—¿Cómo va tu proceso de «desgeneración»?
—[Se ríe]. Esas cosas no son pensadas. Yo soy muy amigo de la síntesis. Umberto Eco obligaba a sus alumnos, cuando tenían que escribir un ensayo o una nota periodística, a que empezaran por el título. Les decía que no podían escribir ni una línea si no tenían el título. Porque en el título está la gran síntesis de lo que uno quiere decir. También en las canciones. Mira este disco: Perfect Day, A Little Respect, Oración al tiempo, Heaven, 16 Toneladas... Fíjate que son muy, muy sintéticos pero lo dicen todo.
—Da la sensación de que Galicia se ha convertido en una escala ineludible.
—En los últimos años ha nacido en mí un vínculo muy fuerte con Galicia y me he enamorado de sitios como El Náutico de San Vicente. Por supuesto que la leyenda de una bisabuela gallega también está vigente, así que debe de estar contenta de que su bisnieto esté conectando con su tierra. Hay mucha magia en Galicia y me da la sensación de que aún solo estoy conociendo la punta del iceberg.