«Ni a lo de Rosalía ni a lo nuestro se le puede llamar flamenco»

FUGAS

Almudena Pozas

En los 80 dieron alas a la fusión flamenca; hoy dicen echar de menos la ortodoxia. Tras 14 años separados, Ketama ha visto reavivada su locura

23 feb 2020 . Actualizado a las 21:26 h.

De casta les venía a estos Habichuelas. Pero decidieron abrir puertas y ventanas y dejarse seducir por otras sonoridades. Fruto de esa seducción nació Ketama, un inaudito conglomerado en el que tenía cabida el flamenco, el pop, el rock y los ritmos africanos. Llegaron más alto que nadie en su ámbito. Los adoraban las radios comerciales, se codeaban con las estrellas del momento y hablaban de ellos con respeto los grandes del flamenco. En el 2004 decidieron separarse y cada uno de los tres probó (desigual) fortuna en solitario. El pasado año resucitaron Ketama y emprendieron el No estamos locos Tour. El éxito, una vez más, no les ha sido ajeno. Responde Antonio Carmona.

-¿Por qué decidieron regresar?

-El habichuelismo tira muchísimo. Cuando salí del hospital, hace tres años, me lo pedía la sangre. Me pedía tener a mi hermano Juan y Josemi cerquita en el escenario. Me apetecía echar unos cantecitos con esas dos guitarras maravillosas.

-¿Qué ha cambiado en Antonio Carmona y en su música tras aquel susto?

-Te cambia la vida a muchos niveles. En un mes en el hospital te da tiempo a recapacitar mucho acerca de qué es lo verdaderamente importante. Ahora estoy más unido a mi familia y a mis amigos que nunca. Luego, en lo musical también me ha cambiado bastante. No paro de componer.

-¿Cuándo se podrán escuchar esas nuevas canciones? ¿Habrá nuevo disco de Ketama en este 2020?

-Con la gira tan intensa que tenemos no nos da el tiempo para hacer un disco entero, tal y como nosotros nos los planteamos. Lo que haremos será ir soltando a lo largo del año tres o cuatro canciones nuevas para que se vaya viendo ese cambio musical que estamos viviendo y que yo creo que el público de Ketama también espera de nosotros después de estos 14 años.

-¿Sigue quedando mucho por hacer en el flamenco o ya está todo dicho?

-A medida que te haces mayor ya no piensas tanto en la fusión ni en por dónde se puede abrir otra vía para el flamenco. Creo que casi todo está hecho. Lo que ahora extraño es que no haya un poco más de flamenco ortodoxo. Me gusta la idea de mantener la ortodoxia flamenca en su estado puro. Creo que ya se han abierto demasiadas puertas. Ahora echo de menos aquellos conciertos de Camarón o aquellos festivales en los que podías ver a cantaores cantando martinetes o seguidillas.

-Ha dicho que «la música de Rosalía no es flamenco». ¿No era eso mismo lo que se decía de Ketama en los 90?

-Sí, también. Y llevaban razón. Nuestra música no es flamenco. Flamenco era mi padre, Juan Habichuela. Flamenco es mi tío Pepe. O Morente. O Camarón. Ni Rosalía ni Ketama podemos llamarnos flamencos.

-Porque en esto de la fusión del flamenco, ¿hay tabúes o se puede fusionar todo?

-Se puede, y de hecho creo que se ha fusionado con todo. Carlos Núñez lo fusionó hasta con la gaita, que es el instrumento menos flamenco que puedas imaginar. Y la verdad es que me gustó.

-Estuvieron 14 años sin tocar como Ketama. Muchas cosas cambiaron en ese tiempo. ¿Dónde lo notaron más?

-A nivel personal apenas habíamos cambiado. Te juro que el primer día que nos pusimos a repasar el repertorio se nos cayeron dos lagrimones a cada uno. No parecía que habían pasado 14 años sino dos días. Muy emocionante, tío. Lo que sí había cambiado mucho era la industria. Para bien y para mal. Ahora hay unas plataformas que permiten que tu música se escuche a nivel mundial, pero la verdad es que da pena los pocos discos que se venden. Es una putada porque que en hacer un disco se echan muchas horas.

-«No estamos locos Tour» han llamado a la gira. ¿Se pierde locura con los años?

-Sí, totalmente, gracias a Dios. Nosotros hemos hecho muchísimas locuras musicales y en todos los sentidos. Sobre todo, ahora nos tomamos el trabajo mucho más en serio que cuando teníamos 20 años.

-Fueron teloneros de Prince y de Frank Sinatra, ¿llegaron a estar con ellos?

-Qué va, qué va. Ni una foto. A Prince era muy difícil verlo. El día anterior nos avisaron de que quería hacer algo con nosotros pero que quería chicas en el escenario. Así que allá que me fui donde unas amigas a un barrio de gitanos que hay en Madrid. Me abrieron la puerta y les dije que si se venían a cantar con Prince al Calderón. Las gitanas se volvieron locas, claro. «No tenemos ni idea de quién ese Prince, pero contigo vamos a donde quieras» [se ríe]. Pero nada, al final no salió. Aún así fue increíble porque pasamos a formar parte de la historia de la música. Bajarte de un escenario y que se suba Prince o Frank Sinatra... Eso es lo más alucinante que he vivido en mi vida.

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