Emilia y Rosalía, ¿rivalidad literaria o víctimas de un marido misógino?

FUGAS

«Esa desgraciada». Retratos de Pardo Bazán y Rosalía de Vaamonde Cornide y Modesto Brocos. 
La venta de unos libros fue el detonante del calificativo que Murguía puso en boca de Rosalía. Un error de transcripción pudo modificar el original «desagradecida»
«Esa desgraciada». Retratos de Pardo Bazán y Rosalía de Vaamonde Cornide y Modesto Brocos. La venta de unos libros fue el detonante del calificativo que Murguía puso en boca de Rosalía. Un error de transcripción pudo modificar el original «desagradecida» FUGAS

El supuesto enfrentamiento entre ambas escritoras forma parte de la leyenda de estos dos iconos literarios separados por un esposo rencoroso. ¿Llegaron ellas a odiarse?

08 ene 2021 . Actualizado a las 15:02 h.

Coincidieron en el tiempo y durante una época incluso fueron vecinas. En 1871, Rosalía volvía a mudarse con sus hijos por un nuevo puesto de su marido. Esta vez, a la Ciudad Vieja de A Coruña, a una casa de alquiler próxima a la residencia de Pardo Bazán. Aunque era 14 años mayor que la autora de Los pazos de Ulloa, ambas eran conocedoras de los trabajos de la otra. Dos iconos cuya nula relación cimentó el mito de una rivalidad que llega hasta nuestros días. Cuánto hay de cierto o de invención en esta enemistad es un interrogante con un culpable para los estudiosos de las escritoras: Manuel Murguía.

«Non temos testemuños de que Rosalía falase mal de Emilia nin ao revés. Movíanse en esferas antagónicas. Emilia é unha gran novelista, Rosalía unha gran poeta. A primeira é unha muller cosmopolita, que viaxa por Europa. Rosalía é unha muller da súa casa. Demasiado diferentes para ser rivais», cuenta Marina Mayoral, cuyo discurso de ingreso en la Real Academia Galega hace mención de este episodio.

«Mentres viviu Rosalía, Pardo Bazán, que dirixía un semanario cultural, Revista de Galicia, nunca fixo unha crítica a Follas Novas, como tampouco a fixo de La Regenta, de Clarín, nin de Maxina ou a filla espúrea, de Marcial Valladares. Non era algo persoal, Emilia era así», explica Mayoral.

Rosalía, «unha persoa modesta, pero moi sensible ao desprezo», continúa la académica, seguramente se quejó a su marido de este desdén y hasta pudo referirse a la autora de La madre naturaleza en uno de sus poemas, Prodigando sonrisas, que dice «pasó a mi lado y arrollarme quiso / con su triunfal carroza de oro y nácar». Sin embargo, no hay constancia de ningún reproche directo, «todo lo contrario», destaca el profesor de la UDC y presidente del comité científico La Tribuna: Cadernos de Estudos da Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, José María Paz Gago. El catedrático de Literatura cita los versos que Rosalía le dedicó a Pardo Bazán y que esta imprimió en un abanico y en su semanario: «Mimada po-las Musas [...] ausoluta soberana». También insiste en que «el primer estudio serio sobre Cantares Gallegos es de Pardo Bazán, la conferencia La poesía regional gallega, que leyó en el homenaje que organizó en A Coruña a la poeta tras su muerte, en 1885, y al que no invitó a Murguía».

Este desaire molestó tanto al esposo como la categoría de «regional» con la que Bazán vinculó a los textos en gallego. Murguía, que llamaba «hembra» a la escritora a la que la RAE negó en tres ocasiones un asiento, se tomó la revancha en 1896, en los artículos publicados bajo el título Cuentas ajustadas medio cobradas. En ellos pone en boca de la fallecida Rosalía calificativos como «desagradecida», por los libros que Emilia compró de la biblioteca de Murguía, «una ayuda —valora Paz Gago—cuando pasaban por dificultades económicas», y quejas por hacer «crujir sus vestidos y resonar su alegría».

Detrás de la ofensiva que creó la leyenda, «porque é unha lenda», subraya Mayoral, solo hay la manipulación de un «misógino que opone dos tipos de mujer: la sumisa y sufridora, que hace poesía, pero no va más allá, y la emancipada», remarca Paz Gago. «Emilia non atendeu os méritos de poeta universal de Rosalía como debía, pero eses ataques dos que fala Murguía cara súa muller son produto da súa malquerenza cara a Pardo Bazán e ao feminismo en xeral», coincide Mayoral. Mucho antes de que se hablara de sororidad, hubo un «reconocimiento», confía Paz Gago, que fue mutuo.