de los logros del puertorriqueño, único artista latino con cuatro entradas en español al Top 20 de la lista Hot 100 de Billboard.

A pesar de su fama mundial, lo cierto es que poco se sabe del hombre que está detrás del artista. Casado y padre de tres hijos, no permite que se tomen fotografías de su familia, que apenas menciona. «Son mi pequeño tesoro», dijo en alguna ocasión revelando, de nuevo, la auténtica clave de su éxito: no desviarse del camino de lo que verdaderamente importa. Fueron necesarios 30 años de carrera para que la crítica se lo tome en serio, pero Daddy Yankee se va como lo que estaba llamado a ser. Una leyenda.