Elena Medel presenta «Las maravillas» en Galicia: «El ascensor social es una entelequia y un pequeño lavado de conciencia»

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La editora y escritora Elena Medel, en Santiago
La editora y escritora Elena Medel, en Santiago Paco Rodríguez

Con su primera novela, una ficción que se siente muy real, la poeta y editora es una de las sensaciones literarias del año. «La poesía escrita en gallego es la más viva del Estado», asegura

14 nov 2020 . Actualizado a las 22:38 h.

Adelanta que en su debut en la narrativa con Las maravillas (Anagrama, 2020) ha escrito «una novela política. No es una etiqueta que quiera rechazar. Todo lo que tengo que decir está en lo que escribo». Elena Medel (Córdoba, 1985) cita a Belén Gopegui, Carmen Martín Gaite, Luisa Carnés o Marta Sanz cuando menciona a sus referentes y subraya que lee en gallego, nunca las traducciones, de poetas como Gonzalo Hermo o Ismael Ramos. Autora de poemarios, Mi primer bikini; de ensayos, El mundo mago, y directora de la editorial de poesía La Bella Varsovia, Medel despliega nueva faceta literaria. Una ficción protagonizada por dos mujeres, María y Alicia, a las que separan 35 años y distintas circunstancias, pero unidas por un hilo común, el dinero, o mejor dicho, la falta de él. La precariedad, sostiene, es una cuestión de clase. Hablamos con ella cuando viene a Galicia a presentar el libro dentro del ciclo Debut, que organiza la librería Numax de Santiago de Compostela. 

-¿De qué maravillas habla la novela?

-No tienen tanto que ver con el día a día, sino que quería jugar con ese contrapunto de las maravillas que se conocen pero no se poseen.

­-Este es un libro sobre la supervivencia, ¿hay hueco para la esperanza?

-Se aborda desde dos puntos de vista muy distintos. Lo que para María es una oportunidad para hacerse fuerte, para Alicia lo es para el lamento y para seguir alimentando ese sentimiento de negatividad con el que vive. Las dos se enfrentan a sus circunstancias de manera muy diferente. María, desde esa voluntad de construir desde lo colectivo. Alicia, desde el desplazamiento y cierto rencor de clase, no sé si hacia la clase a la que dejó de pertenecer o a la que pertenece.

-¿Definiría como oscura la novela?

-Esta no es una novela luminosa, porque las cuestiones que plantea no lo son y en las que desemboca tampoco, pero no creo que por ser política una novela no pueda ser luminosa. Es uno de los prejuicios hacia la literatura social, que son libros oscuros, complejos. Hay muchas maneras de atajarla. Pienso en Marta Sanz. Hace política desde Farándula (Anagrama), un libro muy luminoso, con momentos que invitan a una sonrisa, incluso a una carcajada.

-Mujer, pobre y de la periferia. ¿Qué marca más?

-No creo que haya ninguna jerarquía. A su manera, todas son complejas para moverte con ellas por el mundo.

-Como editora, le pregunto sobre una noticia actual, el Premio Nacional de Poesía. Este año ha sido para Olga Novo, el pasado, para Pilar Pallarés.

-Respondo como lectora, no quiero parecer paternalista al vivir y trabajar en Madrid. Cuando empecé a escribir, la poesía que más me interesaba era la que se estaba publicando en gallego en Galicia. Todo lo que está ocurriendo lo presencio con alegría de lectora. La poesía que se escribe en gallego es, ahora mismo, de las lenguas del Estado, la más viva, la que tiene una calidad mayor, mayor riesgo, la más diversa y la más alta en esa diversidad.

Elena Medel participó este jueves en el ciclo otoñal «Debut», organizado por la Libraría Numax de Santiago de Compostela
Elena Medel participó este jueves en el ciclo otoñal «Debut», organizado por la Libraría Numax de Santiago de Compostela Paco Rodríguez

-En EE. UU. una mujer negra es vicepresidenta. ¿Comparte el entusiasmo general en las redes por Kamala Harris?

-Es importante que las mujeres ocupen puestos de poder, pero, aunque es inevitable el peso que tiene EE.UU. en la política internacional, estos días se ha desviado el foco hacia algo que ocurría a muchos kilómetros y se han desatendido cuestiones que ocurrían en la política cercana.

­-¿En el libro se impone el realismo?

-Más que realista, creo que es importante ser consciente de cuáles son las circunstancias. Hay una cuestión que me parece muy nociva: todos estos mensajes que tienen que ver con la autoayuda y que subrayan que si te esfuerzas, lo conseguirás. Que si lo sueñas, lo conseguirás. Más que tender una mano, crean sentimientos muy frustrantes. Si no lo consigues, parece que no te has esforzado lo suficiente, que no lo has soñado lo suficiente, cuando muchas veces tiene que ver con algo tan caprichoso como el azar o con algo tan determinante como tus circunstancias de nacimiento: la clase, la raza, el lugar, el tiempo. Hay que tener ciertas cuestiones claras. El ascensor social es una entelequia, un consuelo para quienes están trabajando y esforzándose pensando que las cosas van a mejorar en algún momento. No creo que esté desprovisto de ideología, de izquierda o de derecha, pero me parece que es más una cuestión de clase. Un pequeño lavado de conciencia para quienes han llegado a los pisos altos.

­-Y sin esa ilusión, ¿cómo sobrevivimos?

-Supongo que como quieras orientar tu vida. Para mí ha sido mucho más fácil ser pragmática y darme cuenta de a qué espacios puedo llegar y a cuáles no voy a llegar jamás.

-¿Qué efecto busca en el lector?

-Me gustaría que le ocurriera lo que me ocurre cuando leo un libro: que le invite a reflexionar en su situación, en la de las personas que tiene cerca, en su propia historia y genealogía, que le permita ese momento de pensamiento. De manera quizá también muy básica, que la disfruten, que al llegar a la última página piensen que ha sido un rato bien empleado de lectura.