El culebrón de sobremesa que aman los «millennials»

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Es la revolución del verano pese a que el formato, una telenovela al uso, no daba garantías de éxito. Pero esta serie mexicana ha calado hondo por romper tabúes, olvidar estereotipos y hacer realidad el personaje de Paulina de la Mora, la revelación de la televisión actual

16 ago 2019 . Actualizado a las 17:59 h.

«Ay Julián, por favor, no vamos a ser parte de esa cultura machista que humilla a las mujeres por tener vida sexual activa...». Esta frase, pronunciada de manera muy pausada, mientras paladea cada sílaba, por la estrella incuestionable de La casa de las flores, Paulina de la Mora, podría pertenecer al guion de cualquier serie feminista de la era post-Weinstein. Pero no. Definitivamente no al enésimo culebrón latinoamericano, siempre proclive este género a mostrar a la mujer en tres versiones: la «dócil, virginal y dependiente» , la «malvada cazafortunas robamaridos» y la «mujer añosa, soltera a la que solo le interesa el chisme». Sin embargo, Netflix ha utilizado el mantra del renovarse o morir para tirar por tierra todo tipo de estereotipos y traer aire fresco a las pantallas chicas con un formato arcaico.

Con permiso de Alaska, el auténtico huracán mexicano del año es esta serie, que con sus trece capítulos ha conseguido enganchar a los millennials a un argumento tan sencillo como atractivo: una familia adinerada que se rompe tras revelarse la doble vida que durante años ha llevado el patriarca de la familia. A partir de ahí, el director Manolo Caro da rienda suelta a su imaginación, y arrasa. Entra entonces el baile de travestis y tríos. También la marihuana -épica la escena en la que la actriz Verónica Castro, en el papel de Virginia, se justifica diciendo que lo que fuma «es clavo», para relajarse «un poco»-. O Yuri, Gloria Trevi, el humor negro y las flores. Muchas flores.

Presentes hasta en el nombre de cada capítulo, son mucho más que una excusa en esta telenovela. La florería que da de comer a los De la Mora se convierte en el foco de los cotilleos, las miradas indiscretas y las sospechas. Esas que intentan evitar utilizando todos los medios a su alcance. Sobre todo Virginia, la madre que vela por ver a su familia unida, y a la que no le importa mentir si el fin es que siga corriendo la envidia hacia su prole en Ciudad de México. Pero cuando saltan por los aires las versiones más tradicionales de familia (un padre transexual, una pareja que decide tener una relación abierta y unos medio hermanos al más puro estilo Los Serrano que inician un romance), en un entorno ultraconservador como el que muestra la serie, todo se complica. Aunque no para el espectador, ávido de conocer hasta la última miseria de la estirpe.

Ante un placer culpable semejante, solo le faltaba a la serie dar en el clavo con la banda sonora y contar con uno de esos personajes que dejan huella para siempre. Si a la música nadie le pone un pero en la revisión más kitsch de los clásicos mexicanos -hasta los más jóvenes cantan ahora La maldita primavera de Yuri-, el colofón lo pone Paulina de la Mora.

UN MITO

La actriz Cecilia Suárez, que interpreta a la hija mayor de los De la Mora, se ha convertido en una auténtica revolución por la forma de hablar de su personaje, que pondría de los nervios al Santo Job, pero que acaba calando tan hondo que hasta existen challenges en los que fans de la serie imitan a su personaje más querido. No obstante, no es lo único que encandila de esta treintañera. (Alerta, spoiler) La manera de llevar la relación con su exmarido (ahora María José, papel que interpreta Paco León); su férrea defensa del feminismo y las gloriosas salidas con las que defiende la multiculturalidad y los derechos LGTBI hacen de Paulina un mito. Un mito con, pongamos un poco de frivolidad, un exquisito fondo de armario que hace las delicias de los fashion victims.